Capítulo 221
“Raúl”
“Eso, dime ya quién eres, porque me voy, y no me pienso quedar con la duda.”
Llaman a la puerta. Parece que será él el que venga, o eso espero. A lo mejor vuelve a ser Olivia, Lucía o Lucas para hacerme la vida imposible. O mis padres. Honestamente, como no sea Raúl, creo que lo siguiente más probable es que sea algo muy malo.
Pero sí que es Raúl. Con su mascarilla y todo.
—Hola, vecino —digo, haciéndome el tonto—. ¿Te puedo ayudar en algo?
—Me han dicho que te vas del edificio… —dice, y está triste. Me encantaría saber por qué. A lo mejor se ha quedado con ganas de probar mi sal o algo así.
—Sí, eso parece. ¿Quién te lo ha dicho?
—Tu amiga Lydia.
—Anda, ¿Lydia? ¿Conoces a Lydia?
—Nos conocimos en el hospital.
—En el hospital…
Noto que tengo ahí dos piezas enormes y fáciles de encajar delante de mi cara, pero no consigo conectarlo con agilidad. Raúl se espera a que lo haga, o a que diga algo.
—Espera… —voy muy lento. Da pena verme—. Espera, espera… ¿El hospital cuándo? ¿El hospital de cuando yo estuve en el hospital?
—Sí. Cuando las quemaduras esas…
—¿Tú viniste a verme al hospital? ¿Tú eres el rubio que habló con Lydia?
—Sí, soy yo.
Recapitulando lo más rápido que puedo: al principio, Lydia quiso seguir a esa persona rubia para ver quién era y comprobar si era alguien sospechoso. Después de hablar con él, optó por no decirme nada, porque le pareció alguien fiable y quería que esa persona me hablase cuando llegara el momento. Esa persona es Raúl. Vale… ¿Qué quiere decir eso? Espera… Lydia me dio una pista rarísima. No la recuerdo bien, pero era algo así como… Joder, cómo era…
—Creo que Lydia te dio una pista, aunque era un poco rara, ¿verdad?
—¡Joder! ¿Puedes leer la mente o qué?
—No, no… —se ríe con muchísima timidez. Y ya no pone la voz tan ronca como antes, lo que hace que su voz me esté empezando a sonar muchísimo—. Es que se me da bien saber cómo piensas en algunas cosas.
—¿Qué…?
Eso ha sonado rarísimo. Todo lo que hace es rarísimo.
—La pista de Lydia era algo así como: si un nombre falso quieres crear, con otras partes de tu identidad puedes jugar.
—¡Sí! ¡Eso era! Si un nombre falso quieres crear… O sea, el nombre de Raúl es falso… Con otras partes de tu identidad puedes jugar. ¿Qué otras partes de tu identidad?
Raúl me mira, tímido. Está esperando a que lo adivine. Me tiene en mucha estima o algo. Pero, de alguna forma, una idea fugaz pasa por mi cabeza, y entonces recuerdo los apellidos que leí varias veces en el buzón.
—Raúl Linares Amorós… Y el nombre de Raúl es falso… Otras partes de tu identidad… ¿El apellido?
—Es una forma de verlo… Pero Raúl sí que es mi nombre real.
—Ah, mierda. Entonces lo que has hecho es usar tus apellidos para crear un nombre falso, ¿no?
—Prueba por ahí.
—Linares Amorós… Li… Joder, espera…
Noto que lo tengo ahí. Noto, incluso, que mi cabeza ya lo ha montado en algún tipo de subcapa de mi cerebro, pero que me cuesta procesarlo del todo.
Pero entonces lo conecto con otra cosa. Con el mensaje de apoyo por la muerte de mi tío de una persona que no tenía por qué enterarse…
—Linares Amorós… —repito—. Un nombre creado con esos dos apellidos… Si, por ejemplo, solo hubieses usado las primeras letras de cada apellido… Las unes y… Hostia. Hostia, hostia... No me jodas.
—Sí, eso parece.
—¿Qué? —estoy perplejo. Me cuesta procesar esto ahora mismo—. ¿Eres…? Espera… ¿Qué haces tú viviendo aquí…?
No se ha quitado la mascarilla, pero se puede ver como “Raúl” sonríe. Como Liam sonríe.
Por eso sabía lo de mi tío. O bien se lo dijo Lydia, o bien se enteró por ser mi vecino. No me lo puedo creer… ¿Hace semanas que Liam es mi vecino? ¿El Liam al que solo conocía por internet?
