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Miércoles 7 de junio de 2023

Joel Soler

Actualizado: 13 nov 2023


Capítulo 99 Nora me cuenta cómo le ha ido

“Que me cuente lo que quiera. Otra cosa es que la escuche.

No pone nada de que me entero de cómo le ha ido. Solo me lo cuenta.”



Siete de junio. Hoy es el cumpleaños de Oliver y de Nora.

No voy a poner excusas. Estoy tomando algo con ella ahora mismo, poco después de volver del trabajo. Me estaba esperando en el portal. Me ha dicho que eso sería un gran regalo. Por lo menos he tenido la cara de decirle que, aunque sea su cumpleaños, solo voy si lo paga todo. Ha aceptado. El dinero le da igual, no sé si porque de verdad no le importa, o porque sabe que eso es un gran punto a favor conmigo.

—Tengo que felicitar a tu hermano —le digo—. ¿Tú lo has hecho?

Ella me mira. Está seria y al mismo tiempo relajada. El tema le incomoda, pero solo lo justo.

—No. Todavía no.

—Oye, y hablando de eso… Oliver intentará ponerse en contacto otra vez con su padre, ¿verdad?

Ahora está más seria todavía. Eso ha debido ser más incómodo.

—¿Tú también le das importancia a eso? ¿Tú, que no tienes relación con tu familia? ¿Tanto te importa la sangre?

—A mí no me importa la sangre. Pero a Oliver, por lo visto, sí. ¿Vamos a dejar de respetar eso solo porque a nosotros no nos influye tanto?

—A mí sí que me influye la sangre —dice Nora.

—Ah… —se me va la seguridad. Pensaba que había quedado bien con la anterior frase—. ¿Entonces? Más razón para entender a Oliver… ¿No?

—Tú sí que no lo entiendes… La sangre te une, sí, en eso estoy de acuerdo con Oliver. Pero nuestra sangre está maldita. Da igual a qué rama de la familia mires, todas vienen de algo oscuro.

—¿Tu padre también? ¿Cómo lo sabes?

—No sé nada de la procedencia de mi padre. Lo conocí, sí, pero no quiero saber nada de él. Lo que vi en él era una persona desesperada por cumplir el estereotipo de padre victimista que exige a su exmujer que lleguen a acuerdos para ver a los hijos que tienen en común. Sin habernos conocido, sin entender qué es nuestra familia, sin entender nada. Creía que éramos una familia normal. ¿Y por qué piensa eso alguien que ya ha estado con mi madre? ¿Alguien que conoció a mis abuelos? No, alguien así tiene que alejarse de nosotros. Es demasiado estúpido…

Al principio no sé muy bien qué decir. Miro a Nora en silencio, y ella está jugueteando con la bolsita del té que ha pedido, pero con la mirada perdida.

—Oye… —digo por fin—. Entiendo que tenéis vuestras mierdas, pero creo que a tu padre ya le habrá quedado claro eso. Pero si, con todo ello, quiere conocer a Oliver, y el sentimiento es mutuo… Quiero decir, ya tenéis una edad. No estamos hablando de un padre que quiere la custodia compartida de unos niños recién nacidos. Cumplís veintisiete, ¿no?

Nora asiente.

—¿Qué me quieres decir?

—Pues que ese hombre ya ha sufrido el "castigo" de no entender a tu familia, si lo quieres ver así. Ahora solo quiere tener una charla con una persona más que adulta como es tu hermano. Después de todos estos años… ¡Décadas, incluso! ¿No puedes concederles eso?

Nora sonríe. Es una sonrisa triste.

—Izan… Me hablas como si dependiera de mí.

—¿Depende de tu madre? ¿Oliver no es mayorcito ya?

Nora se echa para atrás, apoyada del todo en el respaldo de la silla, y mira al techo.

—Depende de mi madre, de mi abuela, de mi abuelo… —se incorpora hacia mí para mirarme de cerca—. Si crees que yo doy miedo, te recomiendo no involucrarte en las cosas de mi familia. ¿Por qué lo haces? ¿Por tu amistad con mi hermano?

—Sí… —digo, fingiendo entereza, pero me asusta un poco todo esto—. Por eso, y porque no me parece justo que dos personas que quieran quedar, no puedan hacerlo…

—Subestimas a las familias Santalla y Sallares…

Mi cabeza me pide que no indague más. Aunque, al decir los apellidos, me asalta una duda.

—¿Esos apellidos de dónde salen? Porque asumo que tu padre no se apellida así, ¿no?

—Santalla es el apellido de mi abuelo, y Sallares el de mi abuela. Tenemos los mismos apellidos que nuestra madre, como si fuéramos dos hijos más de nuestros abuelos. Como si mi madre solo fuese un borrón en el historial. Es una familia demente…

—Ya veo… —cada vez veo más humana a Nora. Sigo pensando que eso es lo que ella quiere—. Nora… ¿Odias a tu familia? Yo pensaba que te entendías con ellos.

