Capítulo 141 Flora me trae caramelos
“Me imagino a Flora llegando y diciendo algo tipo: toma, me das tantísima
pena que al menos espero aportar algo dulce a tu amarga e insulsa vida.”
Después de una mañana dedicada a las compras y a la limpieza habituales de un día en que el calendario me avisa de una visita, Flora aparece con los caramelos por la tarde.
—Mi madre se ha encerrado a hablar con su amiga Marta. Cuando se encierra en su cuarto en vez de hablar en el salón como si nada es porque va para largo.
—Y tú aprovechas para escaparte, ¿no?
—Su voz me molesta, y cuando habla con Marta grita incluso más. Qué pesada que es.
—No sé si has venido al lugar adecuado entonces —le digo con mucho pesar—. Desde aquí se escucha a tu madre igual.
Flora pone la oreja y los dos escuchamos a Lucía quejarse un poco de todo a grito pelado.
—No. Igual no —dice—. Tendrías que ver cómo es en casa. Desde aquí es hasta agradable.
—No me jodas…
—Oye, te he traído caramelos —dice por fin. Una bolsa transparente de esas de las tiendas de chuches donde tú seleccionas con pinzas y cosas así lo que quieres. Huele muy bien.
—¡Muchas gracias! ¿Cómo es eso?
—Mi madre me contó que le hablaste fatal ayer.
—¿Y esto es un premio por haberlo hecho o…?
Flora se ríe.
—Bueno, puede que sí. O, si lo hiciste porque no estabas nada calmado, entonces es algo que te ayudará a calmarte. Te gusta lo dulce, ¿no? No me dirás que eres de esos que dicen que los caramelos son para niños.
—Por supuesto que me gustan los caramelos. ¿Por quién me tomas?
—Ya decía yo. Anda, toma —me acerca la bolsa con los caramelos. Casi me la pone en la cara—. Y no te los comas todos de golpe, que esto es para los dos.
—A la orden.
Comemos caramelos y charlamos un rato. Bueno, más que charlar, Flora me interroga sobre mi vida, alegando que hace tiempo que no le cuento nada. Pone especial énfasis en los amoríos, como no podía ser de otra manera.
—Al final no entendí qué pasaba con Nora… —dice.
—Es extraña, ¿verdad? Yo creo que Nora es una persona peligrosa para mí, pero hay cosas interesantes con ella. Cuando te ayudó aquel día con tu madre fue todo un alivio.
—Ya. A mí me dejó loquísima. Yo me había hecho como una imagen mental de ella, y se hizo añicos. Qué mal… Nunca me pasa eso.
—No es todo tan simple. La gente no es buena o mala del todo en cada cosa que hace, y en el caso de Nora es más complicado todavía…
—Bueno, pero no estáis juntos, ¿no? No es tu novia ni nada raro.
—No por favor. No digas eso.
—Vale, ¿y en qué punto están ahora tus salseos amorosos? Me quiero enterar.
—Bueno… Estos días estoy tonteando con una chica por internet. Se llama Aurora, y la conocí jugando online a…
—Espera. Pausa. Stop. ¿Otra chica? ¿Otra nueva? ¿De qué vas?
—¿Qué…? Bueno, es que…
—No, oye, de verdad. Yo creo que estás jugando con el corazón de más de una y no te das ni cuenta porque estás que no estás. ¿Qué pasa con Abril?
—¿Abril el mes, o…? —digo para aliviar un poco la tensión con una broma de la que me arrepiento al instante.
—Izan… —dice, mirándome muy, pero que muy mal.
—Es complicado… Aunque suena cliché eso, ya lo sé, y…
—No me estás contestando a lo que me tienes que contestar. ¿Ella ya no quiere nada contigo? ¿Tú estás del todo seguro de que no quieres nada con ella? ¿Alguna de esas dos cosas es real?
—A ver, depende de cómo se mire…
—¿Sí o no? No me valen tus gimnasias mentales, Izan. ¿Estás seguro del todo? —ha puesto mucho énfasis en decir eso.
—Pues… No estoy seguro de lo que siente. Tampoco de lo que siento yo. Pero sí creo que no es bueno que siga intentándolo con ella. La he cagado mucho.
—¡Pero qué desastre! —dice, echándose las manos a la cabeza. Un poco más y se tira de los pelos—. Que sea ella la que decida eso, ¿no? Si tantas ganas tienes de castigarte a ti mismo, lo menos que puedes hacer es decidir por ella. Si ella quiere estar contigo, y tú quieres estar con ella, pero no te gusta cómo la has tratado, entonces será Abril quien decida. Y punto. Y tú te callas y, si te acepta, pones tus fuerzas en mejorar y en que no vuelva a pasar. ¿Te parece razonable o no te parece razonable? Buf… De verdad, Izan, que hago mucha falta aquí, ¿eh? Madre mía…
Yo cojo otro caramelo, pero con mucho cuidado, por si me aparta de un manotazo porque considere que ya no me merezco ni uno más.
—Qué, ¿hablarás con ella o no?
—Sí… Hablaré con ella.
Me ha domado por completo. Pero en el fondo me ha empujado a algo que quería hacer, y que retrasaba porque me daba mucho miedo. Me sigue dando miedo, de hecho. Pese a todo, aunque Lydia me mataría por esto, prefiero esperar a ver las predicciones del calendario de agosto con respecto a mi asunto con Abril. No me atrevo a hacer nada si luego el calendario me dice que pasará algo opuesto. Además, los próximos días, entre resacas y despidos en el trabajo, no sé si estaré en plenas condiciones.
—Bueno, socio, me voy, que ya no escucho a mi madre. Déjate de líos por internet y habla con Abril. Si no, no hay más caramelos.
—Eso que has dicho es cruel.
—Pues ya sabes lo que tienes que hacer. Hala, te dejo pensando. ¡Adiós!
Y se fue.
Madre mía. El repaso que me ha dado es preocupante. No sé si tiene toda la razón del mundo o si de verdad la vía de Abril es una vía muerta, pero desde luego me ha dado fuerzas para intentarlo. No tan pronto como le gustaría… Pero sí, lo intentaré. Todo sea por esos caramelos y porque Flora no se enfade tanto conmigo, por lo menos.
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