Capítulo 256
Los peores clientes
“Si Nora no viene hoy, y otros ocupan su lugar, se pondrá contentísima, ya lo verás.”
Hoy, mi grupo de los sábados viene más reducido que nunca. Solo han venido Lydia y Serena. Bueno, con lo avanzado que está el embarazo de Serena, podría decirse que son tres los que han venido.
Hay bastante faena, así que tengo poco tiempo para hablar con ellas.
Cuando la cosa empieza a calmarse es cuando ellas deciden que toca volver a casa.
Sin embargo, antes de terminar de pagar, entran por la puerta, ciertamente, los peores clientes.
Lucas y Lucía. También está Flora.
Verlos entrar por esa puerta ha sido suficiente para marearme y perder la normalidad en mi respiración.
Flora corre a abrazar a Lydia. Yo miro a los LuLu y lo que veo no me gusta nada. Están mirando con odio a Lydia, sin esconderse lo más mínimo. Parece que las amenazas de Frank a Lucas no solo no han servido para nada, sino que han hecho que todo empeore.
Flora luego me saluda a mí. Ahora quien se lleva todas las atenciones y miradas rencorosas del matrimonio soy yo.
Lydia percibe ese odio (¡como para no hacerlo!) y me mira, asustada. No hace falta que digamos nada. Nos entendemos. Creo que tengo una conversación pendiente con ella.
Cuando Lydia y Serena se van, la cosa se complica un poco más con la llegada de otro cliente a terminar de completar la colección. Se sienta con ellos, con la familia. Enzo está aquí, y parece que no se lleva mal con Flora. Por lo menos, vemos como Flora le sigue el rollo y él habla con su sobrina muy animado.
También me ha dedicado una mirada que da bastante miedo. Este es el que me da más miedo de todos, porque está loco y tiene demasiado poder, tanto en influencias, como en sus músculos.
Lucas se levanta un momento para ir al lavabo, y pasa por mi lado mientras limpio las mesas de esa zona.
—Oye, capullo…
Yo solo le devuelvo la mirada, pero no digo nada.
—Ya no es solo una notita, ¿sabes? Hemos conseguido que Salvador Santalla nos lo confirme. No tengo ni idea de lo que has hecho para que nos pida que no os toquemos ni a ti ni a la secuestradora de tu amiguita, pero me ha dicho que la cosa solo durará hasta febrero. Cuando febrero termine, date por muerto. Y tu amiguita también, pero con ella seremos peores todavía. Ya sabemos que ha sido ella la que tuvo la idea y la que lo hizo todo. Sois un par de enfermos…
—Lucas, escucha…
—Cállate, ¿vale? Solo te he dicho cómo son las cosas. ¿Qué harás? ¿Llamarás a Frank para que me dé una paliza? Hazlo si quieres, pero yo mantengo lo que te he dicho. Te saldrá caro lo de secuestrar niñas. Puto enfermo…
Lucas se va al baño. Por mi cabeza pasan pensamientos intrusivos, tales como huir del país o seguirle hasta el baño y matarlo ahí mismo. No sé cuál es menos factible, pero no deberían ser del todo descartables esas opciones…
Cuando paso por la mesa de los LuLu, Lucía deja caer su café al suelo.
—¡Vaya! Qué torpe. Eso es porque huele a gato —dice.
—No me jodas…—murmuro.
—¿Perdona? ¿Te estás quejando de una clienta? —Lucía se levanta y busca a alguna de mis compañeras—. ¡Oye! Perdona —dice, mirando a Julia—. ¿Tenéis hoja de reclamaciones?
—¡Oye! —grita Flora—. ¿Qué haces?
—No interrumpa, Florita —dice Enzo—. Deje hablar a su madre.
—¡Pero que Izan no ha hecho nada!
Lucía le dedica una mirada de puro odio a su hija, pero ella se mantiene firme.
—¿Puedo ayudar en algo? —dice Julia.
