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Viernes 21 de julio de 2023

Joel Soler

Actualizado: 22 jul 2023


Capítulo 143 Salgo con los de abajo

“La predicción ya me preocuparía por sí sola, pero es que si encima

lo combino con la de mañana… Me da mucho miedo lo que pase hoy.”

Pues sí. He aceptado la propuesta de los de abajo. Se lo confirmé a Aaron ayer por la noche. Me dijo que menos mal, que se me veía muy desanimado y que me vendrá genial.

Yo por mi parte me paso todo el día entero sin hacer nada. Saber que tengo un plan así me ha bloqueado por completo. Es como si hacer cualquier otra cosa me quitase oportunidades para prepararme mentalmente para lo que se viene esta noche. Para un plan que no tiene nada que ver conmigo y que me hará hacer el ridículo de alguna forma.

Llega la noche. Hemos quedado a las diez, y yo llego puntual a su casa.

El que me abre es Aaron.

—¡Qué prontito llegas!

—Bueno, he llegado a la hora que dijimos —miro el móvil—. De hecho, llego un minuto tarde.

—Izan, por favor. Eso ha sonado como muy rígido. La hora es, tú sabes, orientativa. Y más para Gemma y Pol, porque lo que tardan esos dos es que vaya tela… ¡Para mí se queda! Que los tengo que soportar todos los días.

—¿Eres el único que está listo?

—Sí. Gemma se está maquillando o haciendo vete tú a saber qué en el pelo. Y Pol… Bueno, Pol se lo toma todo con mucha calma. No sé qué está haciendo, pero es capaz de haber empezado a buscar la ropa a las diez en punto, ¿sabes? Yo es que ya me río por no llorar.

Ahora me siento hasta incómodo por haber llegado pronto. ¿He hecho mal? ¿Hay una ley social no escrita que dice que hay que llegar tarde si quedas con alguien para salir de fiesta? Alguna vez lo he pensado, pero es la primera vez que de verdad noto que soy yo el que está mal por llegar temprano.

—Oye, que Flora me contó ayer que te ve un poco tristón estos días y que a ver si te animamos —dice Aaron.

—¿Flora?

¿Será por eso que Gemma me dijo de quedar?

—Sí. Primero nos lo dijo Pol, pero así como muy por encima. No le gusta mucho hablar de sus sesiones, pero alguna cosa se le escapa. Pero tranquilo, ¿eh? Que, si hubo cosas turbias, se las guardó todas. Ya si quieres nos las cuentas tú o como tú veas.

—Ah… Bien por Pol, entonces.

—Pero es que luego vino esta… Flora, y nos dijo que a ver si te animamos, que no sé qué, y menos mal que Gemma tuvo la iniciativa de decirte que vengas, porque a mí es que ya me daba hasta cosita. Como que te íbamos a molestar y tal, ¿no?

—Ah, no… De vez en cuando está bien.

—Ya lo hemos hablado y hoy iremos más tranquilitos, tú ni te ralles.

—Gracias, gracias.

Tras una charla de cosas sin conexión con Aaron, los otros dos están listos para salir.

Por suerte, nadie dice nada sobre mi ropa. He llevado ropa sencilla que no destaque en nada, pero no sé si hay protocolos sociales ni nada. Seguro que, si intentaba emular algún estereotipo, hubiese sido mortal. Pero nadie me dice nada. Una inseguridad menos. Me he peinado un poco y todo. Hasta eso me daba miedo.

Me llevan a varios pubs porque, según ellos, cada uno es bueno para una cosa, y además no hay que quedarse en uno solo, pero no me he enterado del motivo, si es que lo hay.

Han venido cuatro personas más, a cada cuál más hambrienta de desfase nocturno, pero no he interactuado casi con ninguno. O sea, me los han presentado y tal, y alguno me miraba con cara de “¿qué hace este señor cansado aquí?”. Y no me he quedado con el nombre de ninguno. Creo que uno se llama Rubén y otra se llama Paula, y el resto ni me he enterado. Tampoco es que me importe mucho.

Aaron está dándolo todo en la pista de baile, y tiene una naturalidad envidiable para ligarse a quién sea y para detectar a personas que no tengan una limitación de preferencia sexual hacia él. Tanto chicos como chicas le siguen el juego con una facilidad que está lejos de mi comprensión.

Pol también está más suelto de lo que suele parecer. Baila con bastante energía, pero casi nunca pierde esa expresión solemne o ida. Parece que está en mitad de un viaje astral, pero que, a su vez, su cuerpo no para de moverse de la manera más terrenal. Eso sí, baila todo el rato solo. Se la suda todo.

Menos mal que iban a ir tranquilos y que les podría seguir el ritmo.

Yo estoy en la barra, tomando no sé qué cosa que me han recomendado. Como me están invitando a todo, no me quejo.

—¡Eh! ¿No bailas? —dice Gemma, sentándose a mi lado.

—¡Mejor que no! —tenemos que gritar. Por la música y tal.

—¿Cómo que no? Mira Pol. Si él puede, tú también puedes.

—Bueno, igual lo intento en un rato.

—¡¿Qué?! —dice Gemma, porque no me ha escuchado. Se me está acercando muchísimo.

—¡Que luego bailo!

—¡Bien! Oye, luego igual nos vamos al billar. ¿Te gusta el billar?