Se quita la mascarilla. Entiendo por qué la llevaba siempre, ya que alguna vez he visto a Liam por videollamada, y su pelo cubría casi toda la cara y solo se le veía bien la nariz y la boca. Son las partes que podría haber reconocido. Se ha retocado un poco el pelo, se ha puesto una mascarilla y ha escondido en una falsa ronquez el sonido de su voz para que no supiera en ningún momento que se trataba de él. Pero… ¿Por qué? ¿Qué hace aquí? ¿Por qué no me quería decir que era él?
—Después de lo que pasó… Me quedé en la mierda —dice—. Me contaste la cosa esa del calendario y… Yo solo tenía en la cabeza lo de Aurora, y no estaba por la labor. Encima… Bueno, ya sabes, es rarísimo lo que me contaste.
—Ya… —me cuesta contestar como es debido. Todavía estoy alucinando con que Liam esté viviendo en mi mismo rellano.
—Pero me puse a pensar durante un tiempo en todo lo que me dijiste… Y, aunque me cuesta un huevo creerme todo eso, me pareció igual de imposible imaginarme que todo era una mentira tuya. Las únicas dos posibilidades eran, o que se te había ido la cabeza pero mucho, al punto de que necesitarías ayuda... O, la que cada vez veo más probable: que todo lo que me dijiste era verdad.
—Ojalá sea la primera… —digo.
—En cualquiera de las dos, necesitarías a un amigo, si es que todavía me consideras un amigo.
No sé contestar a eso. En cuanto vi su reacción al contarle lo del calendario, preferí obviar a Liam de mi cabeza. No esperaba pasar por este momento ahora… Pero es verdad que con él siempre me he entendido mucho mejor que con la mayoría de las personas.
—Liam, perdona… Pero estoy abrumado ahora mismo. No puedo procesar ni lo más sencillo que me preguntes.
—Ya… Entiendo. Es comprensible. Si te digo la verdad, es una pena que te marches del edificio, ahora que había venido… Pero yo no pinto nada en esa decisión, y menos si no me había atrevido hasta ahora a decirte quién soy. Por vergüenza, principalmente, pero también porque quería observar un poco tu vida desde el anonimato.
—¿Cómo supiste mi dirección?
—Aurora la sabía, y cuando le conté que me había peleado contigo y que quería ir a verte, me la dio sin pensarlo. Se cree que nos hemos peleado por ella… En fin.
—Bueno, algo de eso hubo también, aunque a mí ya me queda lejano, y eso que no hace tanto.
—Para mí en cambio hace muy poco, pero porque no he podido pensar en otra cosa.
—Oye, ahora que caigo —digo en cuanto me pasa una duda por la cabeza—. ¿Eres propietario o alquilado? Es que juraría que en la reunión de vecinos en la que decidimos al presidente se te consideró como propietario, o por lo menos se habló de que no ibas a ser candidato solo por ser nuevo, no por ser alquilado. Pero no creo que te hayas comprado un piso solo por estar cerca de mí, ¿no?
—Soy alquilado, pero la casera me dijo que podía tomar las decisiones en las reuniones por ella de manera completa, incluso las que tenían que ver con dinero, siempre que lo pague yo. A cambio, me dejó el alquiler super barato.
—Ah, vale, vale… —supongo que la hermana de mi profesor Rafael no quiere estar nada involucrada con cosas del edificio.
—No te molesta, ¿no? —pregunta.
—¿El qué?
—Que mi casera sea tu ex.
—¿Quién es la ex de quién?
—Mi casera. Tu ex.
—¿La hermana de mi profesor es mi ex?
—¿Qué?
—¿Qué?
Nos quedamos mirando como dos idiotas. Seguro que ahora está pensando que parecemos más listos hablando por la pantalla. Yo lo pienso.
—A ver… —dice—. Nora es tu ex, ¿no? Que vivía aquí hace pocos meses.
—Sí. Nora es… Coño. Espera, ¿Nora era la dueña del piso?
—Sí, Nora es la dueña.
—Joder, o no lo sabía o no me acordaba. O no lo quise admitir. No lo sé. Intento por todos los medios borrar de mi cabeza el hecho de que Nora fue mi vecina. No te haces a la idea de lo oscura que fue esa época… Pero, entonces… ¿Estás pagándole el alquiler a Nora?
—Sí, eso parece…
—Qué mal rollo… Espero que no te haga nada malo. A lo mejor te desecha ahora que me voy. No te fíes ni un pelo de ella…
—Conmigo ha sido maja, pero va, te creo. Ya me has contado muchas historias sobre ella, y a saber.
