Capítulo 298
El fin de los VDLS
“Olivia pensó lo mismo que yo. Y así será.”
—Izan, no te asustes —dice Hugo.
Los cinco VDLS siguen en la misma habitación.
Olivia Sallares, como ya imaginaba… Está muerta.
Sigue dentro de la celda. Le han cortado el cuello. Es una imagen impactante… Ver su cuerpo sin vida, su rostro sin una sonrisa, quieta… No puedo negar que siento un alivio inmenso al verla así. Pero, a su lado, junto al cuerpo sin vida de su abuela… Nora está de pie, encerrada en la celda, con la mirada vacía.
Yo me acerco primero a Olivia. Antes que nada, necesito asegurarme de que todo ha terminado. De que Olivia Sallares, la bruja asesina más peligrosa del mundo, ya no existe.
—Está muerta, ¿verdad? —digo.
—Sí —dice Estrella—. Lo hemos confirmado.
—¿Quién la ha matado?
Todos miran a Dana.
—Mató a Rojo —dice—. Soy la única que se atrevía a usar ese cuchillo, y no me arrepiento.
—Desde luego… —no puedo quitar el ojo al cuerpo sin vida de Olivia. Es algo que necesito asimilar—. No te arrepientas. Olivia merecía morir, no podría decirte nunca lo contrario. Pero… —pego un golpe a los barrotes—. ¿Qué hace Nora encerrada?
—Estamos discutiendo qué hacer con Nora —dice Dana.
—¿Cómo que qué hacer con Nora? ¿Qué tontería es esta? ¡Ella no es sus abuelos!
—Izan —dice Hugo—. No la mataremos. Yo no lo permitiré. Dana la ha encerrado por precaución. Quieren que pensemos con calma qué hacer.
—No iba a dejar que saliera corriendo sin más —dice Dana.
Yo le quito las llaves de la mano a Dana y abro la celda de Nora sin dar explicaciones.
Ella sale, despacio.
—No te preocupes, Izan… —dice Nora—. Entiendo a Dana perfectamente. No te enfades con ella.
—Más te vale no arrepentirte después de esto —dice Dana—, tú, que todavía no has terminado de sufrir con ese calendario tuyo… Ese calendario que Nora sabe de qué va y no te quiere contar, si no me equivoco.
—No, no te equivocas… —digo—, pero Nora no se quedará encerrada con el cadáver de su abuela después de todo lo que ha pasado. Eso va por delante de todo lo que me puedas decir sobre mi calendario.
—Tú mismo… —dice Dana, cruzándose de brazos.
—Vamos a calmarnos todos —dice Estrella—. Hemos actuado así porque la situación nos ha tomado por sorpresa. No estábamos listos para algo como esto, ¿no?
—Tiene razón —dice Gris—. Lo mejor será que cada uno opine sobre qué hacer, de forma ordenada y sin pisar a los demás.
—Yo opino que no tenemos que pensar en nada más —dice Hugo—. Salvador y Olivia están muertos. Los S están muertos. No hay que hacer nada más.
—Y yo estoy de acuerdo con eso —dice Rafael—. Además, Nora ha sido la que ha matado a Salvador, y la que nos ha dejado encerrada a Olivia. No tomará represalias contra nosotros por lo que ha pasado con sus abuelos.
—Eso no lo sabemos con seguridad —dice Ángel—. Por lo que hemos hablado de Nora en el pasado, es una persona inestable e incomprensible, ¿no? No sabemos qué piensa, ni qué hará después de esto. No sabemos qué conexiones tiene, o si ahora será ella la que tome el control de cosas que estaban a cargo de los S.
—Yo… —dice Estrella—. Creo que Nora es una fuente muy valiosa de información. No podemos dejar que se escape sin más y perder esta oportunidad. Izan… Lo estoy diciendo por ti. Por tu calendario… Ella sabe la verdad. Si se va, habrás perdido una oportunidad de oro…
—Y yo no me fio de Nora —dice Dana—. No me fio de nadie, pero de ella mucho menos.
—Entonces —digo—, somos tres a favor de dejarla libre y tres a favor de retenerla, ¿verdad?
—Eso parece… —dice Rafael.
—Oye, una pregunta —digo—. ¿Lleváis cinco horas con esto?
