Capítulo 343
Nora está en peligro
“Sabiendo que esta es la predicción, seguro que ellos se encargarán de que así sea…”
Una ventaja de vivir muy cerca de Serena es que tenemos la oportunidad de ir a verla a ella y a su bebé. Lydia está trabajando, pero Alex, Frank y yo tenemos el tiempo necesario para ir por la mañana. Es la primera vez que vamos de visita a su casa.
No me acordaba de que, para ver a Serena, había que dejarse el alma en subir como doscientas escaleras sin posibilidad de ascensor. A lo mejor eran unas pocas menos, pero son estrechas y empinadas. Menos mal que tienen un trastero abajo y pueden dejar el cochecito del bebé ahí, porque no me quiero imaginar lo que tiene que ser salir a pasear al nene si se pretende llevarlo de esa forma.
Alex anima la conversación, y yo escucho las cosas que Serena nos cuenta, como lo de su jefe lanzando algunas indirectas sobre no hacer la baja por maternidad tan larga (pese a que es ochomesina), que no pasa nada si la hace, pero que la empresa tiene un buen problema si no.
—Ese weón pesado, tratando de hacerse el pobrecito —dice Serena—. En verdad, era una amenaza camuflada, ¿cierto?
—Yo sigo a un tipo que hace vídeos cortos sobre derechos laborales —dice Alex—. Creo que hay miles así. Busca los que mejor tengan organizado su material, y que den información actualizada en España. Hay que saber blindarse.
—¿Tú para qué sigues ese tipo de contenido? —pregunto—. ¿Tú tenías jefe?
—Bueno, sí. Me da muchas libertades, pero sí. La verdad es que tengo un chollo… ¡Pero! Nunca se sabe, Izan. Nunca se sabe…
—Tengo al Andrés cachando bien todas estas cosas. No se preocupen —dice ella.
—Se nota que es bien regio el mino —digo, y Serena se ríe.
Frank no nos hace ni caso. Está con el bebé. Lo adora, de verdad.
Nos gustaría quedarnos más rato con ellos, pero hemos quedado con Nora. Aunque Frank decide quedarse un rato más, ya que se ha ofrecido a ayudar a Serena y al mino regio con tareas de la casa y recados (ya que dice que no le importa subir y bajar esas escaleras infernales las veces que haga falta). Por lo tanto, Alex y yo nos vamos con Nora.
Llegamos al lugar del encuentro con cinco minutos de antelación.
—Somos demasiado amables con Nora —dice—. Encima llegamos puntuales y todo.
—Pensaba que tardaríamos más en bajar esas escaleras infernales —digo—. Nos he infravalorado.
—Estaba adorable Frank, ¿no? —dice—. Yo creo que se le ha despertado el instinto paterno.
—Sí… Yo también lo pienso —digo, con la cabeza un poco agachada.
—¿Por qué me lo dices tan triste? ¿No quieres que Frank tenga otro hijo que no seas tú?
—No seas cabrón… —digo, intentando hacerme el ofendido—. Estoy triste por él. Frank hace tiempo que no ha intentado hacer una vida normal. No ha buscado pareja, ni trabajo estable, ni un proyecto de vida que le ilusione. Solo ha sobrevivido y se ha enfrentado a la mafia. Y ahora se dedica a ayudarnos a mí y a Saúl, sin preocuparse por él. No tiene vida. Y me da mucha pena ver que su instinto está gritando por tener algo así, pero no creo que él quiera procesarlo, ni entenderlo…
Alex no contesta. Lo miro, y le ha dado bastante pena lo que le he dicho. Aunque se peleen mucho, creo que en el fondo le tiene mucho cariño a Frank.
—También por él, vamos a crujir al grupito de Oliver, ¿no? —dice Alex, recuperando la sonrisa.
—Sin duda.
Sin duda… Tenemos que ayudar a Frank, y pisarle la cabeza a Olivia y a Jordi. Pero, a Oliver… Eso no lo tengo tan claro.
Vemos a Nora a lo lejos. Nos levantamos para saludarla, aunque el saludo es incómodo, después de lo que pasó. Yo no sé si darle un abrazo, o dos besos, o la mano, o una palmada en la espalda, o hacer como ha hecho Alex, mucho más fácil, que solo ha levantado la mano desde lejos. Al final le doy un mini abrazo fugaz.
—¿Ahora qué? —pregunta Nora.