—No la odio. Son dementes, son horribles y son peligrosos. Pero no los odio. Me han moldeado. Te lo he dicho, ¿no? La sangre nos une. La sangre de los Santalla y de los Sallares corre también por mis venas. No puedo escapar de eso.

—Eso es una tontería —digo—. Yo tengo la sangre de dos personas que no han crecido nunca y que chocan sus culos cuando recuerdan que viajarán a Lisboa. También la sangre de un abuelo que se supone que es inspirador y estoico como el que más. No me parezco en nada a ninguna de esas personas.

—Ahora te parece una tontería lo de la sangre, ¿verdad? Pero no te parece una tontería que Oliver quiera recuperar a su padre por razones de sangre. Luchas por él. ¿No es un poco hipócrita? Si es para las cosas malas, es una tontería. Si es para las buenas, tenemos que defender ese vínculo —Nora se acerca y señala con el índice sus venas, recorriendo con el dedo desde la muñeca hasta la mitad del brazo—. La sangre existe para lo bueno y para lo malo, Izan. O ignoras su existencia, o la aceptas con todo. ¿No te he enseñado nada? No puedes seguir quedándote solo con lo que te conviene. Tienes que abrazar las cosas con sus claros y sus oscuros. Al completo. Si no, no serás capaz de ver nada…

Cuando me hace esos discursos del estilo “debes abrazar la luz y la oscuridad”, nunca sé qué decir. Noto una fuerza superior a mí aplastando cualquier voluntad de réplica.

—Entonces… ¿No ayudarás a Oliver? —es todo loque puedo preguntar. Ella sonríe, pero es una sonrisa que esconde una cierta decepción.

—No le ayudaré, lo siento. Pero tampoco pondré piedras en su camino. Si mi hermanito quiere, pero de verdad, hablar con ese hombre, entonces que se lo gane. Que demuestre que el amor por la sangre es real y está por encima de nuestro entendimiento.

—Bueno… Algo es algo, ¿no?

Nora vuelve a sonreír. Me acaricia un instante la mejilla. Ese breve instante basta para que lo sienta como una caricia a mi alma. Como si me hubiese salvado de un pozo al que ella misma me empujó.

—Creo que hoy me entiendes mejor —me dice Nora. La veo feliz. Eso me asusta.

—Oye, Nora… ¿Cómo te ha ido? La vida, digo… ¿Cómo te ha ido?

No sé por qué le he preguntado eso. Puede que sea influenciado por el calendario. Puede que porque quiera saber cómo le ha ido ahora que la veo más humana. Puede que porque quiero que esto se acabe cuanto antes, y por eso hago que la predicción termine lo más rápido posible… O puede que sea lo contrario, que no quiero que esto termine, y por eso sigo sacándole temas de conversación.

Ella sonríe mucho más feliz.

Me cuenta su vida. Incluso las parte más rutinarias, como hablarme de su trabajo, suenan más tristes o más bonitas que si cualquier otra persona explicase la misma historia.

Aún así, ella evita contarme cualquier cosa que tenga que ver con su familia.

—Y… ¿Has estado con otras personas? —pregunto, y ahora sí que he quedado como un exnovio celoso o algo así. La intención no era esa, pero, por cómo sonríe, seguro que lo ha pensado.

—Ayer pasé un buen rato con Aaron —me dice con una sonrisa burlona.

—No me refiero a eso… Como pareja estable, digo.

Ahora se ha puesto seria. Está mirando a la mesa, a su taza de té.

—Nada que merezca ser contado…

—Eso es que sí, ¿no?

Levanta la cabeza y me mira.

—Eso es que no es nada que merezca ser contado.

Es increíble. Acabo de tocar un punto débil de Nora, además de su familia. Esa no la he visto venir. ¿Nora tiene a su propia Nora en su pasado?

Después de eso charlamos un poco más. Sí, me cuenta más cosas, pero siguen siendo evasivas. No toca los temas que más dolor le provocan. Le diría que no está abrazando la oscuridad de esos temas, pero seguro que saldría con una respuesta perfecta indicando que no he entendido todavía esa forma de pensar, así que me voy a ahorrar el ridículo, por el momento. En futuras charlas, ya veremos.

Porque sí, en apenas una semana, he pasado de huir de ella, a asumir que seguiremos teniendo charlas así. Es una de las cosas que más temía, y se está cumpliendo. Y lo peor es que ocurre sin que pueda defenderme.

No es lo mismo darte cuenta de que te está pasando algo malo, que ver como todo ocurre sin saber si de verdad lo está siendo. En teoría soy consciente de que es algo malo, ¿verdad?

Pues, para ser malo… Es agradable.







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