Capítulo 249
Tomo la iniciativa
“Ahora solo queda decidir en qué.”
Me he levantado sin saber en qué voy a tomar la iniciativa, pero, cuando he llegado al trabajo y he visto al grupo de siempre de los sábados… Lo he tenido claro. Las palabras de Flora sobre tomar la iniciativa en cierto tema han resonado con fuerza en mi interior.
El grupo de hoy está formado por Lydia, Anna, Serena y Oliver. Es reducido.
En un momento de menos trabajo, cuando ya están pagando, aprovecho que Anna paga siempre la primera para apartarla un momento mientras los demás pagan detrás de ella.
—Oye… ¿Hoy tienes ya atado el tema de la comida?
—¿Qué? No sé si he entendido la pregunta —dice, medio riendo.
—O sea, si vas a comer. Bueno, comer ya imagino que sí. Digo si vas a comer fuera, sola o no, si ya has preparado la comida… ¿Entiendes?
—¡Ah! No. Iba a hacer algo improvisado ahora al volver a casa.
—Vale, pues… ¿Quieres venir a comer conmigo cuando salga del trabajo? Comer fuera… ¡Pago yo!
Creo que Anna no se esperaba esa invitación, y por eso le ha costado tanto pillarlo. Ya es raro que yo tome la iniciativa para invitar a comer, como para que encima me ofrezca a pagar. Por su expresión, me parece que le ha gustado y que se ha puesto tímida, o nerviosa, o algo así.
Nos vamos a un restaurante de pasta que ella misma me sugiere. Por la mañana, en la cafetería, llevaba el pañuelo marrón, con un tono tirando a beis. Ahora lleva el pañuelo turquesa.
Aunque he tomado la iniciativa, me siento una especie de impostor teniendo lo que podríamos llamar “citas” con Anna. Siento que intentamos reproducir una historia que no es la nuestra. Aunque… Al mismo tiempo, siento que es todo lo contrario. Siento que estamos rehuyendo de una historia que definitivamente es la nuestra. ¿Cómo puede ser? ¿Por qué las dos cosas tienen el mismo sentido para mí, si son lo opuesto? Esto solo me pasa a mí.
—Te estás comiendo la cabeza —dice, con una sonrisa comprensiva. Solo por aclarar: todo lo anterior no lo he dicho en voz alta, ¿no?
—Del… ¿El qué? —digo, porque lo de tomar la iniciativa solo hacía falta hacerlo una vez, así que ya puedo ser el Izan inseguro y penoso de siempre.
—Estás pensando en algo relacionado con lo nuestro, o con lo “no nuestro”. Lo tienes escrito en la cara.
—¿En serio…? O eres muy buena para estas cosas, o soy más transparente de lo que me gustaría admitir en mis momentos más pesimistas.
—¿Tú qué crees? ¡Las dos cosas! ¿O me dirás que no?
—No voy a negarte eso, no.
—Pues eso. Yo tampoco estoy nada segura de nada, Izan. No sé si somos amigos, si somos pareja, si estamos esperando a que pase algo o si estamos huyendo el uno del otro. No sé nada de nada. No sé ni lo que pienso de ti, ni lo que siento por ti. Tengo ideas, tengo intuiciones, tengo corazonadas. Quién sabe. Pero es que prefiero no definirlo yo tampoco, todavía.
Es opuesta a Abril. Aunque ella también tenía paciencia conmigo, en el fondo tenía que contener sus ganas de definir lo nuestro y de que yo diese un paso adelante. Anna es al revés. Anna parece impaciente por fuera, pero no quiere dar el paso todavía. Es prudente. Creo que es más como yo.
—Entonces, ¿prefieres no definir todavía lo que sientes por mí? —pregunto.
—No sé. Quiero ir viendo. Creo que tú también, ¿no?
—Yo también, pero… Entonces, ¿por qué llevas el pañuelo turquesa?
Anna se queda callada unos segundos.
—¿Qué…?
—Estás usando el pañuelo turquesa. Lo llevaste en mi cumpleaños. Y… ¿Sabes que yo no sabía cómo se llamaba ese color? Para mí se llamaba “el que está entre el verde y el azul”. O a veces lo llamaba “el de la piedra marina esa”, aunque no sé a qué piedra me refiero. Pero, cuando en mi cumpleaños te vi con ese pañuelo, mi mente dijo: turquesa.
—¿Crees que vino de…? Bueno, ya sabes. De los recuerdos. Del olor, la canción…
—Es posible. Si te digo que el turquesa lo llevas cuando te sientes tierna y cariñosa, ¿qué me dices? Si te digo que relacionas ese color con el amor… ¿Estoy en lo cierto?
La reacción de Anna… No la sé definir. O sí, puede que sí. Creo que está conteniendo las ganas de llorar. No sé por qué, pero le importa muchísimo que la gente sepa sobre sus pañuelos. Algún día quiero saber por qué es tan importante para ella, pero todavía no. Primero, quiero adivinar algunos colores más.
—Ahora que lo has dicho… Me da muchísima vergüenza haberlo llevado en tu cumpleaños. Y también hoy…
—¿Qué dices? A mí me parece un detalle precioso. Me encanta que uses ese pañuelo.
Se ha sonrojado. Y creo que yo también al decir esto. Seguro que parecemos tontísimos, vistos desde fuera.
—Pero, Anna… —lo que diré ahora me quitará puntos, pero quiero ser honesto—. No he sido yo el que ha sabido el significado, ¿no? Lo supo un recuerdo reprimido. Un Izan que tuvo otra historia diferente contigo, tal vez. Pero yo, el de ahora, quiero fijarme en algún otro significado. Y como tú eres capaz de leerme la mente, seguro que sabrás si te digo la verdad o no, ¿no es así? Cuando sepa un color por mí mismo, sin ayuda de los recuerdos… Te lo haré saber.
—Sí que ha sido mérito tuyo… No sé si es algo tramposo o no, pero sé que ha sido mérito tuyo. Tu mente ha querido recordarlo, como quiso recordar el olor. Y estoy muy contenta por eso. Pero gracias por querer saberlo incluso sin esa ayuda… Me hace muy feliz escucharlo, de verdad…
Poco después de eso, encauzamos la conversación por caminos algo menos románticos, ya que empezamos a abrumarnos a nosotros mismos. Hace poco estábamos de acuerdo en que teníamos que ir observando con calma, pero hemos entrado en terreno peligroso muy deprisa.
Charlamos del trabajo, de la situación de Oliver, de cosas del calendario y, un poco para alardear, también de todo el dinero que tengo ahora. Con eso último he aprovechado para decirle que la invitaré a comer más veces, y ella ha contestado que me lo compensará haciéndome más dulces con recetas pensadas para mí.
La cita termina pronto y ya mismo he de volver al trabajo. Ha sido un gran momento. Todavía no sé qué pasará entre nosotros, y es verdad que ahora mi prioridad sigue siendo el calendario y todos los problemas que me dan los S, pero… Por una vez, aunque solo sea para descansar de todo esto… Ha sido un rato muy feliz que me costará mucho olvidar.
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