—Pues no sé —dice Alex—. Ponte en peligro, que Izan lo vea, tachamos la predicción, y para casa.
—Muy gracioso —dice ella.
—Buen trabajo conteniendo la risa para conservar tu orgullo —dice Alex.
—Ya te gustaría… —dice ella.
—Bueno… —digo—. ¿Nos centramos?
Nos sentamos los tres en un banco.
—Podrías hacer una bajada bien peligrosa con el patinete —dice Alex—. A lo mejor se rompe, o a lo mejor te rompes tú. Pero, en peligro, seguro que estarías.
—¡Alex! —grito.
—¡Perdón, perdón! —dice Alex—. No me grites así, Izan, que luego me dejas traumas.
—Ya… A ver. Nora. Temo que no podamos hacer nada por ti, ya que este tipo de predicción es la típica que tu abuela o Jordi se encargarán de cumplirla a su manera. Si eso pasa, tengo que verlo, para que así se cumpla la frase del calendario. Pero, si no pasa, tal y como dice Alex, tenemos que ser nosotros los que creemos una situación de peligro. Una en la que estemos de acuerdo los tres. ¿Qué te parece?
—Me parece que no llegaremos a eso. Lo que has dicho al principio es lo que pasará —dice Nora—. Nadie me ha confirmado nada, pero… Estoy segura de que ya mismo aparecerán Jordi o mi abuela para ponerme en verdadero peligro. Lo harán riéndose de mí, además. Y yo me dejaré, porque sigo queriendo ayudar a Saúl. Fin de la historia. Así que no hace falta que te comas tanto la cabeza, Izan… Tú solo estás aquí para confirmar con tus ojos la predicción. Nada más.
—Ah… Bueno. Si lo tienes tan claro… —digo—. ¿Solo sirvo para eso?
Nora sonríe.
—Pobrecito Izan… No te sientas mal. Mira, si te soy sincera… También quería compartir algo contigo. Una cosa de la que me he dado cuenta… A la que todavía no he dado forma, pero tal vez os sirva para algo. O tal vez me sirva a mí…
—¿Qué es?
—¡Luego se lo cuentas, niña! —dice una voz estridente a nuestra espalda. Nos giramos y… Es Dana. Bueno, en realidad, es Olivia.
—Ahí lo tienes… —dice Nora, dándole la espalda de nuevo a su abuela—. Que haga lo que quiera. Lo soportaré.
—¡Ji, ji, ji! ¿Crees que te pondré en peligro físico? Qué poco me conoces. No dejas de ser un fraude de nieta…
—Es un lujo que una persona como tú piense que soy decepcionante —dice Nora—. Significa que no voy por tan mal camino.
—¡Mira, lo que me ha dicho la niñata! —dice Olivia—. ¡Desagradecida! ¡Tendría que haber dejado que tu abuelo siguiera haciendo lo que le diera la gana contigo!
Nora y yo nos levantamos al escuchar ese comentario, por pura rabia. Creo que los dos hemos tenido el impulso de encararnos a Olivia, pero, no sé si por falta de costumbre a comportarnos así, o por miedo, no hemos hecho nada más que levantarnos de golpe.
Sin embargo… Alex ha hecho lo mismo que nosotros, y él sí que ha llegado hasta el final, poniéndose frente a Olivia y agarrándola del cuello de la camisa.
—Retira eso —dice Alex, con una voz áspera y amenazante, que nunca le había escuchado.
—Anda, ¿y este? —dice Olivia, sonriendo—. Si te me acercas tanto, a lo mejor te doy un besito.
Nora aparta poco a poco a Alex.
—No merece la pena —dice Nora—. Déjala que llore de frustración por estar muerta.
—Eres Alex, ¿no? —pregunta Olivia—. Pues ya te tengo en mi punto de mira… Seguro que me das juego… Ji, ji, ji…
—Te estaré esperando, enferma —dice Alex.
—Ya me he cansado de este ambiente —dice Olivia—. Enseño lo que tengo que enseñar, y me voy, ¿vale, guapetones? ¡Que una no para de estudiar y aprender!
—Date prisa —digo.
—¡Izan! Ahora que te veo, ¿qué haces tú aquí? ¿No tendrías que estar en el trabajo? ¡Ji, ji, ji!
Alex vuelve a dar un paso adelante, pero yo lo detengo.
—No le hagas caso. No importa.
