Capítulo 274
¿Me ha mentido…?
“Estoy preparado para otro golpe. Creo que ya estoy curado de espanto.”
Cada vez que llaman a la puerta, me entra de nuevo uno de esos micro infartos que eran tan comunes en mi anterior vivienda. La cosa no se ha calmado porque, al final, todas las personas peligrosas saben dónde vivo, así que, qué más da si me cambio de casa o no…
Ahora estoy solo. Son las cinco y media de la tarde, y Frank ha salido a comprar.
Acaban de tocar al timbre. ¿Abro? ¿Espero a que venga Frank?
La predicción de hoy habla sobre mentiras, no sobre peligros físicos o amenazas, así que… Tal vez me conviene abrir, para saber quién me miente, por lo menos.
Las personas que están al otro lado son un hombre y una mujer ancianos. Creo que… Sí, creo que son ellos.
—¿Los padres de Frank? —digo.
—¿Frank? —ríe la mujer—. Todavía se pone motes el pobre. Es un niño grande.
—Ah, perdón. Los padres de Francesc —se me había olvidado por completo su nombre.
Mi primer impulso, después de hacerles pasar, es ayudar al padre, por si cojeaba.
—Deja, deja —dice él—. Me valgo, hombre.
—¡Perdón! Es que como se hizo daño en la pierna el mes pasado, pensaba que había que vigilar.
—¿La pierna el mes pasado? ¿No te confundes con otro anciano? —dice.
—¿Qué? No… ¿No? —digo—. De cuando Francesc fue con ustedes a pasar unos días para ayudar en la granja…
Me miran, confusos. Se miran entre ellos. Parece que no saben de qué hablo.
—Yo no me he hecho nada en la pierna este año —dice el padre—. Y el niño ha venido mañanas sueltas a ayudar, pero tampoco te creas…
—Ah… Pues sí, a lo mejor me he confundido. He dormido fatal estos días. Miren qué ojeras.
A ver, a ver… ¿Frank no pasó una temporada con sus padres entre finales de octubre y principios de este mes? Sí, estoy seguro de que sí. Dijo que su padre se hizo daño en la pierna y que los tenía que ayudar… ¿Qué pasa?
—¿Dónde está el prenda? —pregunta la madre.
—Francesc ha salido a comprar —digo—. Aquí solo estamos Espino y yo.
Cojo a Espino de debajo de la mesa y se lo enseño. Así están entretenidos un rato mientras intento ordenar mis ideas. ¿A lo mejor recuerdo mal lo que me dijo Frank? No… Recuerdo que, por lo menos, se fue. Claro, eso seguro, porque en el calendario hay una predicción que indica que vuelve.
Sí, él estuvo ahí por una lesión de su padre… Estoy seguro de eso.
Unos minutos después, Frank vuelve a casa.
—¡Oye! ¿Qué hacéis aquí? —dice.
—¡Míralo! Qué fuerte con las bolsas y todo —dice la madre.
—Tenemos a tu tío trabajando en la granja. Hoy hemos venido de visita y a mirar los sitios esos que te digo que llevaba a tu madre de jovencilla —dice el padre.
—Pero, ¿cómo es que nadie me avisó?
—Una sorpresita que te queríamos dar papá y yo.
—Fue idea suya, a mí no me mires.
Frank está incómodo. No le ha gustado que sus padres se presenten por sorpresa.
Pasamos la tarde con ellos y yo soy, según dicen, un muy buen anfitrión. Les sirvo cosas para picar, bebida, pongo un radiador portátil para controlar la temperatura… Todo eso.
Frank está incómodo porque teme que haya preguntado por la lesión. Por una lesión que nunca existió. Y por una temporada ayudando a sus padres que tampoco ocurrió.
Frank… ¿En serio me ha mentido? No me lo puedo creer. Mi primera opción sigue siendo que yo lo estoy entendiendo mal, pero, por más que pienso… ¿Qué otra forma hay de interpretarlo?
Cuando los padres de Frank se van, me hace la pregunta que demuestra que está preocupado por eso.
—Oye, al final… ¿Qué ha pasado con la predicción de hoy?
—Ah, eso. Ha sido una cosa con Liam. Con la chica aquella que era su novia y tal. Es un poco complicado de explicar, y todavía tengo que investigarlo un poco.
—¿Seguro? —pregunta.
—Sí, seguro.
Seguro que es mentira, claro. Pero no he sido yo el que ha empezado a mentir, ¿verdad?
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