Capítulo 297
Proyecto Esmeralda
“La última predicción de los S..."
No sé dónde estoy. No sé qué hora es. Me duele muchísimo la cabeza. ¿Qué ha pasado?
Tengo el móvil, así que, por lo menos, puedo saber qué hora es. Son las ocho de la mañana. Qué mal… ¿Qué ha pasado? Saúl… Estaba siguiendo a Saúl, y alguien me atrapó, y ahora estoy aquí. ¿Esta es la guarida del grupo de Saúl?
Estoy atrapado en una celda pequeña. Tengo cama y hay una tele al otro lado de los barrotes. También tengo un lavabo. ¿Me van a tener aquí mucho tiempo? Si atendemos al calendario, pasado mañana estaré celebrando la nochebuena de todas formas. Aunque pone que será tranquila… A lo mejor la paso aquí, pero tranquilo. De hecho, cuanto más pienso en las siguientes predicciones, más miedo me da que me quede aquí atrapado hasta el final del mes, porque a cada una de las frases les puedo dar la vuelta para que ocurran en este lugar.
Espera, escucho pasos. Alguien se acerca. ¿Será Saúl?
—¡Estás despierto! —dice… Olivia. Estoy en manos de Olivia. Genial…
—¿Qué hago aquí?
—Es una sala chula, ¿verdad? Lo mejor es esa tele. Nos puede hacer ver cosas la mar de interesantes.
—Espera, espera… ¿Trabajas con Saúl?
—¿Con Saúl? ¿De qué hablas? Creo que cada vez estás más mal de la cabeza. Aunque eso es culpa mía, ¿no? Ji, ji, ji…
—Saúl me atrajo hacia el matón que me durmió, y luego me he despertado aquí.
—Bueno, tú piensa lo que te sea más sencillo. Eso a mí me importa más bien poco. ¡Mira, mira! —Olivia enciende el televisor, y se pueden ver otras celdas—. ¿Ves? Te he puesto en la celda solitaria para que no tengas que interactuar con nadie, porque sé que te sentirías incómodo. Pero a nosotros nos gusta mucho ver cómo los prisioneros interactúan entre sí.
—¿Qué tenéis aquí montado…? Estáis enfermos…
—Ahora tenemos a poca gente, pero aquí ha pasado cada cosa… —se frota las manos y sonríe como una loca—. Una vez, Salvador tenía ahí a un alto cargo de una mafia rival, y yo tenía a un chico que quería robarme los conocimientos haciéndose pasar por mi aprendiz, pero que sé que en un futuro me venderá a la gente que quiere dominar el mundo. Los teníamos a los dos en celdas vecinas, y se hicieron amigos. Le pedimos a un esbirro de Salvador que nos recopilara los mejores momentos, y lo veíamos con palomitas. A veces lo mirábamos en directo para que la experiencia fuera más verdadera, con más alma. ¡Como un reality! A ti te gusta eso, ¿no? Lo ponía en las primeras predicciones de los calendarios, ji, ji, ji… Bueno, como te decía, que, al principio, al de la mafia le costaba creerse las cosas que decía el mío sobre la magia, pero al final se hicieron tan amigos que se contaron toda la vida y ya se creían todo lo que decía el otro. Uña y carne, Izan. Uña y carne.
—¿Para qué me cuentas esto?
—Porque tenemos mucho tiempo por delante. ¿Sabes cómo terminó esa relación?
—No. No me importa.
—Los encerramos en la misma celda y les dijimos que el que matara al otro, podría salir de ahí. No tardaron nada en despedazarse el uno al otro. Fue un clímax increíble. Ganó el de la mafia. Gente fuerte, claro. Gente que sabe defenderse.
—Sois unos asquerosos.
—¡Oye! Pero es verdad que lo dejamos salir de ahí. Bueno, luego le dimos caza, pero le dimos una oportunidad de escapar. El pobre lloraba de rabia mientras corría.
—Tenía que haberte matado…
—Izan… A veces, solo a veces, me da un poco de penita tu situación. ¡Pero es que eres muy divertido!
—Dime qué hago aquí y qué es el Proyecto Esmeralda, o lo que sea.
—¿Sabes? Cuando vi el calendario, tengo que admitir que me sorprendió muchísimo ver escrito “Proyecto Esmeralda”. ¡Me hizo una ilusión! ¿Cómo puede ser que un proyecto que llevo más de dos años preparando en secreto, salga en un calendario de un chico que no tenía nada que ver conmigo? Es placentero. Tengo mis teorías, claro, pero no le doy muchas vueltas, porque la situación es muy conveniente para mí.
¿Por qué se sorprendió? Pensaba que era ella la que lo preparó todo. ¿Qué es lo que le sorprendió? ¿Qué teorías tiene?
Sin decirme nada, cambia la imagen de las celdas vacías por la imagen de otras dos celdas que sí tienen a gente dentro.
Miro con atención. Olivia contiene la risa.
—¡No! —grito.
Rafael, Hugo y Ángel. Están atrapados en celdas.
—¿Cómo puede sonreírme la vida así? ¡Tres VDLS para mí! ¡Ji, ji, ji! Gris, Azul y Verde, ¿verdad? Estrellita y la abogada siesa salen en los calendarios de enero y febrero, pero esos tres no salen más. Quiero tenerlos aquí preparaditos como cartas de reserva.
Me mira con una expresión feliz y satisfecha. Yo la miro con cara de asco.
—Eres una enferma mental…
—Sabes por qué estoy poco fina de la cabeza, ¿verdad? Sabes lo que soy, ¿verdad? Mírame a los ojos y dímelo.
—Eres una Olivia del futuro que tiene el alma de una Nora muerta mezclada con la tuya propia. Una combinación monstruosa…
—Ji, ji… Sí, bueno. Tienes la información un poco incompleta. Es normal, es normal… No te sientas culpable por no saber.
—No lo hago. O sea, me la pela, te lo prometo.
—¡Ji, ji, ji! Eres tan antipático cuando odias a alguien… Pero, va, no seas malo y déjame contarte de dónde vengo.
—Es que no me importa. Habla si quieres, yo ya veré si te escucho o si desconecto hasta que me digas qué es el Proyecto Esmeralda y cuándo saldré de aquí.
—Si me conoces un poco más, a lo mejor entenderás mejor de qué va el Proyecto Esmeralda, y por qué lo hago. ¡Atiende, niño, que seguro que luego te pones a hacer preguntas cuando todo ocurra! Y claro, yo te diré: ah, haber escuchado. ¡Maleducado!
—Ya… Pues venga, dale.
—Ji, ji, ji… No te voy a contar todos los detalles, pero tienes que saber que aquí no hay solo dos almas. Somos muchas más.
—Ah, lo que faltaba…
—Desde la perspectiva de la primera Olivia de todas, este es el quinto mundo en el que estoy. Aunque, por supuesto, hay muchos más mundos…
—¿Qué?
—Yo era una chica jovencita sin nociones de magia. Viví una vida normal y me casé por exigencias de mi familia y por ser demasiado ingenua. Y no, no era Salvador ese hombre. Fue con otra persona que no merece la pena mencionar.
—Pobrecita. Se me parte el corazón.