—No sé cómo la soportáis… —dice Alex.
—Experiencia —dice Nora.
—Costumbre —digo yo, casi al mismo tiempo.
Olivia está buscando un vídeo en el móvil.
—Aquí está. Qué pesadez, se me dan fatal estos móviles antiguos.
Nadie dice nada. Ella se ríe sola.
Olivia nos enseña un vídeo.
Al ver lo que es… Se me hiela la sangre.
—Vaya caras… Ji, ji, ji…
—¿Por qué haces eso…? —pregunto.
Es Nora durante el día del Proyecto Esmeralda. Es el momento exacto en el que asesinó a su abuelo. Lo apuñaló una y otra vez, y, justo antes de eso, se podía ver que él no la atacó en ningún momento, ya que el vídeo empieza poco después de que Salvador se levante de la cama y empiece a sentirse mal. Nora le hablaba bien, como una nieta cariñosa, mientras él sufría por el veneno. Con ese contexto, si este vídeo llegase a las autoridades… Nora no podría salvarse de la pena máxima.
—Lo habéis entendido, ¿verdad? —dice Olivia—. Y, ¿sabes lo más divertido? ¡Que no tenéis a vuestra abogada para llevar el caso!
—¿De verdad le harás eso a tu nieta…? —digo.
—¿A la persona que ayudó a la abogada a matarme? Claro que lo haré. Nora tiene que elegir mejor a sus aliados… Pero no sabe. La prueba es que ahora está hablando con vosotros, deseando unirse a vuestro grupito.
—¿Ya me has enseñado todo lo que me tenías que enseñar? —pregunta Nora.
—Qué niña más desagradecida… —dice Olivia, con una sonrisa maliciosa que no soporto ver en el rostro de Dana—. Este vídeo irá directo a la policía en el momento en el que nos fastidies a tu hermano o a mí. ¿Tienes dos neuronas funcionales como para entender que eso no te conviene?
Nora sonríe.
—De acuerdo. Podré soportarlo.
—Oh, ya lo sé que podrás soportarlo… —dice Olivia, acercándose a menos de un palmo de la cara de Nora, que se mantiene impasible—. Ya sé que lo único que te duele es que haga daño a los de tu listita… Pero tranquila, que eso ya llegará. Hoy solo quería enseñarle a Izan que estás en peligro. Ya me encargaré de divertirme de verdad contigo, ya…
Nora ya no sonríe. Olivia la tiene atrapada del todo.
—Bueno, caballeretes, y fraude de nieta… Nos veremos otro día. Espero que nos veamos muchas veces. No os portéis mal conmigo, porque sé a qué personas queréis más, y qué os puede doler más, y tengo material de sobras para haceros llorar. ¡Ya quedan muy pocas predicciones! Es tan fácil matar a quien yo quiera… ¿No lo veis? Conforme los nombres salgan por última vez, esas personas ya podrán morir. No sabéis lo que me excita eso…
No contestamos. Ella espera a que lo hagamos, pero, al no obtener respuesta, se ríe y se marcha.
—Es mucho peor que como me la imaginaba… —dice Alex.
—Acabar bien el calendario no es nuestro único objetivo —digo—. Hacer que Olivia salga del cuerpo de Dana cuanto antes tendría que ser igual de prioritario.
—Si es que eso se puede… —dice Nora.
—Eh, tú —dice Alex—. Cambia esa cara, pero ya. ¿No te das cuenta de que somos un equipazo? Lo de Dana lo solucionamos, ya te lo digo yo.
—Me fascina tu confianza… —dice Nora.
—Ya. Siempre te ha fascinado —dice Alex, dándose un golpe en el pecho—. Nunca me has ganado un duelo verbal, porque mi confianza te abruma. Lo sabes.
Nora no contesta, pero se le escapa la risa.
—Oye, Nora… —digo—. Antes has dicho que también habías quedado con nosotros para compartir una información. ¿Qué era?
—Ah, sí… A lo mejor no nos lleva a ningún sitio, pero, ya que lo hiciste tan bien adivinando toda la lista de personas importantes, y también lo que hizo mi hermano… A lo mejor puedes conseguirlo.
—¿Has añadido una séptima persona a la lista? —dice Alex—. No busquéis más. Esa persona soy yo.
—Más quisieras —dice Nora—. Pero, no vas mal encaminado…
—¿Sobre ser yo esa persona? —dice Alex.