—Hemos tardado en tomar la decisión con Olivia —dice Hugo—. Ella también tenía muchas verdades que explicar, y queríamos plantear la opción de dejarla viva un tiempo. Pero el miedo a que pudiera salir con su magia era grande, y la esperanza de que nos contara algo útil, muy pequeña.
—Y, después de encerrar a Nora, hemos explorado un poco la casa —dice Estrella.
—¿No ha sido imprudente? —pregunto.
—Primero hemos confirmado que la casa estaba vacía —dice Ángel, dando palmadas en el monitor de las cámaras—. Con esto se puede ver todo.
—Estrella… —dice Nora, y esta la mira, sorprendida, porque no esperaba que se dirigiese a ella, supongo—. ¿Has encontrado la habitación secreta de mi abuela? La de los libros de magia.
—¡No! —dice Estrella, con una velocidad desesperada y explosiva—. ¡Y la he buscado! ¿Dónde está eso?
—Es secreta, como he dicho…—dice Nora—. ¿Queréis ir?
—Por favor —dice Estrella—. Te lo suplico.
Todos acompañamos a Nora a través de los pasillos de la mansión de los S.
Debajo de unas escaleras, Nora abre una puerta que no parecía una puerta. Dentro hay lo que parece un cuarto de basuras vacío, pero Nora abre una trampilla en el suelo que, de nuevo, no parecía una trampilla.
—Madre mía… —dice Ángel—. Lo tenían bien montado los S…
Después de bajar unas escaleras y abrir otra puerta más, llegamos a una habitación llena de estanterías con muchísimos libros, y con dos mesas enormes con muchos otros libros, cuadernos y hojas. En la habitación también hay otra puerta más que nos lleva a la sala de los experimentos, donde hay una camilla, muchos frascos y otros tantos artilugios que no sabría definir. Y más libros. Hay una pila de tres libros dorados que me llaman mucho la atención, casi como si los conociera de antes. Los reviso y, por el momento, no reparo en lo que son.
Todos nos dispersamos por las dos habitaciones y empezamos a explorar. Nunca había visto tan motivada a Estrella, de verdad.
Nora se acerca a una mesa y le hace una señal a Estrella para enseñarle algo. Intento cotillear, pero lo hacen con mucho secretismo. Creo que Nora ha escrito algo y ahora está señalando con el dedo al papel. Estrella mira a Nora, sorprendida, y Nora arruga el papel y se lo guarda en el bolsillo. ¿Qué ha sido eso?
Después de explorar un poco, Dana empieza a mostrar síntomas de hartazgo.
—¿Y bien? A mí no me interesan los tomos mágicos de Olivia, si os soy sincera.
—A mí tampoco —dice Ángel—, y tenemos que decidir algo ya. Quiero volver con mi perro.
—¿Qué harás, Estrella? —pregunta Hugo—. ¿Te quedarás aquí explorando?
—Yo… Necesito mucho tiempo para revisar esto con calma, y no sé si tendré muchas oportunidades la próxima vez.
—Si que las tendrás —dice Nora—. Yo puedo hacer que las tengas.
—¿Seguro?
Nora asiente, y Dana resopla y aprieta con los dedos su entrecejo.
—A ver, Estrella… ¿Estás confiando en Nora así, de repente?
Estrella mira a Dana con algo de miedo. Sabe que tendrá que llevarle la contraria, y no parece sentirse cómoda con eso.
—Lo mejor será que confiemos en Nora, sí.
—No me lo puedo creer… —Dana mira a Ángel—. ¿Y tú? ¿Sigues conmigo, o vas a ceder para quitarte esto rápido?
—¿Yo? Ya da igual, somos cuatro contra dos.
—Dime qué es lo que necesitas de mí —dice Nora, acercándose a Ángel.
—¿De ti? No sé si necesito algo de ti. Lo que necesito es garantías, y no sé si me las puede dar alguien a quien no le compraría un coche de segunda mano.
—Quieres asegurarte de que tu familia estará a salvo, ¿verdad? No puedo darte garantías perfectas, pero sí puedo decirte que no existe ni una persona dentro de la organización de los S que quiera seguir el legado de mis abuelos. Víctor Abad hubiese sido el único —dice, mirándome—, pero Izan te puede confirmar que esa persona está muerta. Yo misma —vuelve a mirar a Ángel— seré la que se encargue de las tareas y de la permanencia, o no, de las personas que trabajaban para mis abuelos. Me aseguraré de que no te pase nada.