—¡Ji, ji, ji! Eres muy ácido. Pero calla, por favor, que estoy hablando. Dime, ¿cuántos años tengo?
—Es que me da igual, de verdad.
—Mi cuerpo tiene setenta y cinco añitos recién cumplidos la semana pasada. Pero tengo muchos más. Tengo muchísimos más… —Olivia se abalanza contra los barrotes y me mira muy de cerca, sonriendo—. Tengo ciento ochenta y siete años, Izan… Y eso si solo contamos lo vivido con mi alma original. En realidad son más, si contamos otras Olivias a las que he me comido, y también el alma de Nora…
—¿De qué hablas…?
—Me casé con aquel hombre, pero me enamoré de otro. Un hombre bueno con el que casi me fugo, y con el que podría haber ocurrido algo muy bonito… Mi vida sería tan diferente… —mira hacia el techo, ensimismada—. Ahora que lo pienso, hay un mundo que dejé atrás que sí tiene una versión de mí que se casó con aquel hombre. ¿Qué tal les irá? Me gustaría poder viajar a los mundos que he dejado atrás y ver qué ha pasado con ellos… Ese será mi siguiente objetivo, cuando acabemos nuestros negocios con el calendario. ¡Hay tantas cosas que hacer! Y eso que tengo ya casi doscientos años.
No puedo contestar. Admito que quiero saber mucho más de lo que me habla, pero no quiero que me hable. Tampoco sé si estoy entendiendo su historia.
—No me estás entendiendo, ¿verdad? Ji, ji, ji…
—Poco.
—Pero ahora sí que estás interesado en mi historia. Te lo veo en la carita…
—Va. Habla.
Olivia me mira con una sonrisa muy intensa, apretando los dientes y abriendo mucho los ojos. Luego relaja la expresión y se acomoda en una silla.
—Intenté que mi marido nunca supiera nada de aquel amor secreto, pero, por un error muy tonto… Bueno, ya te imaginas. Se enteró de todo, y… Ji, han pasado más de ciento cincuenta años… Y todavía me pongo un poco triste.
—Ciento… ¿Qué? —pregunto en voz baja, pero me ignora.
—Mi marido mató a mi enamorado. Yo escapé. Me podía haber matado a mí también. Sí… Escapé y me refugié con un pariente lejano al que, ahora que lo pienso, ¡tú conoces! Ya no tengo mucha relación con él, pero antes era alguien que podía protegerme… —se gira hacia mí y sonríe—. Enzo era mi protector.
—¿Enzo? Espera, que no sé si estoy entendiendo… ¿No tienes como treinta años más que él? ¿De qué edad me estás hablando? ¿Cuándo pasó esto que me dices?
—En aquella época, Enzo y yo teníamos más o menos la misma edad. Es algo complicado. No te pierdas en detalles tontos como este.
—Claro. Detalles.
—Enzo me presentó a Salvador. Y Salvador me presentó a las dos personas que cambiaron mi vida… El maestro Nero, y la maestra Salma. Las dos personas que descubrieron la magia… ¡Pero solo en el plano teórico! ¡Yo fui la primera en ponerlo en práctica! Yo fui la primera que puso su cuerpo para experimentar con esos bichitos espaciotemporales. Que te quede claro eso.
—Nero y Salma… Las tres personas, junto contigo, que dan origen a toda la investigación de los malditos bichos que juegan con el tiempo…
—Nero sospechaba que se podían usar para viajar en el tiempo, pero que el peligro de muerte o de efectos impredecibles era demasiado fuerte. A mí no me importó… Yo quería viajar en el tiempo y evitar la muerte de mi amado. Qué motivo tan loable para un primer viajecito en el tiempo, ¿verdad?
—Así es como descubriste los viajes… Como los que usaron Rojo y Gris…
—En 2027 descubrí cómo hacerlo correctamente. Solo tuve que esperar al veintinueve de febrero de 2028 y moverme veinte años atrás en el tiempo. Mi marido mató a mi amado a finales de 2008, así que me moví a ese año, pero unos cuantos meses antes. Pude evitarlo… —Olivia hace el gesto de degollar una garganta—. ¿Entiendes? ¡Quedó tan impresionado! Una versión mayorcita de su mujer llega y le corta el cuello. ¿Qué pensamientos tendría antes de morir? ¡Oye! Y que quede claro que yo nunca había matado a nadie. Fue mi primera vez, ¡y me gustó!
—No tenía la menor duda…
—Los viajes en el tiempo, con estos bichitos, son crueles. Al final, lo único que hice es arreglar la vida de otra versión de mí, pero yo no pude volver a mi mundo, ni mi vida se había arreglado tampoco. Ahora teníamos a una versión de mí con casi cincuenta años, que pudo permitir que una versión veinte años más joven de mí misma se casara con mi amado. Yo me fui con Nero y Salma, que no me conocían en esta línea, y estudié más magia con ellos durante décadas. Cuarenta años después, ya cerca de los noventa años… Tenía el cuerpo cansado, pero había aprendido un conjuro muy, muy útil…
—No me gusta cómo has dicho eso…
—Viajé a 1996. Pensé que empezar mi vida de nuevo desde esa edad era lo ideal. No repetía la infancia, llena de limitaciones, pero tenía toda la vida por delante. ¡Qué maravilla! ¿Entiendes? Con ese viaje, abrí una tercera línea temporal, pero esta vez lo que hice fue insertar mi alma de vieja de casi noventa años, en el cuerpo de mi yo de quince. ¡Fue una sensación inmensa! Me tuve que morir para garantizar que funcionaba. Fue adrenalina pura, niño, te lo digo.
—Espera… ¿Hiciste qué…?
—¡Parasité a mi yo de quince años! Ji, ji, ji… Ah, pero cometí un error. Debí haber ido a otra época. Una más cercana a la de conocer a mi amor… Porque, fíjate qué caprichoso es el efecto mariposa que, en este nuevo tiempo, donde todo cambió tantísimo por motivos imposibles de predecir… —Olivia suspira—. Mi amado ya estaba casado con otra. Fue duro, no te voy a mentir. Mi exmarido también estaba casado con otra. Aunque lo maté igual —se ríe a carcajadas—. Eh, lo hice para proteger a la chica que se casó con él. Lo he matado en cada viaje que he hecho. ¡Es ya una tradición! ¿Viajo en el tiempo? ¡Mato a mi exmarido! ¡Ji, ji, ji!
—No puedo decir que esté en desacuerdo con eso…
—¡Por fin estamos de acuerdo en algo! Muy bien, ya estamos empatizando. Te sigo contando, ¿va?
—No te hagas ideas equivocadas, por favor…
—Esa vida la intenté pasar sin magia. Quise vivir una vida normal, y, qué quieres que te diga, también quise vivir una historia de amor. Como mi amado no estaba disponible porque se casó con otra… Bueno…
—No me digas que mataste a la otra, por favor…
—¡No! En aquella época no estaba tan mal de la azotea como ahora —se vuelve a reír con muchas ganas—. Me busqué a otro. Y, bueno… El segundo chico que más me había gustado en el anterior mundo era Salvador. Qué mal gusto, ¿verdad? Pero sí, de jovencito, y antes de volverse el jefe mafioso invencible que es ahora, era muy guapo y me ponía muy burra. No lo sabes, Izan, no lo sabes. ¡Encima yo tenía ya casi cien años mentales, y él tenía menos de veinte cuando me fui a por él en este tercer mundo! Menudo peligro que estoy hecha… ¡No me juzgues! Tú en mi lugar hubieras hecho lo mismo.
