Capítulo 253
Frank vuelve por fin
“Creo que, mientras estén por ahí Salvador y compañía, no estoy hecho para vivir solo. Por fin vuelve…”
Me reencuentro con Frank en casa al mediodía, después del trabajo. Él ha vuelto por la mañana.
Cuando lo veo, le doy un abrazo que él nota diferente de los habituales.
—¿Qué te pasa? No me fui tanto tiempo.
No digo nada de primeras. Le quiero decir por qué estoy así, pero, al mismo tiempo, no quiero. Se lo contaré después de que charlemos un rato de forma tranquila.
—¿Cómo están tus padres?
—Bueno, me han dicho que ya no hace falta que les ayude. Que se valen ellos solos. Mi padre todavía tiene la pierna jodida, pero es muy orgulloso. Al final me han convencido, pero no sé… Creo que se tendrían que dejar ayudar un poco más.
—Espero que sea verdad que se valen… —digo, aunque no sé muy bien qué decir.
—Estás muy nervioso, Izan. Y no me has contado quién te amenazó ayer. ¿No me lo quieres contar? Me lo tienes que contar, Izan… Me lo tienes que contar.
—Sí… Ahora iba. Dame tiempo para que mi cabeza ordene las ideas.
—Por eso estás así, ¿no? Por eso necesitabas que volviera cuanto antes. ¿A quién tengo que encararme? ¿Te ha amenazado Enzo?
—No, no… A ver. Es que tiene que ver contigo.
Frank se queda callado. No le ha gustado nada escuchar eso. Creo que una de las cosas que peor lleva es que hagan daño a sus seres queridos por su culpa. Está apretando los puños. Tengo que calmarlo, porque la amenaza justamente apunta a que Frank tiene que estar calmado.
—Suéltalo ya —dice.
—Vino ayer Salvador Santalla.
—No me jodas… —se levanta del sofá y empieza a caminar de un lado a otro, nervioso—. ¿Aquí en casa?
—Frente al portal.
—¿Qué quería?
—Me ha hablado de la predicción de mañana.
—La de Lucas contra mí. Joder…
—Quiere que no molestes a Lucas. Quiere que te las apañes para cumplir la predicción sin molestarlo demasiado. Sin daños, sin amenazas, sin hacer que se sienta demasiado mal… Todo eso.
—¿Me tengo que enfrentar a él, pero no joderle demasiado el día? Vaya tela…
—Dice que está en un momento genial con los Abad, y que ahora no le conviene que Lucas esté en mala forma.
—Estupendo. ¡Pues nada! Hacemos lo que el puto Salvador Santalla diga. Pero ese cabrón caerá algún día, Izan… Te prometo que caerá.
—Ojalá. Pero, por ahora… Vamos a apegarnos al calendario y a las amenazas, ¿vale? Por lo menos hasta que sepamos qué podríamos hacer y qué no…
—No me gusta vivir escondido y dominado por la cobardía. No soy capaz —dice, sentándose de nuevo—. Pero entiendo que es tu calendario y es a ti a quien han amenazado. Tampoco puedo ignorar eso.
Yo no digo nada más. Me tapo la cara con las manos. Me siento débil e inútil.
—No te preocupes, Izan… No te preocupes. Haremos lo que tengamos que hacer.
—Gracias… Me alegro mucho de que estés aquí.
—Yo también.
No volvemos a hablar del tema en todo el día, pero lo noto en su cara. Frank está muy nervioso y enfadado. Yo no puedo hacer mucho más. Dejo la decisión en sus manos. Sé que hará lo que sea mejor.
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