—Joder con la nieta de los S… —dice Ángel—. ¿Qué hago? Quiero creérmelo, de verdad, pero, como te digo, lo que quiero son garantías. La vida de mis padres no es un juego, ¿sabes? Eso es algo que aprendí muy bien gracias a tu abuelo.
—Ángel —dice Estrella—. Durante los próximos días, pasaré algún tiempo con Nora. La vigilaré de cerca y juzgaré si de verdad nos podemos fiar de ella. ¿Te fiarás de mi criterio?
Ángel se rasca la barbilla y gruñe un poco.
—Bueno, será mejor que nada. Una persona que alimenta a mi perro con comida sin trigo sin que yo le haya dicho nada, me parece de fiar.
—Ya —dice Dana, dando un paso al frente y poniéndose delante de Nora—. ¿Y a mí? ¿Me intentarás convencer a mí?
—Puedo conseguir que tengas una charla con Martí para pedirle explicaciones.
Dana da un paso atrás y pierde la compostura.
—Eso ha sido un golpe bajo…
—¿Te interesa? —dice Nora, siempre con una expresión seria y determinada.
—Espera, espera… —Dana me mira—. ¿Cómo era la predicción de hoy?
—El fin de los VDLS —digo.
—¿Y no os llama la atención eso? ¿Cómo podemos fiarnos de Nora cuando podría acabar con nosotros precisamente por dejarle libre nuestra espalda? ¡No podemos bajar la guardia!
Nadie contesta, pero, por lo que puedo ver en las caras de todos, creo que cada uno de los VDLS piensa como yo. Miramos a Dana con una sonrisa tranquila y con algo de lástima.
—¿Qué os pasa? —pregunta Dana—. ¿Estáis lobotomizados o qué?
—Es lo contrario, Dana —dice Rafael—. Podemos bajar la guardia más que nunca.
—¿Qué…?
—Los VDLS —dice Hugo— éramos las víctimas de los S. Nuestro cometido era ese. Creímos que todo había terminado cuando Olivia mató a Rojo, pero, en el fondo, siempre quisimos seguir adelante. Siempre estuvimos unidos por ese objetivo en común que era acabar con los S.
—Y ya está —dice Ángel—. Ya no están.
—Dana… —dice Estrella, acercándose a ella y abrazándola—. Hemos terminado. Los VDLS ya no necesitan existir, porque ya no existen los S. Puedes descansar.
—Pero… —dice Dana—. No sabemos si hay gente que quiera seguir con el legado de uno de los dos, o si el resto de familiares, como Nora, querría hacer algo, o si…
Estrella niega con la cabeza, sonriendo.
—Incluso si así fuera… Ya no es cosa nuestra. Las personas que nos pusieron en peligro y que nos hicieron tanto daño, eran Salvador y Olivia. Ellos dos ya no están. Si seguimos después de eso, no acabaríamos nunca. No, Dana… Nosotros ya hemos terminado. Los VDLS ya se han acabado, por fin.
—¿Ya hemos terminado del todo…? ¿Ahora de verdad…?
—Dana —dice Gris, acercándose a ella y poniendo una mano en su hombro—. Rojo estaría muy orgulloso de ti. De todos nosotros. Nos hemos mantenido juntos y hemos colaborado incluso cuando pensábamos que ya nos habíamos rendido. Cuando Hugo necesitó ayuda, Dana y Ángel echaron una mano, ¿verdad?
Hugo asiente, con una sonrisa tranquila.
—Sí… Muchas gracias por eso. Y aquí estamos. Estrella no ha parado de investigar, y los demás hemos estado preparados para cuando se nos ha necesitado. No hemos podido hacer tanto como nos gustaría, pero nos hemos mantenido juntos hasta el final.
Hugo se gira hacia mí y hacia Nora.
—Muchas gracias. Sin vosotros, no hubiese sido posible.
Nora y yo asentimos. Yo estoy abrumado y no sé qué decir.
Dana llora. Creo que está empezando a sentirse un poco más aliviada. Al mismo tiempo mira al cielo… Creo que para despedirse de Rojo y decirle que todo ha terminado. Eso es lo que creo.