—No, no lo creo.
—¿Tú qué sabes? Tú no sabes qué cosas eres capaz de hacer. No conoces a tus otras versiones como las conozco yo. Calla.
—Bueno, entonces qué pasa, ¿te fuiste con Salvador a vivir una vida sin magia?
—Sí. Sin magia y sin mafia. O eso intentamos. Pero hay un detalle que no te he contado, ¿sabes? Es que resulta que, en el segundo mundo, en el que maté a mi marido y me dediqué a la magia hasta los noventa años… En ese mundo, durante las últimas décadas, yo luché contra unas personas que intentaron cambiar el mundo para mal. Utilizaron falsos Dioses, bombas… Querían dominarlo todo. Salvador y yo los frenamos. ¿Qué pasa? Que, en el tercer mundo, no había nadie para frenar a esa gente. Dominaron el mundo muchísimo antes. ¡Fue muy cruel! Nosotros ya teníamos una hija, una vida hecha… Y ellos lo destrozaron todo para recordarnos que el mundo necesita que yo sea una bruja, y Salvador sea un jefe de la mafia.
—No, no lo creo…
—¡Sí, Izan! ¡Sí! Somos héroes, pero desde tu perspectiva mono-línea temporal no eres capaz de verlo. ¡Cateto!
—Vale. Sois héroes. ¿Qué hicisteis?
—Me llevé a Salvador y a Olga a un viaje en el tiempo para evitar todo esto. ¿El problema? Que no había garantía de que viajáramos los tres juntos. Solo si se agarraban fuerte a mí… Pero, por lo visto, había un riesgo muy grande de que a mis acompañantes les pasara algo por entrar en el túnel temporal sin… Bueno, toda la protección de los bichitos, ¿sabes?
—¿Qué quieres decir…?
—El viaje solo está pensado para una persona. Se cuenta como el de una persona, y los bichitos lo entienden como tal. Salvador y Olga fueron equipaje, ¿entiendes? Su mente y su cuerpo no estaban protegidos. Fueron expuestos. Y ahí pasó…
—Qué es lo que pasó…
—Ese viaje afectó a la mente de mi hija. Empezó a confundir realidades y a volverse loca. El miedo que siempre tiene… Fue por eso. Fue culpa de ese viaje. O sea, fue mi culpa. Bueno, y también a cómo la trató Salvador después de eso. Porque esa es otra, Izan… Mi hija acabó mal, pero, en cambio, a mi marido… Le afectó también al cerebro, volviéndolo mucho más peligroso, eliminando cualquier filtro que pudiese contener ciertas perversiones que tenía dentro, reprimidas… Pero, lo peor de todo, es que también potenció una cosa que tenía en su cuerpo. A ver, Izan, bonito, cómo te explico esto… —Olivia se rasca de forma rítmica la barbilla, jugueteando con los dedos—. Mira. Salma era una mala bruja. Tiene gracia que lo diga yo, ¿no?
—Ninguna gracia.
—Salma experimentó con el cuerpo de Salvador con el objetivo de hacerlo invencible. No fue gran cosa, pero algo hizo. Se volvió un poco más resistente, pero no era nada tan notable. Las balas y los cuchillos lo podían matar, ¿sabes? Bueno… Pues ya no. Ese viaje amplificó el experimento de Salma. ¡Salvador se volvió invencible! Ahora es invencible. Ya lo habrás visto, ¿no? Creo que viste al pobre Enzo intentando matarlo a golpes.
—No me lo puedo creer… Es injusto que tu hija sufriera eso en la cabeza, pero tu marido recibiera ese beneficio.
—Yo ya sé de sobras, desde hace demasiado tiempo, que el mundo nunca es justo. No seas ingenuo, niño…
—Tiene que haber alguna forma de matarlo.
—¿Sabes? Una vez lo intenté. Le puse veneno en la comida. Sentí que era un buen momento para decirle adiós. Pero, ¿sabes lo mejor? ¡Que su cuerpo ni reaccionó! Es inmune al veneno. Encima, el muy miserable, sospechó algo y me preguntó si lo había envenenado. Yo le dije que no. Me hice la inocentona, pero, por lo visto, no soy creíble… Ji, ji, ji…
—Madre mía…
—Ahora vigila mucho qué come y qué no come, y siempre tiene vigilancia y planes para reaccionar rápido a posibles intentos de asesinato. Es invencible y es muy listo.
—¿No se puede hacer nada? ¿Es inmune a todo?
—A lo mejor si lo tiras al mar con un ancla atada al pie… Pero todavía no lo he probado. Se me acaba de ocurrir. Habría que ver cómo se haría eso, pero no creo que sea fácil, ¿no?
—Me estoy mareando…
Aunque no es mala idea. Mi mente ya está pensando en cómo poner a Salvador en esa situación en un futuro.
—No te voy a contar mucha más historia, porque el resto más o menos te lo sabes.
—Ah, ¿sí?
—Resumiendo: en ese cuarto mundo, Olga conoció a Hugo y tuvieron a Oliver y a Nora. Tiempo después, Nora te conoció a ti, tú la dejaste, le pasaron varias cosas y se suicidó. Te sentiste culpable y te volviste mi aprendiz para devolverla a la vida. Yo ya sabía viajar en el tiempo y unificar almas, pero solo sabía hacerlo si era yo la primera en morirse. No sabía cómo hacer que Nora volviera. Te vi tan desesperado por buscar una solución que te seguí el juego y seguí investigando. ¿Sabes? En el fondo, yo también quiero mucho a Nora, y creo que merecía la pena aprender a traer almas de vuelta que no sepan usar el conjuro de la unificación. Además… El motivo por el que Nora se suicidó… En parte fue mi culpa.
—Fue por Salvador, ¿verdad? Por las cosas que le hace su abuelo.
Olivia sonríe, pero su mirada es triste.
—Sí… Es por Salvador. El monstruo que yo misma creé.
—Y que consentiste.
—Exacto. Si se consienten algunos caprichos de Salvador, entonces se puede controlar mucho mejor su locura. ¿Qué quieres que te diga?
—Piensas esas cosas tan asquerosas, pero luego te sentiste culpable por su muerte… Tu cerebro ha vivido casi dos siglos y sigues siendo una persona triste y estúpida que no se conoce a sí misma. Mira que has tenido tiempo…
Por primera vez en el día, Olivia reacciona sin sonreír. Me mira con odio y se acerca a los barrotes.
—No te creas tanto, niñato. Tú eres tan culpable de la muerte de mi Nora como yo.
—Yo no fui. Fue Gris. Y dejar a Nora no es, ni de lejos, comparable a lo que vosotros le hicisteis.
—Ya… Aunque, bueno, Gris no lo veía así. ¡Ji, ji, ji!
—Se sintió tan culpable y colaboró contigo porque no sabía nada de ti…
—Sí, puede ser. Pero me lo pasé muy bien con él. Lo usaba como quería. Siempre has sido tan maleable… Pobrecito Izan…
—Bueno, ya me ha quedado claro. ¿Qué es el Proyecto Esmeralda?