Me cuesta mucho escuchar con la música. Al principio me ha parecido que me preguntaba si me gusta bailar, pero sería absurdo que me siga repitiendo lo mismo todo el rato como si fuera un glitch. Supongo que ha preguntado si me gusta el billar.

—¡Sí! ¿Pero no teníamos que haber ido antes de beber tanto?

—¿Pero qué dices? Es mucho más divertido así.

Gemma está bastante contenta. Se me acerca mucho todo el rato con la excusa de que no me oye, pero está empezando a ganar mucha confianza física. No sé qué hago saliendo de fiesta con gente tan joven. Según cómo se mire, parece una forma de humillación hacia mi desfasada persona, pero yo sé que ellos lo hacen con buena intención.

A veces Gemma, a veces Aaron y a veces Pol (y una vez creo que el tal Rubén, pero no estoy seguro) me han ido invitando a diferentes tipos de copas. Cada vez una cosa diferente, y la mayoría con un sabor rarísimo. Yo voy diciendo que sí a todo, porque, bueno, es gratis.

Poco a poco empiezo a hacer el tonto y, por fin, a bailar. No tengo una capacidad muy fiable de juzgarme a mí mismo, pero sospecho que estoy haciendo el ridículo, aunque no me importa una mierda. Hago y digo lo que quiero, sin filtro. Empiezo a hablar muy fuerte y a reírme. Incluso estoy tonteando con todo el mundo.

En el billar, la partida es un estropicio. Nadie se lo está tomando en serio.

Ahora estamos en otro local creo.

Y ahora en otro. ¿O no? ¿O es el mismo? ¿Es el de antes? Qué tonto que soy, no sé ni qué pasa. Es esta gente que no para de decirme que vaya de un lado para otro. Lo hacen para desorientarme y que luego no pueda regresar a mi morada.

Aaron me está llevando a modo de muleta en su hombro. Qué majo. Es verdad que estoy bastante mareado, pero tampoco es como para tratarme como un inválido.

La música está muy fuerte y el mundo empieza a verse de una forma rara. Oye, pero tengo mucha energía. Es raro, ¿no? Estoy mareado, pero con mucha energía. Mareado, pero con energía. Con energía, pero mareado. Yo pensaba que no se podía. Qué gracia, ¿no? ¿No? Sí.

—Oye, Gemma. Estás cañón —le digo—. ¿Tú te has visto?

Pol me sujeta de los hombros y dirige mi cuerpo hacia Gemma. Yo pensaba que estaba hablando con ella, pero se ha tenido que teletransportar la muy jodida.

—Oye, Aaron —digo ahora, y me aseguro de que es él tocándole la cara y el pelo—. Sí, Aaron. Oye… Que le den por culo al destino escrito, ¿no?

Aaron se ríe.

—Madre mía el Izan, qué pedo lleva, por favor. ¿Estás bien? —se le escapa la risa y me mira como fascinado. Qué buen rollo de tío, joder.

—Sí, oye, para, no me quites la copa, que me ha invitado el este… El pavo ese. El del pelo rizado, el más moreno, el…

—Rubén.

—Eso. Rubén es un jefe. ¡Y no me quites la copa! Que justo estaba pensando que eres un tío que me da mucho buen rollo, pero si me quitas la copa… ¡Hemos terminado!

—Izan, ya hemos bebido bastante por hoy, ¿vale? Que a saber lo que te ha puesto Rubén en la copa. Anda que para qué te quito el ojo de encima…

—Aaron… Yo a veces quiero ser como tú —le digo, aferrándome a su pecho. Está fuerte el tío—. ¡Te la suda todo! Haces lo que te da la gana y eres el puto amo.

—Muchas gracias, Izan. El aguante bien, ¿no? Madre mía, si no llevamos ni dos horas.

—¡Gemma! —digo, separándome de Aaron de golpe y buscando a Gemma por todos lados con mi cabeza giratoria de vigilancia—. Ahí estás. Gemma, oye. ¿El doctor Gabriel es malo o qué pasa?

—¿Qué?

—Que sí, que a ti te cae mal. Y mi ex, la hija de puta de mi ex, que es muy cabrona, pero que a veces acierta, dijo cosas muy feas de él. ¿Tú sabes algo? ¿Vamos a por él? ¿Denunciamos a ese cabrón?

—Izan, mejor deja ese tema, ¿vale?

—¿Seguro? Yo le pego tremenda golpisa si hace falta.

—Sí, no te preocupes. Dejamos el tema.

—A la orden. Eres de puta madre, Gemma. Eres implacable. Me jode que no te conozco casi nada. ¿Nos conocemos más o qué? Pero no en plan ligar ni nada… Que ya tengo como varias pretendientas, o eso dice la superdotada de Flora, y me mataría si sigo añadiendo más. Tú sabes. ¿Te lo puedes creer? Si soy una piltrafa. ¿Piltrafa suena a que soy muy viejo?

—Altísimo pedo lleva tu amigo —le dice el chico sin nombre a Aaron. El Rubén que no es Rubén. Yo le llamo Rubén rubio.

Al final me escaqueo y consigo beber un poco más, porque es que Aaron me había quitado la copa. ¡Y me habían invitado! Pol se había dejado una a medias en una mesa y se había ido a otro sitio, así que yo se la robo y luego me haré el tonto. Soy un genio del mal. Soy como un ladrón de esos que saben robar cajas fuertes y… Yo qué sé.

No sé ni qué hora es.







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