Capítulo 284
Se estropea la cafetera
“Muy normal veo yo la predicción de hoy.”
Hoy toca trabajar todo el día.
Por la mañana, el grupo que viene es bastante reducido. Anna, Oliver, Lydia e Iris.
Creo que tendría que avisar a Iris de lo de Saúl… Pero no sabría qué decirle. No sé qué pensar todavía sobre eso, pero, si Iris o Eric están en peligro por culpa de Saúl… ¿Qué hago?
No hago nada. Tampoco estoy por la labor, porque lo que pasó ayer me dejó con muy mal cuerpo.
Intento contactar con Frank, pero no me dice nada.
Podría preguntarle a Dana. Si Frank no estaba en la cárcel, entonces ella era su cómplice. Pero no quiero molestar a Dana ahora, con todo lo que ha pasado… No puedo, aunque me moleste que me haya mentido también.
Por la tarde vuelvo al trabajo.
Jordi y Estrella vienen como clientes. A la vez. Esto, en otro momento, hubiese sido un gran evento para mí. ¿Qué hacen Jordi y Estrella juntos? ¿Qué opinará Lydia sobre esto? ¿No se llevaban mal? ¿Jordi será una mala influencia? ¿Estrella oculta algo?
Hoy, en cambio, me da igual. Jordi me trató muy bien las últimas veces que nos encontramos, y Estrella ya es de confianza para mí. Eso son temas que me hubiesen preocupado antes. Ahora las cosas han escalado hasta otro punto, y no puedo asimilar tanto al mismo tiempo…
En un momento libre, me acerco a su mesa para saludar.
Los dos me reciben con una sonrisa tranquila, lo que me confirma que todo está bien.
—Oye, ¿te hicieron efecto las pastillas? —pregunta Jordi.
—¡Ah! Es verdad. Sí, me sirvieron. No sabes cuánto te lo agradezco.
—Si lo que tienes es problemas para dormir —dice Estrella—, yo tengo un brebaje de los míos para eso.
—Pues tendré que probarlo también.
No hablo mucho con ellos, pero la conversación es agradable.
Antes de irse, Estrella me pide de quedar el martes por la tarde para charlar, tomar algo y, si quiero, comentar predicciones de diciembre. Yo le digo que sin ningún problema.
Estrella y Jordi se van. Me ha parecido que en todo momento hablaban en buenos términos. Supongo que habrán sabido limar sus problemas. Me alegro por ellos.
Yo, a cada rato que puedo, miro el móvil para ver si Frank me ha contestado, pero no.
El que sí me habla es Hugo, que me pregunta si formalizamos lo de mañana. Él ya sabe de qué va la predicción porque se lo comenté por escrito el día uno, y le pareció bien lo de invitarme a comer. Acordamos la hora y el sitio, que será en su casa.
El sábado termina sin nada nuevo que comentar.
Ah, sí: la cafetera no ha funcionado en todo el día.
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