Capítulo 262
Pelea en el gimnasio
“Te juro que no sé qué pinta esto aquí…”
Los viernes vuelvo antes a casa. Antes de llegar a mi edificio, hago un pequeño rodeo para asomarme, así como a escondidas, al gimnasio.
Por el momento no veo a nadie, pero… La pelea tiene que ser ahora, ¿no? Vamos, yo no tengo pensado volver al gimnasio una vez vuelva a casa. Entre otras cosas, porque por la tarde trabajo. Es ahora o nunca.
Lydia me llama por teléfono. De tanto en tanto lo hace, ya sea para ir llevando el control de mis predicciones, o solo porque se aburre.
—¡Hola! ¿Cómo va la de hoy? ¡No te metas en la pelea!
—Estoy escondido en un callejón, esperando a ver si sale alguien por la puerta del gimnasio. No me pienso acercar ahí por mucho que el calendario lo diga.
—¿Y no hay nadie peleando? No creo que pase mientras trabajas… ¡Que por cierto! Igual hoy voy a verte. Ya veremos. Me tienes que contar todavía eso de que Saúl es un genio, pero Frank la caga. Creo que Frank está chafado con eso, que lo sepas.
—No me digas eso…
—Oye, ahora estoy con la duda. A lo mejor tengo que colgar, que estoy en el curro. Tú graba la pelea, ya que estás ahí.
—Sí. Si es que hay pelea, porque aquí no sale ni Dios.
—Bueno. ¡Oye! Te dejo, que el jefe está asomando su pesadez por el pasillo.
Lydia cuelga, y yo sigo observando. Pero, de reojo… Noto que alguien está situado justo detrás de mí. Se me detiene el corazón por un momento. Está muy cerca.
Me giro. Es… Hostia. Es Abril.
—Ah… Hola —digo.
—Perdona si te he escuchado a escondidas, pero… ¿Una pelea?
—¿Qué?
Mierda. Mierda, mierda y mil veces mierda. ¿Me pueden pasar más desgracias este mes?
—Izan. Has dicho que ahora tenía que salir alguien a pelearse. ¿Qué significa eso?
Es que no puedo contestar. No hay forma de salir de esto.
Además, la cosa se pone peor en el momento en que Enzo sale a la calle con Saúl, discutiendo, y confirmando que, en efecto, hay pelea.
Abril y yo miramos, aunque no escuchamos bien lo que pasa. Algún grito de Enzo nos da a entender que su único problema con Saúl es que se ha vuelto loco y que hace cosas peligrosas, pero no me quedo con los detalles.
—Se están peleando… —dice Abril—. Tú lo sabías. ¿Por qué lo sabías?
—Bueno, es que… Saúl…
—No solo lo sabías —dice, ahora más seria—. Lo estabas esperando. ¿Querías ver esto?
—Abril, por favor… Me estoy mareando un poco.
—¿Quieres que te deje disfrutar de la pelea en privado?
—¡Eh! —grita Enzo, con un volumen de voz mucho más cercano de lo que debería. Me giro y… Sí, está viniendo hacia aquí—. ¡¿Qué hace con Abril?! ¡Lárguese de aquí! ¡¿La quiere secuestrar también, o no es lo suficientemente joven?
Saúl va detrás, intentando frenar a Enzo.
—Oye, que no hemos terminado —dice Saúl, con una voz mucho más rota de lo habitual.
—Espera, espera —digo—, que ha sido casualidad.
—¡Largo de aquí! —grita Enzo.
Yo corro, por instinto. Por mi vida.
Ahí dejo una pelea que no entiendo a qué viene. Ahí dejo a Enzo con ganas de asesinarme. Ahí dejo a Abril preguntándose por qué sé que habrá una pelea, por qué la espero y por qué dicen que secuestro a menores.
Me refugio en casa hasta la hora de trabajar.
No me entero de nada más, ni vuelvo a hablar con Abril o con Saúl en lo que queda de día.
Lydia me visita al trabajo por la tarde, pero, como no me espera a la salida, no le puedo contar todavía lo que ha pasado. Tal vez por escrito, o tal vez mañana.
Ahora, solo quiero que el tiempo pase y que todo acabe.

Comments