—Espera, espera. ¿Gris te contó que rejuvenecí de golpe?
—Pues… Creo que sí. No me jodas…
—Exacto. Si recuerdas, cuando viajé con mi familia del mundo tres al mundo cuatro, yo no toqué a la Olivia de aquí. Pero, pasadas unas décadas… Me cansé de ser una vieja, y metí mi alma en el cuerpo de la Olivia de este mundo. Por eso rejuvenecí. Qué pillina que soy, ¿verdad? ¡Me quité de encima como treinta años!
—Eres… Eres una asquerosa…
—Luego Gris y yo hicimos el viaje que nos llevaría al mundo cinco. Aunque, bueno, este es el mundo seis, porque Rojo hizo aquel otro cambio suyo, así que yo el mundo cinco no lo he vivido. Ya sabes... Si Rojo no aparece, es el quinto mundo, si aparece, es el sexto, que es el que estamos viviendo. A saber qué haría la versión de mí que viajó con Gris a 2016 pero que no se topó con Rojo. Cuando sepa moverme entre mundos, ya le preguntaré. ¡O a lo mejor lo logra ella y me lo explica! El caso es que también maté a la Olivia que estaba aquí, en el mundo actual, y me quedé con su cuerpo. Solo me valió para rejuvenecer nueve añitos, pero buenos son. Además, no me gusta que se acumulen las marquitas de los viajeros del tiempo. Al matar a una Olivia viajera, desaparece una de las marcas. Más de tres ya sería abusar...
—En cada viaje te volviste más demente…
—¡Claro! Si es lo que te digo. O sea, cuando viajé con Gris, atento a esto, yo era la Olivia del mundo uno, con el alma de las Olivias de los mundos tres y cuatro. Pero, cuando llegué al mundo actual, ahí ya existía una Olivia que tenía la del uno y la del tres. ¡Y la parasité para ser más joven! Eso significa que ahora somos cinco Olivias y una Nora muerta. Esas son las almas que tengo dentro. ¿Qué te parece? ¡Como para no estar loca! ¡Ji, ji, ji!
…
Me he mareado.
Esto es demasiado para mí.
—¿Todo bien, pequeño?
—Me dan nauseas solo con escuchar esta historia…
—Ya. A mí se me ha secado la garganta. Oye, Izan, ponte cómodo, ¿vale? Tienes un lavabo ahí, y te dejo usar el móvil. Espero que tengas batería. Luego te doy de comer. A las cinco de la tarde empieza el Proyecto Esmeralda, así que estarás unas horitas aquí, ¿de acuerdo? Pues venga, mucho ánimo.
—Espera, espera. ¿Me dejarás aquí tantas horas?
—Sí. Tú pórtate bien. Y no le digas a nadie que estás aquí, o esa persona se muere en el acto, ¿queda claro? Hoy no me jodes el día… Solo tienes que estar de testigo para que tengas claro que esta predicción se ha cumplido. Y porque me hace ilusión mostrar el final de uno de mis mejores experimentos…
—¿No era suficiente con explicármelo?
—Izan… Aunque no lo creas… Una parte de mí, quiere verte como un aliado. Creo que podemos construir un futuro precioso tú y yo juntos. He matado a algunas personas que hubiesen destrozado el futuro, pero no es suficiente. El futuro del mundo pasa por bombas o Dioses falsos, y por perseguir a gente que estudia la magia. ¡Gente como Estrellita será perseguida en unos años, Izan! ¡Ese es el futuro que vendrá! Y será pronto… Pero tú y yo lo vamos a impedir. Así que pórtate bien, y no temas por tu vida, que te necesito. Teme, eso sí, por la vida de tus seres queridos, si te portas mal…
No contesto. No tiene sentido discutir con ella.
Voy a estar aquí más de siete horas…
Aviso a mis dos trabajos de que no podré ir y me quedo un rato mirando al techo, intentando digerir la historia de Olivia.
Después de unas horas sin hacer nada de nada, más que mirar la hora para saber cuándo llegan las cinco, mi siguiente actividad es leer el relato de Capricornio.
Me lo he leído en un momento… Todavía queda mucho para las cinco.
Olivia me trae la comida. No puedo comer bien porque tengo el estómago cerrado.
Después de terminar, me toca esperar otro puñado de horas.
Intento conservar la batería del móvil usándolo poco, y me empiezo a quedar dormido. Tengo sueño acumulado y no he descansado nada bien…
Me estaba quedando dormido, pero un ruido me sobresalta y me despejo de golpe. Es el televisor de la habitación, que se acaba de encender.
Veo la imagen de otra habitación con una cama.
Nora está sentada ahí.
Olivia entra en la habitación en la que estoy y se sienta en la silla.
—Ya son las cinco. Despierta, Izan, que ahora verás un espectáculo en directo.
—¿Qué hace ahí Nora?
—¿No sabes qué día es hoy?
—El del Proyecto Esmeralda, pero sigo sin saber qué es…
—No me refiero a eso. ¿No sabes de quién es el cumpleaños?
¿Cumpleaños? ¿Qué clase de pregunta es esta? El de Nora seguro que no, y el de Olivia tampoco.
—No, no lo… No. Espera, no…
—Sí. Es el cumpleaños de mi marido. El único día del año en el que Nora decide ser cariñosa con él, permitiéndole dar rienda suelta a la fantasía en la que son como novios. Algo que no me gusta nada, si me lo preguntas, pero que sirve para controlar los impulsos de Salvador y dejar que tenga esperanza para aguantar año tras año sin volverse loco. Desde que llegaron a esa solución, Salvador está de un manso con su familia…
—No…
—Cuando Salvador se volvió loco, Olga tenía trece años. Se aprovechó de ella un tiempo, pero no le gustaba la actitud de terror y de paranoia… Así que, cuando Nora nació, Salvador se obsesionó con ella. Y, conforme crecía, veía que Nora era mucho más serena y lista. Le encantaba…
—Olivia, escucha. Si quisiste investigar que Nora volviese a la vida de alguna forma, quiere decir que la quieres un poco. Tienes que parar eso. No dejes que Nora y Salvador estén juntos en esa habitación.
—Tiene que ser duro, ¿no? Que solo te quede confiar en mí… Una de las personas en las que menos se puede confiar… —dice, con una sonrisa resignada.
—¡Olivia! No puede ser que tú consientas esto. Eres una asesina desalmada que prioriza sus experimentos de mierda antes que la vida de cualquiera… ¡Pero incluso tú quieres a Nora a tu retorcida manera! ¡Saca a Nora de ahí!
—Nora está ahí por voluntad propia, Izan… Porque es mucho más lista que tú.
—¡No! ¡Está ahí porque está mermada por vosotros! ¡Sois una puta familia de enfermos! ¡Saca a Nora de ahí! ¡Nora! ¡Sal de ahí!
—Lo siento… —dice, sin sonreír, y me da la espalda para mirar a la pantalla.
Me acerco a los barrotes lo máximo que puedo y miro a la tele, desando que Nora se levante y se marche de ahí.
Alguien abre la puerta de la habitación de Nora.
