Capítulo 309
Muchos nervios
“Vaya puntería. Lo que nos hemos encontrado…”
Después del trabajo, voy con Lydia y Frank a visitar a Serena al hospital. Las pocas veces que Serena y Frank han coincidido se han llevado muy bien, así que él también ha querido venir a dar apoyo.
Sin embargo, lo que nos encontramos al llegar es a la madre de Serena diciendo que no se puede entrar. Que está en pleno parto. Lleva ya seis horas.
—¡¿Qué dices?! —dice Lydia, tapándose la boca.
No sabemos si esperar ahí o no. Hemos mirado por internet que un parto puede alargarse hasta doce horas, especialmente en madres primerizas.
Decidimos ir a tomar algo y esperar a que la madre avise a Lydia.
Cuando llevamos como dos horas esperando, entra Iris en la cafetería del hospital.
Se sienta con nosotros y, después de un rato hablando de la situación de Serena, aprovecho para preguntar.
—Oye… ¿Quién era tu amiga? La del pelo recogido.
—Izan, ¿ya te quieres ligar a otra? —dice Iris, con su sonrisa super relajada.
Lydia se parte de risa y da golpes en la mesa y todo. Es un espectáculo en plena cafetería del hospital.
—Oye, por favor… —digo.
—Es una amiga mía. Quedo con ella a veces y la traje a la fiesta porque le gustan estas cosas.
—Es que me suena —digo—. Me suena muchísimo. ¿Puede que la conozca de algo?
—Pues no lo sé. Por mí, creo que no. Se llama Marina, ¿te suena por el nombre?
—Marina… Pues no, no me suena.
—Si quieres le pregunto si te conoce de algo.
—¡No, no! —digo, agobiadísimo, porque no soporto estas cosas—. Déjalo. A lo mejor la he confundido con otra.
—Nada, nada —dice Lydia—. Tú estás buscando más conquistas. Eres un peligro del ligoteo y hay que atarte, o tendremos un disgusto.
Mientras Lydia se burla de mí, la madre de Serena nos llama. El niño de Serena ya ha nacido.
Corremos hacia la planta. Todavía estamos un rato más esperando, hasta que el mino regio sale a saludarnos. Está pálido, pero con una sonrisa.
—Ha sido un día muy duro… —dice—. Muchas gracias por venir.
Se dirige a Lydia y a Iris, que las conoce mucho más que a mí, y muchísimo más que a Frank.
—¿Qué tal está? —pregunta Lydia.
—Bueno... Todavía tiene que estar unos días en el hospital. Tanto el pequeño como ella. Pero dicen que ha salido mejor de lo que se esperaba.
—Qué alivio… —dice Iris.
—¡Qué nervios he pasado! —grita Lydia—. Menos mal que no está entre mis planes tener hijos.
Esperamos un poco más, pero parece que hoy no veremos a Serena ni al bebé. Todavía tienen que mirar muchas cosas. Los tecnicismos del médico no los he entendido.
El caso es que Serena todavía tiene que estar en observación, su bebé también, pero dicen que la cosa ha ido un poco mejor de lo que se esperaba. El niño ha nacido con casi ocho meses y medio. Entra en el rango de lo prematuro, pero hay posibilidades de ser optimista. Por lo visto, según el mino regio, se sospecha que este parto prematuro ha sido porque Serena es hipertensa. Es algo que no sabía.
El mino regio nos dice que Serena está muy contenta porque hayamos venido a verla, y que siente mucho no poder recibirnos. Nosotros pedimos que nos mantengan informados de todo.
Cuando salimos, miro el móvil y Estrella me ha mandado un mensaje. Mañana quedamos con el maestro Nero.
Bien… Hoy ya he pasado los nervios, y ahí tenemos la conversación importante.
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