Capítulo 340
Me siento muy mal por Anna…
“No le he dicho nada del nuevo calendario, ni de nada de nada.
¿Qué hago? ¿Cómo le cuento todo esto?”
Hasta donde yo sé, Anna adora a Oliver. Es su principal protegido, y una de las personas a las que tiene más cariño en todo el mundo. Se conocen desde el instituto, y Oliver conoce el significado de casi todos los pañuelos de Anna. Puede que de todos. No… Seguro que de todos.
Anna viene a visitarme a la cafetería. Va con el pañuelo naranja, así que se está moviendo con mucha cautela. Sabe que, si no le he dicho nada, es porque las cosas no están muy bien.
—No te quería molestar —dice—, pero… ¿Qué tal el último calendario? ¿Cómo termina todo?
Esa es otra. ¿Cómo le cuento que la última predicción tiene que ver con ella? Es más… Con ella y un pañuelo caoba, que todavía no sé ni lo que es.
¿Y si es mala idea que Anna conozca el contenido del calendario de febrero?
Creo que me voy a tener que aferrar a eso, aunque no sea más que una excusa. Tal vez tenga razón, y ocultárselo sea bueno, pero… Lo que de verdad me impide hablar con sinceridad con Anna sobre todo esto es lo de Oliver. No lo soportará.
Me sabe muy mal por ella… Así que lo mejor que puedo hacer es aferrarme a ese pensamiento y hablarle claro.
—Anna, yo… Quería decirte algo.
—Uy… Eso ha sonado más serio de lo que me gustaría —dice, resignada. Creo que ya se esperaba algo así.
—Ya tengo el calendario de febrero, y también sé varias cosas que me hubiese gustado no saber. Entonces… Te quiero pedir una cosa.
—Claro… Dime.
—Necesito que esperes.
—Es todo lo que hago, Izan… No te pongas tan serio.
—Es que es complicado. Es… Muy extraño todo. Pero lo necesito, igual que Saúl necesitó esconderse hasta aquella predicción de enero. Hay cosas que podrían terminar en líneas rotas.
—O sea, que las predicciones tienen mucho que ver conmigo, ¿no?
—Ah… Sí. La verdad es que, algunas, sí. Pero no te preocupes, porque yo siempre priorizaré que tú estés bien.
—¿Y si la otra persona gana? La que me odia.
—No. No te odia —digo—. Esa persona… Solo fingió aquel día para garantizar que se cumplía la predicción. También para meter ideas en mi cabeza y que no superase una prueba. Pero la realidad es que no te quieren hacer daño.
—¿Estás seguro? —dice, señalando el pañuelo naranja—. Mira que estoy cauta, ¿eh? Porque yo estaba preparada para ponerme a pelear con quien hiciera falta, pero… He tenido esa intuición contigo. Que no querrías involucrarme ni contarme nada.
—Lo siento mucho… —digo.
—¿No puedo saber tampoco quién es la persona que te hizo escribir el calendario?
—Todavía no. Tal vez… Podría consultarlo con Saúl, para que me asesore con el tema de los reinicios, o algo así.
—Vale… Haz lo que necesites, Izan. Lo bueno es que solo quedan cuatro semanas.
Hostia. Qué vértigo.
Llevo viviendo día a día con este calendario desde hace casi un año, y ya lo he dado por hecho como parte de mi vida. Pero, es verdad… Quedan cuatro semanas. No, quedan incluso menos de cuatro semanas. ¿Solo eso? Qué vértigo, de verdad…
—¿Hay algo en lo que te pueda ayudar? —pregunta.
—¿Qué? Pues… No sé. Así ya me ayudas mucho. Sin presionarme, ni hacerme más preguntas de la cuenta, y tal…
—Para lo poco que te queda, y con todo lo que has pasado, poco me parece. Pídeme que haga cosas sin darme explicaciones. Puedo hacer eso. Puedes pedirme que hable con alguien, que esté en un sitio, o que te prepare un pastel. Puede ser para que se cumpla una predicción, o porque tu alma lo necesita. Lo que tú veas. Pídelo, y ya está.
Vale. Me ha desarmado. No sé qué decir. ¿Cómo voy a pedirle algo sin darle explicaciones? ¿Por qué es tan comprensiva conmigo?
Y… ¿Qué sentirá cuando sepa lo de Oliver? ¿Podrá superarlo?
Me siento tan mal por ella… Es la que menos se merece todo lo que le está pasando.
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