Es Salvador…
Nada más entrar, abraza a Nora con fuerza.
—Nora… Cariño…
—Hola. Feliz cumpleaños, abuelo…
—Gracias. Gracias por venir aquí un año más… Te amo… Te amo, Nora…
No puedo mirar. No puede estar pasando esto. Y Olivia lo está mirando sin inmutarse…
Nora no ha podido elegir esto por voluntad propia... Sea por el motivo que sea. No me lo creo. Me están mintiendo.
Salvador empieza a besar a Nora por las mejillas y el cuello.
Nora... Empújalo y sal corriendo, por favor...
—Te quiero tanto, Nora… ¿Tú me quieres?
—Te amo, abuelo…
Salvador besa en la boca a Nora. Yo golpeo con fuerza una y otra vez los barrotes.
Me hago sangre en los puños.
Olivia me ignora. Está sonriendo. Su sonrisa no es ni la de alguien que disfruta, ni la de alguien triste. Es como si no pudiera evitar sonreír la mayor parte del tiempo. Pero… ¿Por qué permite algo así entre su marido y su nieta? ¡No tiene ningún sentido!
—Nora… ¿Tendrás hijos?
—Todavía no, abuelo…
—Es mejor no esperar mucho más. Sabes que él está dispuesto…
—Abuelo, ¿no soy suficiente? ¿No te conformas conmigo? Pensaba que me querías…
—¡No es eso, bonita! Tienes toda la razón. No hay prisa.
—Gracias por no presionarme y por dejar que esto vaya a mi ritmo. Eres muy bueno, abuelo…
—¡Faltaría más! Lo que sea por ti, Nora. Lo que sea. Sabes que te amo de verdad.
…
No puedo respirar. Quiero vomitar, y mis puños no pueden golpear los barrotes ni una vez más. Estoy llorando y no me tengo en pie. No quiero seguir viendo esto. No quiero que exista. Quiero tener el poder de matar a Salvador aquí y ahora.
Miro de reojo y veo que se acaban de tumbar. Están abrazados. Salvador acaricia el pelo de Nora y le da un beso en la frente.
—Olivia… Páralo… Haré lo que quieras… Trabajaré para ti… Cumpliremos todas las predicciones… Te haré caso en cada cosa que me digas…
—No puedes prometer eso, Izan. Estás hablando con el corazón, pero no harías eso. Si ahora te pido que mates a Lydia o a Frank, no lo harás. No prometas trabajar para alguien que te podría pedir esas cosas. No seas ingenuo.
—Pídeme algo ahora, lo que sea… Algo que sí pueda cumplir, aunque lo odie. Lo haré. Pero saca a Nora de ahí, por favor…
—No te molestes. Las cosas van como tienen que ir —Olivia aprieta los dientes y empieza a mostrar el rostro de una psicópata—. Esto ya termina…
Salvador se levanta de golpe de la cama y empieza a moverse de un lado para otro.
—Tengo el cuerpo raro —dice—. ¿No tienes calor?
—No, no tengo calor. ¿Estás bien, abuelo?
—La calefacción está muy alta. ¿No está muy alta? Sí, creo que sí…
—No me lo parece, pero lo puedo mirar —dice Nora, levantándose de la cama.
—Sí, míralo, cariño, por favor. Gracias.
Olivia se incorpora muchísimo hacia la televisión y cada vez abre más los ojos. Ahora también abre la boca, y sigue sonriendo.
Salvador se tropieza y cae al suelo.
—Nora… Saca el teléfono de mi abrigo, que llamaremos a Martí para que me lleve con Eugenio…
Olivia se gira hacia mí.
—Eugenio es nuestro médico personal. Un profesional, si te digo la verdad.
Nora busca en el abrigo de Salvador y saca su móvil. Se acerca a su abuelo.
—Llama, por favor…
—¿Estás malito, abuelo?
—Lo tengo en contactos favoritos… Llama…
—Claro, abuelito. Un momento.
Nora se va a la cama y busca algo por la parte inferior del colchón.
Olivia me hace señales con la mano.
—Muy atento a esto, Izan. ¡Atiende, te digo! Ahora viene la mejor parte.
—¿Qué está pasando…?
—¿Te lo digo? ¿Lo quieres saber? ¡Proyecto Esmeralda, Izan! Mi obra maestra… Algo que debí hacer hace mucho, mucho tiempo… Para sacar a Salvador del juego de la vida.
—¿Salvador está…?
—¡Y tanto! Ji, ji, ji… Mira. Mira cómo se retuerce.
—¿Cómo lo has hecho…? Decías que el veneno no funcionaba.
—Me he pasado años, Izan… ¡Años! Todo para crear algo que eliminase el efecto del experimento de Salma. No creo haberlo eliminado del todo, pero será suficiente para que su cuerpo, durante unos minutos, sea, digamos… Apuñalable. ¡Ji, ji, ji!
Nora ya ha sacado lo que buscaba debajo de la cama.
—Estaba bien escondido, por si te daba por revisar… —dice, mostrando un cuchillo enorme—. Pero no lo has hecho. Ya no eres tan prudente, abuelo… Me quieres demasiado, ¿verdad?
—¿Nora…? ¿Qué haces, Nora, cariño…? No me asustes…
Olivia se pone de pie y empieza a dar saltos de alegría.
—El veneno estaba en la boca de Nora. Unos últimos besitos son todo lo que la pequeña tenía que aguantar antes de terminar con esto para siempre. ¡Ah! No te preocupes, ¿eh? No es letal para ella. Bueno, no lo es si se toma el antídoto rápido. Puede marear un poco y no puede comer nada después de tomarlo, pero la verdadera fuerza del veneno Esmeralda… Lo que le está pasando a Salvador realmente es que está perdiendo los efectos de su cuerpo. ¡Eso le tiene que quemar que no veas!
—¿Nora tenía el veneno en la boca…?
—El líquido era verde y brillante, como una esmeralda. El tonto de Salvador nunca supo lo que era el proyecto. Él se pensaba que eran mis cosas para luchar contra los malos, los falsos Dioses y los perseguidores de la magia… Cosas por las que él ya no lucha. Le da igual, así que no ha sabido nunca que llevo años preparando esta forma de acabar con su vida.
Nora se acerca a Salvador y mira a la cámara.
—¿Quieres despedirte? —pregunta Nora, mirando a la pantalla.
—¡Oh, sí, sí! ¡Qué ilusión! —grita Olivia.
Saca su móvil y empieza a hablar. Su voz se escucha en un altavoz de la habitación de Nora y Salvador.
—¡Salvador! ¿Me oyes?
—Olivia… ¿Qué has hecho? —dice Salvador, agarrándose con fuerza el pecho y jadeando en el suelo.
—Han sido muchas, muchísimas décadas juntos. Fue bonito al principio, y no te creas que no te he tenido bastante cariño… Pero ya es hora de despedirnos. Muchas gracias por ser un cómplice para mis locuras y por viajar en el tiempo conmigo. No te culpo por haberte vuelto loco por ese viaje, ¿vale? Pero ya es tu momento de irte de aquí. Eres peligroso, y para peligrosa ya estoy yo. Los dos juntos somos demasiado para este mundo, así que… Adiós. Más allá hay otro mundo que podrás explorar. ¿Quién sabe? A lo mejor te va bien. ¡Ah! Y gracias por cederme toda tu fortuna. Haré un mundo mejor con ella. Espero que lo veas desde el más allá.