—No. Sobre mi lista.
—Te escuchamos —digo, apartando poco a poco a Alex para que entienda que se tiene que callar ya.
—Como tal vez sepas, hay más gente a la que le pasa lo que os pasa a ti y a mi hermano, aunque en menor medida. Lo de conectar con recuerdos de la anterior versión del mundo. A mí se me da muchísimo peor que a Oliver o a ti, pero… Una única vez, hace muy poco, surgió un pensamiento bastante concreto. Es solo que no he terminado de formar el contexto que había alrededor… Solo era un susurro de esa otra vida…
—¿Sobre la lista de la anterior Nora? —pregunto. Nora asiente.
—He recordado un pensamiento que tuve cuando hablé con Saúl en la celda. Me visualicé a la perfección hablando con él sobre mi lista… Saúl preguntaba por la cuarta persona, yo evitaba contestar, para no exponer lo que pensaba sobre mi padre…
—Sí, eso encaja con lo que nos contó Saúl —digo.
—Pero lo interesante es lo que yo pensaba en ese momento. Pensaba: aunque, hace muy poco, he añadido a dos personas más… Pero no te lo diré.
—¿Qué? —digo—. O sea… ¿Te refieres a que tu lista del anterior mundo también era de seis personas?
—Sí. Eso creo. Me parece que las añadí muy al final. No quise decírselo a Saúl. Es todo lo que recuerdo.
—¿Crees que pueden ser las mismas? —pregunto.
—Dudo que Frank esté en esa lista —dice Alex, y yo lo miro, esperando a que me explique por qué—. No me extrañaría que Saúl esté también, por la conexión que tuvieron en aquella celda. Tampoco descarto que la predicción de Nora de finales de mes, sobre que colapsa, sea porque intentó liberar a Saúl, pero no pudo. Sin embargo, ahí no hicieron lo de Salamander, ni hay muestras de que Frank hiciera nada relacionado con todo lo que sí ha hecho en esta versión de la historia.
—Sí… —dice Nora—. Muy bien, Alejandro. Muy bien. Yo pensé lo mismo que tú.
—No se te ocurra volver a llamarme así… Eleonora.
—Hijo de puta… —dice ella.
—¿Eleonora? —digo, y se me escapa la risa—. Hostia, nunca lo había pensado.
—Yo lo busqué en internet hace poco —dice Alex, orgulloso—. Sabía que lo necesitaría pronto.
—¡Vale! Vamos a ignorar los nombres —dice Nora, mucho más alterada que cuando ha venido antes su abuela, lo que se me hace curiosísimo—. Hay una quinta persona que no sabemos quién es, pero que fue muy importante.
—¿Quinta? ¿No sexta? —pregunto.
—Tengo la intuición de que Saúl fue el último. Lo he dicho sin pensar… Puede que me equivoque, o puede que haya sido por la conexión con la anterior vida.
—Tiene sentido —digo.
—Y, teniendo en cuenta que mi vida social es nula… —dice Nora, fingiendo que eso no tiene importancia para ella—. Creo que podría ser alguien que conozcamos en común. Tal vez no, pero… Es lo más probable.
—Pues ya tenemos algo nuevo en lo que pensar —dice Alex—. Venga, a ver quién de los tres lo saca antes.
—Si es que lo saca alguien… —digo.
—Yo os lo he contado por si sale, pero no tengo ninguna esperanza… —dice Nora.
Alex nos pega un manotazo en la espalda a cada uno.
—¡Venga! ¡Prohibido ese pesimismo delante de mi persona! ¿Estamos?
—¡Estamos! —digo.
—No te emociones tanto… —dice Nora.
Nora se marcha. Alex sigue diciéndole cosas desde lejos, como para burlarse de ella, o vete a saber. Yo intento pensar en esa quinta persona de la anterior versión de la historia, pero no funciono nada bien… Porque no puedo quitarme de la cabeza que he vuelto a ver el vídeo del apuñalamiento de Salvador Santalla. He vuelto a oír los gritos de la Nora de aquel día… Y ahora sé que Olivia lo quiere usar en su contra. No puedo asimilar eso así como así…
Pero sé que tengo que ser fuerte y aguantar. Sé que este tipo de golpes son los que me tenía que llevar. Sabiendo que todos mis enemigos están ya al descubierto, y que quedan tan pocos días… No podría esperar menos del mes de febrero.
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