—El limpiador —dice Lucía—, que me ha hablado de muy malas formas cuando se me ha derramado el café por accidente.
—¡Mentira! —grita Flora—. No le hagas ni caso.
Julia se queda un poco bloqueada. Me mira, como si yo pudiera decir algo que desatasque la situación. Yo, por mi parte, lo único que hago es limpiar el café en el suelo.
—Flora, deje hablar a su madre, bonita —dice Enzo, que trata de usted incluso a Flora. Nunca he visto nada igual.
Lucas vuelve del baño.
—¿Qué pasa aquí?
Julia mira a unos y a otros, y no sabe qué hacer.
—Ya he limpiado todo —digo—. ¿Le traigo otro café? —pregunto a Lucía, educadamente.
Ella me mira con los ojos inyectados en sangre (en mi cabeza, por lo menos, se ven así). Como no me dice nada, asumo que no.
—No pasa nada —dice Lucas, mirando a Julia.
Menos mal. Qué alivio… Hasta Lucas se ha dado cuenta de lo incómodo que se había vuelto todo y del ridículo que estaba haciendo Lucía. Pero el mal rato que he pasado… Joder.
Toda la familia se va. Flora se despide de mí con un choque de puños. Los demás no me dicen nada.
Julia me pregunta qué era eso, y yo solo le explico que es una antigua vecina que tuve y con la que hubo muchas peleas por su alergia a los gatos. No he querido explicar más. Espero que esto no derive en problemas en el trabajo… Al menos quiero quedarme aquí el tiempo suficiente para cobrar uno o dos meses y que haya merecido la pena aprenderme todo esto. Menos mal que solo Julia ha visto el problema, y no creo que me delate al jefe ni nada.
Al salir, sin embargo, tengo la desgracia de que me espere Enzo en la puerta.
—No por favor…
—Se salvó por los pelos, majo —dice, acercándose más de la cuenta.
—No quiero problemas, Enzo…
—¿Sabes que mi hermana y Lucas me lo han contado? Lo que hicieron con Flora…
—No es tan así… Es una larga historia. Una que no te voy a contar, como comprenderás.
—No, si a mí no me tiene que contar nada, amigo. Lucas ya le ha informado de lo que pasará, ¿verdad?
—Sí —digo—. Lucas ya me ha demostrado que no se esconde al admitir que es un puto mafioso asesino. Y tú tampoco, por lo que veo.
—Oiga… Yo solo soy un amigo de la familia. No me meta ahí, ¿quiere? Pero, ahora que lo menciona… Sabe que no puede llamar a la policía, ¿verdad? ¿Se le ocurre por qué?
—Se me ocurren mil motivos, sí. No hace falta que me lo recuerdes.
—Muy bien. Pues nos entendemos. Qué decepción, Izan… Me pareció simpático cuando lo conocí, pero… Qué decepción. Frank es una mala influencia.
—Y dale…
—¿Algún problema? —Enzo lo está disfrutando. Es odioso…
—No, no… Me vuelvo a casa, que luego, por la tarde, tengo que volver a trabajar.
—Claro… Descanse, amigo.
Los odio. Los odio a todos, de verdad. No puedo. Esto empieza a pesar demasiado.
He tenido muy malos meses desde que tengo lo del calendario, pero… Este es en el que siento miedo de verdad. En el que creo que no me deberían de estar pasando estas cosas…
Por el mediodía tengo una charla con Lydia por teléfono (Frank también se entera de todo). No sabemos qué hacer, pero me quedo con una frase de Lydia que, aunque no soluciona nada… Me ha tranquilizado.
“Aunque me quieran ver muerta, yo no me arrepiento de nada. Flora te defendió delante de su madre, ¿no? Pues eso pasó gracias a lo que hice, y lo volvería a hacer las veces que hiciesen falta, me hagan lo que me hagan.”
Supongo que esa confianza es lo que necesito yo ahora, pero… Ojalá encontremos una solución antes de que termine febrero. Antes de que terminen los calendarios…
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