—Olivia, espera…
Nora se acerca a Salvador y levanta el cuchillo.
—Nora, no, por favor…
Sin decir una palabra, Nora clava el cuchillo en el pecho de Salvador.
Lo ha clavado en el lado derecho. No lo ha hecho en el corazón.
Nora saca el cuchillo y esta vez apuñala las piernas de su abuelo. Después, sus brazos.
Olivia está dando palmadas y pegando saltos. Nora grita mientras apuñala a su abuelo una y otra vez.
Tosiendo sangre, Salvador intenta hablar.
—Nora, no lo hagas…
Ella usa el cuchillo para apuñalar a Salvador en su entrepierna. Nora se recrea en esa zona.
—Ya no te apetece usar eso, ¿verdad, abuelito? ¿Ya no te apetece? Qué penita, si hoy es tu cumpleaños… ¿Qué pasa? ¿Estás triste, abuelito? ¿No se te levanta un día tan señalado como hoy, abuelito? ¿Eh? —Nora retuerce todavía más el cuchillo—. ¿No se te levanta, hijo de puta? ¡Dime!
Una parte de mí está horrorizada. Otra parte de mí disfruta y se siente cómplice. Puedo entender a la perfección que Nora protegiese tanto la predicción de hoy… Tenía que cumplirse a cualquier precio.
—Lo has entendido, ¿verdad? —me pregunta Olivia—. Salvador es invencible, paranoico, inteligente y siempre con vigilancia de los suyos. Solo hay un día y una hora en el año en que eso no pasa. Cuando está con Nora en su cumpleaños, se vuelve idiota, sus trabajadores no van con él y solo piensa en besar a Nora. Momento perfecto, ¿verdad?
—¿Seguro que hacía falta que Nora pasara por eso…? ¿Por qué no lo has rematado tú?
—Ese era el plan original, Izan. Eso es lo que íbamos a hacer. Pero Nora me pidió ser ella la que lo matara con sus propias manos… Menuda chica… Ji, ji, ji… Uy, creo que se está recreando mucho. Voy a hablar por el micrófono este —Olivia activa otra vez el altavoz que conecta su móvil con la habitación—. Nora, mátalo ya y ven a tomarte el antídoto, bonita. Buen trabajo.
Nora respira hondo y apuñala en el corazón a Salvador Santalla. Lo apuñala con fuerza y retuerce el cuchillo dentro de su pecho. Después saca el cuchillo y repite el proceso una vez más, esta vez gritando y llorando. Es un grito de liberación.
No puede haber sobrevivido a eso. No tengo la menor duda de que Salvador Santalla, aunque me pareciera imposible hace unos minutos… Acaba de morir.
—Muy bien, Nora —dice Olivia—. Corre, ven, que te pondrás malísima si no te tomas el antídoto. Ya se acabó todo, nena.
Nora sale caminando de su habitación y, un minuto después, entra en la habitación en la que nos encontramos Olivia y yo.
—Toma, pequeña. Buen trabajo.
Olivia le ofrece un frasco a Nora, y esta se queda mirando las manos de su abuela, pero no se mueve.
—¿Qué haces? ¿No lo tomas? —dice Olivia—. No creo que el veneno Esmeralda te mate, pero será mejor no tentar a la suerte. Si lo tomas ahora, estarás fuera de peligro. Si comes algo, podría quedar perjudicado y ahí sí que estarías en peligro. Tómalo rápido, va.
Nora sigue sin moverse.
Conozco esa cara. Se siente vacía. No sabe si quiere seguir viviendo o no. No sabe si quiere opinar o no. Solo es un cascarón vacío.
—Nora… —digo—. Lo has hecho muy bien. Tómate ese antídoto, por favor.
Al decir eso, la expresión de Nora cambia, como si su mirada hubiese recuperado la vida.
Nora le quita el frasco de las manos a su abuela y se lo toma.
—¡Bien! —grita Olivia—. ¡Misión cumplida, misión cumplida! ¡Ji, ji, ji! Ha sido todo un espectáculo.
Nora se acerca a mi celda.
—¿Estás bien…?
—No te preocupes por mí —digo—. ¿Tú estás bien?
—Sí… Estoy bien. Gracias…
—¡Qué bonito! —grita Olivia—. Bueno, Nora, toma —le acerca unas llaves—. Las llaves de las celdas. Saca de ahí a Izan, pero hazlo cuando yo esté lejos, que este me tiene ganas. Aunque hoy hemos empatizado el uno con el otro, ¿a que sí? —dice, guiñándome un ojo.
—No —digo.
—Luego charláis tranquilamente. Hoy no hay nadie en la casa, así que tomáoslo con calma. Estás más tranquila, ¿verdad, cariño? —dice Olivia, acariciando el pelo de Nora.
—Sí… Muchas gracias, abuela.
—¡Bien, bien! ¡Me voy, jovencitos! Ahora que Salvador no está, tengo muchísimo que hacer. ¡Muchísimo! Uy, seguro que su fantasma nos está mirando… No le gustará ver cómo engaño a los que trabajan para él, y como me cargo a los más fieles… Será todo un espectáculo.
—Has atrapado a Hugo, ¿no? —dice Nora.
—Sí, pero a él y a sus amiguetes déjalos ahí, por favor, que tengo un plan para ellos mañana. Ya sabes, el calendario de tu amigo no para de hacerme trabajar. ¡Tengo tanto que hacer! Bueno, Izan, ha sido un placer pasar un buen rato contigo. Y, Nora… Estoy muy orgullosa de ti.
Mientras Olivia dice eso y revisa unas cosas en su bolso, Nora estaba abriendo mi celda y haciéndome una señal con el dedo para que me mantuviera callado.
Cuando Olivia nos mira, ve que yo ya estoy fuera de la celda.
—Uy… ¿Y esto? —dice Olivia, perdiendo su sonrisa poco a poco.
—Izan… Necesito que reacciones rápido —dice Nora, sin quitarle el ojo a su abuela—. Ayúdame a meter a mi abuela en la celda. No hagas preguntas.
Sabe que lo primero que hubiese hecho es paralizarme y preguntar “¿qué…?”, y por eso ha dicho las palabras exactas para que no lo haga. Sin cuestionarme nada, corro hacia Olivia y la agarro de un brazo. Nora hace lo mismo con el otro brazo y los dos empezamos a tirar de ella hacia la celda.
—¡Nora! ¿Qué haces? —grita Olivia—. ¡Me hacéis daño!
Olivia se retuerce y forcejea todo lo que puede, pero Nora y yo conseguimos empujarla dentro de la celda y cerramos la puerta con la llave.
—¿Qué haces, Nora? ¡Pero si acabo de ayudarte a matar al monstruo! ¡Te he felicitado! ¿Por qué has hecho esto? ¡Hemos colaborado para ser libres! ¡Lo hemos conseguido!
Nora se aferra a los barrotes con la cabeza agachada. Aprieta los puños y contiene sus ganas de llorar.