—Es hora de irnos —dice Ángel—, que seguro que Pancho se muere por verme.
Todos empezamos a movernos, y Nora se acerca a mí y pega su frente en mi pecho.
—De nuevo… Gracias. Muchísimas gracias…
Yo solo la abrazo y no digo nada.
Hugo se acerca a nosotros.
—Nora… ¿Quieres que te lleve en coche a casa? Tengo el coche fuera, ya que yo vine aquí en coche. Secuestraron a Ángel y me obligaron a venir hasta aquí para dejarme atrapar. Así es como nos encontraron.
—Fui muy descuidado. Perdón por eso —dice Ángel.
—No pasa nada —dice Hugo—. Si Olivia quería, lo conseguía de cualquier otra manera.
Nora está mirando a Hugo, no sé con qué expresión, porque estoy a su espalda.
—No voy a ir a casa —dice ella.
—Ah, entonces… —empieza Hugo.
—¿Puedes llevarme a tu casa primero para que pueda ducharme y cambiarme de ropa? Tengo ropa de recambio en la bolsa. Tenía pensado ducharme aquí después de todo, pero… Creo que me sentiré más segura conti… Bueno, fuera de aquí.
La sonrisa de Hugo. Su mirada. Creo que acaba de romperme el corazón. No sé si alegrarme por él o no, porque su relación con Nora es la que es… Pero, sí, me alegro por cómo se debe de sentir ahora.
Rafael se ofrece a llevarme a mí. Tiene el coche aparcado fuera desde el domingo pasado. Dana, Estrella y Ángel se van juntos con el coche de Dana, para recoger a Pancho en casa de Estrella.
Estrella y Nora acuerdan cuándo verse para seguir revisando todas las pertenencias de Olivia.
Antes de irnos, vuelvo a echar un vistazo a la pila de tomos dorados a ver si consigo recordar qué son.
—Oye… —digo en voz alta, sin dirigirme a nadie en particular—. ¿No había tres tomos ahí? Ahora hay dos.
Nadie sabe nada. Todos expresan que no se habían fijado en esos tomos.
—A lo mejor lo recuerdo mal… —digo. Aunque estoy casi seguro de que eran tres, pero… Estoy tan cansado, que vete a saber.
Me despido de todos los VDLS. Puedo ver el alivio en sus caras. Es el fin de los VDLS, y yo estoy feliz por ellos.
Rafael me lleva a casa y me dice que quedemos pronto un día de estos. Yo asiento y le doy un fuerte apretón de manos.
Al volver, Lydia y Alex están despiertos. Les pido que me dejen dormir y que esperen a que mañana se lo cuente todo.
Estoy tan cansado que el resto del día lo paso en piloto automático, explicando la historia a Lydia y Alex por la mañana, trabajando por la mañana y por la tarde en la cafetería (a los que les he tenido que prometer que les devolvería un día de Navidad por lo de ayer) y sin meterme en ningún problema. Un resto de día normal. Lydia y Alex han alucinado con toda la historia. No sé ni lo que opinan, solo me escuchaban en silencio con los ojos muy abiertos. Han decidido respetar mi necesidad de descansar y desconectar. Mañana lo hablaremos con más calma.
Pero, al final, nunca se desconecta del todo…
Revivo una y otra vez lo que ha ocurrido en casa de los S. La sangre, las puñaladas, las risas, lo que pasó entre Nora y su abuelo… Todo. No será fácil de digerir.
También me hago preguntas. ¿Qué escribió Nora a Estrella para ponerla de su parte? ¿Qué pasó con el tomo dorado desaparecido? ¿Nora seguirá siendo mi enemiga para proteger a la persona que me entregó el calendario? Y, una pregunta que no ha conseguido respuesta… Si eran enemigos, ¿por qué Saúl fue el que me atrajo a casa de Olivia? Entiendo que Saúl quiere que las predicciones se cumplan, pero, en este caso, si Olivia quería secuestrarme, hubiese sabido hacerlo ella sin ponerse de acuerdo con alguien contrario a ella como es Saúl. No lo necesitaba para nada. ¿Qué es lo que me he perdido?
Los S han terminado, y me he quitado un enorme peso de encima… Me alegro por los VDLS. Ellos terminan aquí.
Yo, en cambio, todavía tengo mucho por delante…
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