—Sabe fingir que es maja la muy…
—Oye, Izan —dice, con un tono mucho más serio que hasta ahora—. Necesito verlo. Necesito confirmar con toda seguridad que es verdad. Lo entiendes, ¿no? Quiero ver el calendario.
—Claro… —por instinto, lo primero que pienso es que tengo que vigilar a quién le enseño el calendario, pero estoy seguro de que él es Liam, de que es fiable, y de que, sabiendo que Nora, Olivia o el ex de Nora ya conocen todo el calendario, ¿qué daño me puede hacer que otra gente lo sepa? — Te voy a enseñar el de septiembre y el de octubre. Supongo que con eso confirmarás muchas cosas. También tengo conversaciones con Lydia y algún otro amigo donde hablamos del tema y les paso fotos. Sabrás que no he podido editarlas ni nada.
Voy a buscar todo el material necesario.
Liam mira con atención los dos calendarios más recientes.
Puede ver como a principios de septiembre ya anticipé que conocería al nuevo vecino, y que ya había predicciones que hacían referencia al nombre de Raúl varias veces. Todas se cumplieron. También le cuadran algunas cosas, como lo de que Gabriel se quisiera ir, el día en blanco para el día en que estuve sin conocimiento en el hospital, el día en que Anna se quedó a dormir, del cuál él tenía conocimiento porque vio por la mirilla como entraba en casa…
Y en la hoja de octubre ha podido ver todo lo relacionado con mi tío y como hoy, siete de octubre, pone “Raúl”, haciendo referencia a que no me parece su verdadero nombre (aunque sí que lo sea, pero para mí no). El hecho de que él mismo haya venido a mi casa por voluntad propia el día exacto de esta predicción le hace descartar la posibilidad de que yo esté manejando los hilos de todo esto.
—Todo cuadra demasiado bien… Hostia puta, Izan. Esto es demasiado para cualquier mente.
—Te entiendo perfectamente. No pasa nada.
—¡Sí pasa! Tenía que haberte creído, joder. Me siento gilipollas profundo por no haberlo hecho.
—Que no, Liam, de verdad. ¿Prefieres Liam o Raúl?
—Prefiero que me llames Liam. Me puse ese nombre para romper con mis mierdas del pasado. Una decisión que ahora me da un poco de vergüenza, pero da igual, porque contigo siempre he sido Liam, y lo quiero seguir siendo.
—Pues eso, Liam. Que es normal que no pudieras creerte eso, y menos cuando estaba pasando todo aquello con Accel. Bueno, con Aurora.
—Quería tener tiempo para volver a ser tu amigo… Pero ahora te vas. Es una putada, la verdad.
—No me iré demasiado lejos. Viviré cerca del mercado ese donde solía ir los sábados. Está a media hora caminando y a diez minutos en autobús.
—Bueno, algo es algo.
—Ahora sabes lo del calendario —digo, poniendo mi mano en su hombro—. Te considero un aliado de mi causa. Siempre que quieras escucharme y darme consejo de tanto en tanto, claro.
—¡Por supuesto! Y, si quieres distraerte en momentos difíciles, puedes contar con mis mandos también. Tengo todas las consolas.
—¿Todas las consolas? ¿Eres rico?
—Más o menos. De todo lo que trabajaba, le fui dando parte a mis padres, y ahorré una buena cantidad. Como lo único que hacía era jugar al mismo juego una y otra vez, y por fin era un juego que no requería los malditos micropagos… Madre mía, la de dinero que se puede llegar a ahorrar en mi situación.
—Y tanto… Entonces, dices que las tienes todas, ¿no? Pues habrá donde elegir para echar unas partidas ahora mismo.
—¡Hay muchísimo donde elegir! Nos vamos a pasar más tiempo intentando elegir que jugando, ya lo verás.
Y así es como paso el resto del día con “Raúl”. Decidiendo a qué jugar y jugando a juegos de cada una de las consolas actuales (y alguna antigua). Nos pasamos todo el día entero así.
Liam hubiese sido un vecino increíble, la verdad. Por lo menos seguiremos estando cerca, aunque me hubiese gustado eso de tenerlo en el mismo rellano.
Pero la decisión es firme y siguen pesando mucho más los motivos por los que me tengo que ir, y así será. Mañana hablaré con el dueño de mi próxima casa. Hoy prefiero desconectar y jugar hasta que me ardan los ojos.

Commentaires