—Abuela… —dice, con un tono de voz triste y roto—. Cuando te conté lo que el abuelo me hacía… ¿Cuál fue tu reacción?
—Escucha, Nora…
—¡¿Cuál fue tu reacción?!
Olivia pega un bote del susto y retrocede. Nunca la he visto así.
—No lo recuerdo… Hace mucho tiempo…
—Exacto. Fue hace mucho, y no has hecho nada hasta ahora. Has dejado que pasen años, y años, y años… Y no has hecho nada hasta ahora.
—¡Tenía que aprovechar la oportunidad! Llevo mucho tiempo con el Proyecto Esmeralda, ¿sabes?
—Cada año que pasaba… Cada cumpleaños de ese enfermo… Yo moría un poco más… Y a ti te daba igual…
—¡Pero hemos llegado hasta aquí, bonita!
—No es solo eso… A ti te dio igual cuando te lo conté. No te importó lo más mínimo…
—¡Eso es mentira! ¡No digas tonterías, niña! ¡A mí me dolía que Salvador te hiciera eso! Pero hay prioridades, ¿sabes?
—No. No es a ti a quién le importó. Yo sé que ahora te importa, y puede que de verdad te creas que te importó siempre… Pero no eres tú. No te importó hasta que dejaste entrar en tu cuerpo el alma de una Nora muerta. Es su sufrimiento el que ha hecho que esto te importe un poco. Es por ella que has empezado a tratarme mejor, a odiar más al abuelo y a darte prisa por acabar ese veneno… No me quieres, abuela. Soy yo, que todavía me puedo llegar a querer un poco, a pesar de ti.
—¿Crees que solo he hecho esto porque lo deseaba tu alma y no la mía…?
—Sí, así lo creo.
Olivia se queda callada, y Nora ríe con ironía.
—No contestas, ¿no? No puedes contestar. Es indiscutible…
—¡Te quiero desde antes de que una Nora entrase en mi alma! ¿No lo ves, Nora? ¡Yo hice todo lo que pude para recuperar tu alma! ¡Eso es porque te quiero! ¡Yo sé que te quiero desde mucho antes!
—Tu forma de querer, abuela… Es la segunda peor forma de querer que he conocido nunca. Y, desde hace unos minutos, eres la persona viva que peor sabe querer en todo el mundo. Te doy la razón con que el abuelo era un monstruo… Pero tú también lo eres, apenas un paso por detrás de él.
—¡Él es muchísimo peor! Yo no abuso de ti. ¡Yo hago lo que hago porque me preocupo por el futuro del mundo!
—Hay seis personas por las que daría mi vida, abuela… —dice Nora, levantando sus manos, extendiendo los cinco dedos en una, y el dedo índice en la otra. Tú no solo no eres una de esas seis personas… Es que eres la persona que más daño podría hacerles. No lo voy a permitir.
—Nora, Nora, escucha —dice Olivia, arrastrándose hacia los barrotes y asomando la nariz por uno de los huecos—. No sabes lo que haces. Yo voy a defender el futuro, ¿sabes? El mundo me necesita, y yo no puedo desaparecer. Es muy importante que, en este punto, yo siga viva. Si algún día tengo que morir, tengo que asegurar mi legado. No me puedes matar aquí. No todavía... Porque el mundo…
—Eso a mí no me importa. Tú serías capaz de matar a una de esas seis personas para proteger el mundo. Yo estaría dispuesta a dejar que todo el mundo acabe destrozado por completo si consigo proteger a esas seis personas. No me convencerás.
Olivia deja de mirar a Nora y se arrastra hacia mí.
—¡Izan! Escucha, jovencito. Tú ya sabes de qué van muchas cosas, ¿verdad? Tú has oído mi historia y sabes que no miento. Si eres inteligente, sabes que tienes que sacarme de aquí, ¿no es así?
Miro a Olivia en silencio. Odio que intente recurrir a mí.
—Olivia, una pregunta… ¿Qué tipo de cosas le dijiste a Hugo el día aquel del hospital? Algo así como que podría vivir hasta el último día que contenga una predicción suya en mi calendario y que, después de eso… ¿Ji, ji, ji? —me acerco un poco a los barrotes—. Pues, si ninguna de vosotras dos me ha mentido… Hoy es la última predicción que está relacionada contigo.
—Izan… —dice Olivia, asustada—. Tú sabías que hoy era mi última aparición en el calendario, y lo sabías desde hace tiempo… ¿Cómo puede ser?
—Se lo dije yo —dice Nora—. No tendrías que haber metido a Izan en tus cosas, abuela. Ahí me perdiste para siempre.
—¡Eh! ¡No te hagas la loca, Nora! —grita Olivia—. Tú sabes perfectamente quién metió a Izan en todo esto. Ah, pero a esa persona no le harás nada, ¿no? ¡Mejor echarme la culpa a mí! No seas estúpida, Nora… Yo solo estoy aprovechando la situación para utilizar a Izan y su calendario por motivos reales. ¡Para hacer un mundo mejor! No por rencores absurdos… ¡El futuro será horrible, Nora! Pregúntaselo a tu madre. Ella lo sabe bien.
—Me lo dijo —dice Nora—. También me dijo que mataste a las personas que provocaron ese futuro. Los malos de las otras líneas ya no existen aquí. ¿Contra qué luchas?
—¡No! —grita Olivia—. ¡Estúpida! ¡Son muchos más! ¡No tenéis ni idea de esto! ¡Ni idea! ¡Hablas por hablar porque eres una ignorante que no conoce el peligro!
Nora no contesta. Olivia también se queda callada, así que me acerco a Nora para hacerle una pregunta.
—Oye… ¿Qué hacemos?
—Si te digo la verdad… Tenía muy claro que podría matar a mi abuelo. Pero, cuando se trata de ella… Quiero que muera, pero no me veo capaz de hacerlo yo. Supongo que es porque me ha ayudado a matar a la persona que abusó de mí durante toda mi vida… No lo sé.
—Te entiendo… Vamos a pensarlo con calma, ¿vale?
—Sí… Gracias, Izan. Quisiera darte un abrazo, pero no quiero mancharte de sangre. ¿Me darás un abrazo cuando esté más limpia?
Sin decir nada, abrazo a Nora. Ella llora y hunde la cara en mi pecho.
—Gracias… Muchas gracias. Gracias…
—Nora. ¿Tienes las llaves de las otras celdas?
—Sí. Con este juego de llaves podrás abrirlas todas.
Nora me da las llaves que ha usado para abrir mi celda.
Al tenerlas en mi mano, corro a buscar las celdas de Hugo, Ángel y Gris. No tardo en encontrarlos. Cuando me ven ahí, un poco manchado de sangre y con las llaves, todos quedan estupefactos.
Abro cada una de las celdas sin problemas.
—¿Izan? —pregunta Hugo—. ¿Qué ha pasado?
—Nora y Olivia han matado a Salvador Santalla.
Los tres reaccionan al mismo tiempo con sobresalto y confusión.
—Voy a avisar a Dana y a Estrella —digo—. Tenéis que venir todos a un sitio.
—Espera, frena… —dice Ángel—. ¿Nos lo puedes explicar bien?
—Quiero que primero vengáis a la habitación donde está Olivia.
