Capítulo 227
Lydia me sorprende
“Lydia está encantada con esta predicción.
Lleva toda la semana diciéndome que me prepare.
Que no tiene ni idea de lo que es, pero que, viniendo de ella, seguro que está increíble.”
Hoy he quedado con Lydia para tener como una especie de reunión en nuestra base de operaciones. La única novedad que tengo para contarle es mi extraña conversación con Saúl. Supongo que también hablaremos de lo que esté relacionado con su sorpresa. Eso sí (y tengo que ver si me lo creo o no), me ha escrito para decir que viene en una hora pero que no está nada segura de lo que es la sorpresa. Que el calendario dirá.
Lydia ya está como yo. Si no entiende algo que pone en el calendario, se deja hacer, y ya aparecerá solo. Así de sometidos estamos a las predicciones escritas con mi letra.
Cuando llega la hora acordada, Lydia llama a la puerta. Y ahí está la sorpresa…
—¿Qué? ¿Qué hacéis…? —digo.
Lydia acaba de llegar con Estrella.
No recuerdo que haya cambiado nada entre ellas. Lo que yo recuerdo es que, después de cortar, Lydia no quería saber nada de su expareja, porque considera a Estrella una persona muy peligrosa y poco fiable. Cuando Lydia se enteró de que Rojo me pidió que confiase en Estrella, se abrió un poco más a que me ayudara con las cosas del calendario, pero siempre poniendo una fuerte barrera entre las dos. Está claro que Lydia no soporta a Estrella. ¿Por qué han venido juntas?
—Sorpresa… —dice Lydia, fingiendo el tono.
—Hola, Izan —dice Estrella, muy educada.
—¿Qué? ¿Qué hacéis…? —repito, como si no pudiera cambiar de frase hasta que me contesten.
—A ver —empieza Lydia—. Me encontré con Ne… Bueno, con Estrella, hace dos días, de casualidad. Y me pilló con las defensas bajas, seguramente, porque me convenció para que charlásemos un rato y, peor todavía, para que tomásemos algo al día siguiente.
Estrella solo sonríe, tímida.
—¿En serio? ¿Y cómo ha ido eso? —pregunto, y, ahora sí, las hago pasar—. Primero me contáis y luego ya os enseño cosas de la casa. Todo en orden.
—Yo ya conozco tu casa —dice Lydia—, aunque no tan ordenadita. Nada mal, Izan. Tú también me sorprendes a mí.
—Era ahora o nunca, si el calendario dice que pronto trabajaré y me apuntaré al gimnasio y todo.
—Eso es verdad —dice Lydia—. Bueno, a ver, a ver… Lo de cómo nos fue. Antes que nada: no te emociones —Lydia le dedica una mirada no muy amistosa a Estrella, aunque no parece muy segura de lo que hace y pierde fuerza bastante rápido—. No somos amigas ni nada. Es solo que ahora me creo un poco más su cambio, y me creo mucho más lo de que te quiere ayudar con el calendario y eso.
Acabo de caer en que Estrella me dio como tareas para investigar, pero no he hecho nada de nada. Soy horrible para estas cosas.
—Para mí ya es mucho que ahora puedas verme así… —dice Estrella.
—¡He dicho que no te emociones! —dice Lydia—. Cuando todo lo del calendario termine, cada una por su lado. La única diferencia es que ahora te desearé que te vaya bien en la vida. Antes te deseaba un esguince, siendo generosa.
—Lo sé. Me conformo con eso.
Lydia no puede apartar la mirada de Estrella. Se sonroja. Estoy embelesado con esta interacción, lo admito.
—¡Centrémonos! —grita Lydia—. Lo que no sé es por qué esto se supone que es una sorpresa que te doy. Pensaba que me iba a currar algo mucho más “yo”, sinceramente.
—Si te fijas —digo—, en el calendario lo que pone es que me sorprendes. O sea, tú no tienes que hacer nada a conciencia. Puede sorprenderme tu actitud, como ha sido el caso. Me sorprende que hayas sabido abrirte con Estrella después de todo.
—Es mejor todavía —dice Estrella—. Es ella misma la que me ha escrito esta mañana para pedirme que vengamos juntas a tu casa para hablar del calendario y para que sepas cómo está la situación entre nosotras.
—Calla… —dice Lydia, tapándose la cara.
—¿Ha sido iniciativa tuya? —digo yo—. Mírala… ¡Eso es ejemplar, Lydia! ¡Un aplauso!
—Por favor, ya… —entierra todavía más la cara. Creo que está roja.
Después de esta sorpresa y este cambio en la relación entre dos personas de mi entorno (incluso diría que de mi equipo), les enseño un poco mejor la casa, les ofrezco tomar algo y empezamos a hablar de Saúl.
Al igual que a mí, les parece probable tanto que haya perdido la memoria como que me esté engañando. Cualquier otra opción carece de sentido.
—Como sea lo segundo… —dice Lydia, crujiendo sus nudillos—. Vamos a tener que sacárselo por la fuerza bruta. Ya solo faltaba que se ponga a hacer el tonto después de tanto tiempo haciéndose el misterioso.
—Y si ha perdido la memoria —dice Estrella—, hay que entender qué tiene que ver su historia con el calendario, con Olivia o con cualquier persona que esté involucrada en esto.
—A mí me huele raro… —dice Lydia—. Saúl es tu casero, así que forma parte de la cosa esa rarísima que pasó con Frank y la abogada para ofrecerte esta casa tan… De golpe. Si todos forman parte del mismo plan, entonces ahora te está mintiendo.
—O a lo mejor ha perdido la memoria hace muy pocos días —dice Estrella—. Tal vez por eso envió a su hermana, porque necesitaba volver a ubicarse. Pudo haberla perdido entre el día que habló contigo por teléfono y el día que conociste a su hermana.
—Puede ser que no exista ningún complot que involucre a Frank y a Dana —digo yo—, y por lo tanto, tampoco a Saúl.
—Ah, claro… —dice Lydia—. La opción ingenua. Fuente: de los deseos.
—Pero es Frank… —digo—. No quiero que pensemos en ningún plan maquiavélico que involucre su nombre.
—No lo conozco —dice Estrella—, así que no puedo opinar… Pero, sí, es raro.
—Muy raro —dice Lydia.
—Míralas cómo se complementan… —digo, solo para provocar la reacción de Lydia. Aunque esperaba algo más gracioso, no un puñetazo en el estómago.
Ahora que lo pienso, cada vez más gente sabe lo del calendario y me quiere ayudar al respecto, pero pocos están conectados o funcionan como un equipo. Que Lydia y Estrella ahora puedan coexistir y teorizar juntas hace que sienta todo esto más como un equipo, y eso me gusta muchísimo.
Además, aunque Lydia no soportaría este pensamiento… De alguna forma, me encanta verlas juntas.
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