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Sábado 18 de noviembre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 23 nov 2023


Capítulo 263

No estoy por la labor


“Normal, Izan… Normal.”



Hoy toca trabajar todo el día.

Bueno, después de lo de ayer, o de las múltiples amenazas de los últimos días, supongo que es normal no estar por la labor.

Al parecer, la predicción hace referencia a que hoy mis amigos celebran el cumpleaños de Serena, que es mañana. Está todo el grupo habitual, con Serena, el mino regio, Lydia, Anna, Abril, Oliver, Iris y Eric. Todos dan regalos a Serena. Se ve que Lydia me avisó de esto, pero yo no me enteré, o no me acuerdo.

Intentan interactuar conmigo de varias formas, pero es que no estoy por la labor. No puedo pensar en nada, y mucho menos interactuar con un grupo en el que está Abril, después de lo que pasó ayer…

Alcanzo, eso sí, a invitar a Serena a lo que está tomando. Supongo que con eso ya he cumplido, pero sigo sintiendo que soy un amigo de mierda.

Intento quedarme con algunas cosas que se dicen en la conversación, en momentos en los que en teoría estoy con ellos, pero es que no puedo pensar en nada que no sea mis problemas más recientes.

Por lo visto, a finales de mes, el embarazo será ya de siete meses. ¿Ya ha pasado tanto tiempo desde que se quedó embarazada? Creo que eso pasó entre abril y mayo, y, por lo que dicen, el bebé nacerá a finales de enero si todo sale bien. Es decir, todo el proceso entero desde la fecundación hasta el nacimiento de este niño será dentro del margen del calendario. Es el niño de la profecía que cambiará el destino del mundo.

Bueno, supongo que muchos niños nacen por estas fechas. Mientras no nazca el veintinueve de febrero…

Eso me recuerda a que tengo que preguntarle a Estrella cómo van las cosas. Joder, son muchos frentes abiertos. Muchísimos. Además, ahora digo para mis adentros la palabra “joder” mucho más que antes. Se me ha pegado de vivir con Frank.

Joder, estoy divagando. No me entero de nada de lo que pasa a mi alrededor.

Eric e Iris han sido los primeros en irme y no recuerdo si me he despedido de ellos o no. Estoy fatal…

—¿Estás bien?

Es Oliver. Acaba de volver del baño, y se ha detenido a preguntarme qué tal. A mí me ha asustado.

—He tenido una semana complicada… —digo.

—Oye, ¿te acuerdas de lo que te regalé para tu cumpleaños?

—¿Qué? Ah, sí… Una sesión de masaje gratuita, ¿no?

—Sí. Te lo recuerdo porque creo que te podría venir bien para relajarte. Yo pondré todo mi esmero si hace falta.

—Hostia, pues sí… Lo tendré muy en cuenta. Yo me pongo en contacto contigo.

—Genial —dice él con una sonrisa.

Antes de que vuelva a su asiento, lo detengo un momento.

—Oye… ¿Cómo estás de lo tuyo? ¿Volviste a marearte? No pude volver a visitarte al hospital porque hubo problemas...

—Ya, no te preocupes. Gracias por ayudar a mi padre a escaparse de mis abuelos. Y no, no… No me ha vuelto a pasar nada. Ya estoy bien.

—Oliver… ¿Me contarás un día lo que te pasó?

—Es lo que te dije. Estoy bien, y sé que estaré bien. Por favor, Izan…

—Vale, vale. Perdón. Pero, si alguna vez cambias de idea… Me encantaría poder ayudar.

Oliver me mira a los ojos. Creo que está dudando. ¿Me querrá contar algo al final?

—Perdona. Es que… —dice Oliver, intentando pensar bien sus palabras, creo—. Llevo una mala racha para comunicarme con los demás. Me cuesta abrirme y confiar en las personas. No sabría explicarlo bien. Es complicado.

—Te entiendo… Con lo de tener cosas complicadas de explicar, me refiero.

Mi jefe sale de su despacho en ese momento, y me toca moverme rápido para hacer ver que trabajo. Oliver lo entiende y me da una palmada en la espalda. Lamentablemente, eso ha quedado ahí, sin respuesta. Tampoco sabía cómo seguir la conversación, porque de verdad que mi cabeza no da para más.


Pasada una hora más, el grupo se va. No he podido hablar nada de nada con Anna. Tampoco con Abril. No hubiese sido un buen momento, tal y como está mi cabeza.

Por la tarde, solo hay una cosa que llama mi atención, y es que, durante uno de los descansos, Julia y yo salimos a tomar el aire y a merendar, y ella saca una naranja. Estaba preparado para que el olor mortal me provocase nauseas, pero… Nada de nada. No ha habido ningún problema. ¿Se me habrá pasado ya mi problema con las naranjas? Puede ser… Pero, por algún motivo, creo que no. Creo que es otra cosa. Pero no tengo ni idea ni estoy capacitado para pensar en ello. No estoy por la labor.






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