—¿Con Olivia? —pregunta Hugo—. Yo no puedo estar en un sitio donde esté Olivia.
—Hugo… Te voy a pedir que confíes en mí. ¿Lo harás?
Hugo me mira con detenimiento y, sin protestar más, asiente.
—Izan, espera —dice Gris—. ¿Esas llaves abren las demás celdas?
—Sí.
Le entrego las llaves a Gris, y este corre hacia la zona trasera del sótano en el que estamos, donde hay algunas celdas más, con otros prisioneros.
—¿Tenían a más gente atrapada…? —digo.
—Sí. Yo estuve con ellos antes de que me cambiara de celda y me pusiera con Hugo y Ángel —dice Gris—. Voy a liberar a los que sé que son inocentes. El resto los dejaré en manos de la policía.
—Ah… Vale, sí —digo—. Bien visto.
Reviso el móvil y veo que Dana me ha contestado. Dice que ya estaban aparcadas al lado de casa de Olivia. ¿Cómo es eso?
Gris libera a los prisioneros. Un hombre con un bigote frondoso, una mujer con la mirada perdida y una mujer mayor muy tranquila. Esta última le da las gracias a Gris y dice que ya conoce la salida, y que ella guiará a los demás.
Pasados cinco minutos, nosotros nos encontramos con Dana y Estrella en la puerta.
—¡Izan! ¿Qué te ha pasado? —pregunta Estrella.
—Ahora te lo explico. Me tenéis que seguir.
—¿Cómo habéis hecho para estar aquí preparadas en la puerta? —pregunta Hugo.
—Los tres habíais desaparecido —contesta Dana— y las predicciones de Izan para hoy y mañana nos tenían ansiosas, así que hemos investigado por nuestra cuenta. Estábamos con el coche en la calle de detrás de la casa, pensando qué hacer. Ni siquiera estábamos seguras de que estuvierais aquí.
—Ha sido una decisión perfecta —digo—. Pero necesito que los cinco veáis algo.
—Oye, una cosa —dice Ángel, mirando a las recién llegadas—. ¿Pancho está bien?
—Está bien —dice Estrella—. Estaba solo en casa, y lo llevé a la mía. Le he dado de comer.
—¡Gracias! Aunque, ¿le has dado…?
—Comida sin trigo, sí.
—¡Estás en todo! Muchísimas gracias.
Yo me llevo a los VDLS a la habitación donde están Nora y Olivia.
La situación es la misma que cuando me he ido. Nora mirando al suelo, manchada de sangre, y Olivia encerrada en la celda, gritando y pegando golpes.
Al vernos entrar a todos, Olivia empieza a reír como una desquiciada.
—¡Los VDLS! ¡Qué divertido! Ya entiendo, ya entiendo… Eres un diablo, Izan. Te mueves por el calendario como un maestro… ¿Te puedes creer que hasta me siento orgullosa?
Fingiría que no sé de qué habla, pero sí lo sé. Olivia y yo hemos pensado lo mismo. Sabemos qué significado darle a la predicción de mañana.
Dana se acerca a Olivia.
—Entonces… Salvador está muerto. Solo quedas tú, ¿no?
—Así es, abogada… ¿Qué harás? ¿Una servidora de la ley como tú, me matará?
—Mataste a Rojo. Y la ley no hará nada contigo, porque no te podrá contener. No saben lo de tu magia, ni lo querrán entender.
—Dana, espera… —dice Hugo—. ¿La quieres matar?
—¿Tú no? —dice Dana, con tono tajante y directo—. ¿Alguno de vosotros no quiere matarla?
—Seguro que todos queremos que Olivia no exista —dice Gris—, pero no es algo tan fácil de decir.
Los VDLS discuten sobre qué hacer con Olivia. Los únicos que se han acercado a Nora para ver cómo está son Gris y Hugo. Yo intento aportar algo a la conversación, pero mi cabeza no funciona bien.
Mi cuerpo se tambalea. Noto que cada vez me pesan más los párpados. Me siento en la silla donde estuvo Olivia hace unos minutos.
—Tienes mucho sueño, ¿verdad? —dice Estrella.
—Mi cuerpo no aguanta más… —digo—. Lo mejor será que decidamos rápido qué hacer con esta situación y volver a casa.
—Espera —dice Hugo—. Yo quiero entender bien qué ha pasado aquí. Y qué ha pasado contigo, Nora.
Nora levanta la cabeza y mira a Hugo con una sonrisa apagada.
—Dame un momento, y ahora os lo contaré todo con detalle. Quiero que Izan pueda descansar.
—¿Descansar…? —pregunto.
—Tienes mucho sueño, pero no estás así por eso.
—¿Me he comido uno de vuestros venenos o algo así…?
—No, tonto. Estás así porque, además del sueño, tu tensión ha caído mucho y de golpe. Has soportado demasiado hasta llegar hasta aquí, pero, ahora que eres libre y que mis abuelos no estarán detrás de ti… Todo lo que has soportado ha quedado liberado, y tu cuerpo ha caído. ¿Lo entiendes? Quieres dormir porque eres libre, Izan…
—¿Soy libre…?
—¡No te creas tanto, niño! —grita Olivia—. Lo que hagas los próximos dos meses determinará si eres libre o no. ¡Pero que sepas que importa poco si no te encargas de seguir con mi legado! Tienes muchas posibilidades de caer todavía, Izan… Disfruta de tu falsa libertad… Ji, ji, ji…
—Izan —dice Nora—. Eres libre de mis abuelos, pero no del calendario. Eso no ha terminado… Pero no hay nadie más peligroso que mis abuelos, eso te lo puedo asegurar. Ahora descansa, Izan… Enero llegará pronto. Disfruta de esta importante victoria mientras tanto.
Me dejo caer en el pecho de Nora. Ella me ayuda a caminar hacia una habitación con una cama limpia y me deja ahí tumbado.
—Despiértame antes de las doce, por favor…
No me resisto. Me muero de sueño. No sé ni si he dicho eso en voz alta y vocalizando.
Nora tiene razón. Esto no ha terminado, pero me he quitado un peso tan grande de encima…
No quiero pensar en nada. Yo ya he terminado. Es cosa vuestra…
…
—Izan. Despierta, Izan.
—Uf… No sé qué hora es —digo, con la voz ronca y desorientado.
Me levanto de la cama poco a poco.
—¿Qué hora es…?
Miro el móvil para contestar a mi propia pregunta, pero ya no tiene batería.
—Faltan dos minutos para las doce —dice Estrella. Es ella la que me ha despertado. Pensaba que vendría Nora.
Me cuesta un poco levantarme, pero tengo que hacerlo. Todavía estoy mareado.
¿Qué ha pasado con los VDLS, Nora y Olivia?
—Pensaba que me despertaría Nora… —digo.
—Me ha enviado ella —dice Estrella.
Si Estrella está aquí y no me han despertado hasta ahora, supongo que es porque todos siguen aquí. Pero… ¿No han pasado más de cinco horas? ¿Qué han hecho en todo este rato?
Camino detrás de Estrella hasta la habitación de antes. Los demás VDLS siguen ahí, pero algo no está en su sitio.
—¿Qué pasa aquí…? —pregunto.

Comments