Capítulo 70
Día de veterinario
“¡A mi Espino no le faltará de nada!”
Voy camino al veterinario acompañado de Estrella. En teoría, me la he encontrado de casualidad. Si es que las casualidades existen con una bruja…
—¿Has considerado pedir ayuda a más gente con esto del calendario? —me pregunta.
—¿A quién más se lo voy a pedir?
—Creo que no es algo que debas ocultar con tanto recelo —me dice—. Entiendo que no quieres exponer tu vida de esa forma, y menos mediante un calendario que le mostrará a quien pueda mirar, todo lo que te pasará durante cada mes. Pero, por otro lado, tú no estás haciendo nada malo. Y, cuanta más ayuda tengas, más puntos de vista podrían intervenir. Abrirte nuevas puertas…
Qué raro…
—¿Tienes a alguien en mente?
—No. Solo quiero que lo consideres.
—Claro… Oye, Estrella, cambiando de tema, y ya puestos a preguntarnos cosas complicadas el uno al otro… ¿Has reflexionado sobre lo que te pregunté el viernes pasado?
—¿Qué me preguntaste el viernes? —Estrella me mira. Lee mi expresión—. Ah, ya… Si todavía sigo enamorada de Lydia. No creo que te interese seguir por ahí, Izan.
—¿Por qué no?
—Porque parece que estés apoyando la posibilidad de que volvamos. O, si no es eso, entonces parece que te divierten los amores no correspondidos de tus amigas. ¿Seguro que quieres eso? ¿No prefieres olvidarte del tema?
—Claro, si me lo planteas así… He metido la pata con la preguntita, ¿no?
—No te preocupes. Yo solo quiero que esté feliz, y también sentirme mejor conmigo misma. No quiero nada más…
En el veterinario, hacemos el chequeo completo a Espino. Me da las instrucciones necesarias y todo está bien. Por sentimiento de culpa, me pongo muy, pero que muy pesado haciéndole preguntas al veterinario sobre cualquier cosa que pueda ocurrir: situaciones hipotéticas, tipo de alimentación, futuras vacunas, cuidados, atenciones, cómo funciona el tema de la castración y en qué casos hay que recurrir a ello o no…
Muy pesado. A Estrella le hace gracia.
Cuando salimos, a la que le toca escuchar mis preguntas sobre mi gato es a Estrella.
—Oye, ¿cuándo es su cumpleaños? El año que viene lo quiero celebrar.
—Pues no lo pregunté. Tiene poco más de dos meses. Le preguntaré a la dueña de la madre.
Estrella escribe. Esperamos mientras yo hago otras preguntas de menor importancia. A los cinco minutos, contesta. Estrella se queda quieta leyendo la respuesta.
—¿Pasa algo? —pregunto—. ¿Por qué te has paralizado al leer una fecha de nacimiento?
—¿Qué? —pregunta Estrella, volviendo en sí—. Ah, bueno, sí que ha sido por la fecha, pero no tiene importancia.
—¿Cuándo nació?
—El uno de marzo.
—¡Anda! Es cuando comenzó el calendario. ¿Por eso te has quedado paralizada? ¿Crees que es algún tipo de destino?
—No creo que tu calendario y tu gato tengan relación entre sí. Pero conocí a una persona que no paraba de repetir… Bueno, te sonará a tontería. Esa persona siempre decía que había tres días con una especie de carga mágica muy poderosa. Lo repetía una y otra vez, como si fuese lo más importante de su vida.
—¿Tres días mágicos? ¿Carga mágica poderosa?
—Sí. Tres días al año. El veintiocho de febrero, el uno de marzo… Y el más importante de todos: el veintinueve de febrero.
—Es extraño…
—Sí. Me he quedado quieta porque no había caído hasta ahora que tu calendario comenzó el uno de marzo. Tal vez debería investigar un poco más por ahí…
Me está costando procesar lo que Estrella intenta decir. Parece que se está tomando muy en serio esto de las fechas, pero a mí me cuesta comprenderlo.
—¿Has dado con una pista? —digo por fin.
—No lo sé. Pero, Izan… No rechaces pedir ayuda a personas que sepan de estos temas, por favor. Creo que es muy importante…
—De acuerdo, de acuerdo… Estás muy rara.
—Perdón. Necesito pensar. Voy a irme, ¿vale? —Estrella se acerca al trasportín donde tengo guardado a Espino y se despide de él con el dedo. Luego me vuelve a mirar—. Tu gato tiene una energía muy bonita. Seguro que será un poderoso aliado en los momentos más difíciles. Cuídalo bien.
Hoy Estrella ha estado muy rara. Me quería decir algo. Y lo de las fechas mágicas… Creo que eso me supera del todo. Lo reflexionaré con calma cuando llegue a casa.
Por lo menos Espino está sano. Eso es con lo que me quiero quedar del día. Seguro que su presencia me salvará para el encuentro de mañana.
Visito al tío Mateo… ¿Por qué? ¿Para qué?
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