Capítulo 206
No puedo aceptarlo
“… No puedo.”
Mi cabeza no funciona bien.
No puedo aceptar lo que pasó el martes. No puedo.
Pensaba que Nora era una persona horrible, pero no creo que sea comparable, ni por asomo, a lo que de verdad son sus abuelos. Son asesinos peligrosos, tienen poder y están mal de la cabeza. Y acaban de matar a Rojo delante de mis ojos. Es decir, me han matado a mí mismo delante de mis ojos…
Los gritos de Dana son algo que no podré olvidar en toda mi vida.
Hoy han venido varias personas a visitarme, pero no he podido hablar con casi nadie. Solo asentía. Al principio sí que he estado algo participativo, pero porque he hecho tres preguntas. Solo tres.
La tercera pregunta que he hecho hoy es precisamente sobre Dana. Cuando Lydia ha venido a informarme de toda la situación, le he preguntado si sabe qué ha pasado con ella. Si había venido al mismo hospital, si alguien le había dicho algo… Dice que no tiene ni idea de eso, que solo nos trajeron al hospital a mí y a Rafael.
Si sé que Rafael está bien es porque esa fue la segunda pregunta. Le pregunté a Lydia si sabía algo de un anciano llamado Rafael, y me confirmó que está en otra habitación y que vino conmigo, también con quemaduras. Parece ser que la persona, o personas, que acudieron a nuestro rescate, ayudaron a Rafael también.
La primera pregunta era si Espino estaba bien. Por suerte, Lydia se dio cuenta de que las predicciones de esta semana podían implicar que yo estaría fuera de casa. Alex también se dio cuenta y escribió a Lydia para que no se le pasase eso. Gracias a ese pensamiento es que han podido atender a Espino estos días.
Lydia me ha intentado contar todo lo que sabe, pero ella no ha estado ahí. No sabe nada, ni mucho menos sabe quién nos ha traído hasta aquí. Me ha contado algo muy extraño sobre un amigo mío de pelo rubio que me visitó, pero no he entendido nada ni he querido darle importancia por ahora. Mi cabeza no quiere funcionar ni tampoco ponerse a pensar en nada de esto. A lo mejor es uno de los que me ha traído hasta aquí, a lo mejor es alguien de todo este entramado, de los que escriben notitas. Qué sé yo… Me da igual.
Anna también ha venido. Ha traído pastelitos. Estaban muy buenos. Llevaba un pañuelo de cuadros con colores rojos, verdes y blancos. Estoy muy agradecido, pero no he podido hacerle mucho caso. Siento si he sido frío pese a todo, pero no puedo reaccionar… Aunque fue un alivio ver su cara nada más despertar. Fue ayer, ¿verdad? Tengo un lío en la cabeza con el paso del tiempo… Pero sí, fue ayer. Ahí fue cuando me dejó una hoja con la cara sonriente. La misma cara, más o menos, que la que estaba dibujada en el calendario. Gracias a que Lydia me trajo el calendario, pude tachar las predicciones de estos últimos días, pero fui incapaz de tachar el dibujo de Anna. Me daba mucha pena tacharlo, así que fui imaginativo.
Otro que vino a visitarme fue el tío Mateo. Parecía enfadado por el hecho de que me puse en peligro. No escuché bien lo que me decía. Creo que está confuso porque Rafael y yo vengamos del mismo sitio. Sí, sabe que nos trajeron a los dos a la vez y que nos hemos quemado en el mismo sitio. ¿Cómo se le explica eso? Yo no podía contestar bien, así que exageré algo que es real: el trauma, las náuseas y las lagunas mentales no me dejaban contestar.
Por el momento no ha venido nadie más. Supongo que no están avisados, o que no importa demasiado.
Parece ser que hoy me quedaré aquí todo el día, pero al menos tengo mi móvil.
No quiero salir de aquí. No quiero enfrentarme al mundo. Cuando salga, tendré que lidiar otra vez con las predicciones, con las amenazas, con las notas, con los contactos secretos, con el tema de Anna y de Abril… Y, para terminar de rematarlo todo, ya no puedo seguir más tiempo sin trabajo. Lo que cobro de paro es muy poca cosa, y aunque mis padres me ayudan un poco mandando algo de dinero, me dijeron que solo lo harían uno o dos meses, que seguro que encontraba algo en un momento. Ya va tocando… O podría no salir de casa y usar el dinero del paro para alimentarme lo justo y alimentar a Espino, y poco más. Tendría que valorarlo.
Lo que ha pasado con Rojo… No tiene ninguna clase de sentido.
Sabía que había gente peligrosa a mi alrededor. Gente misteriosa, gente mala, gente que estaba mal de la cabeza… ¿Pero matar a alguien así, de un disparo en la cabeza? ¿Delante de mis ojos? Cuando recuerdo eso siento náuseas y mucho, mucho miedo.
Las quemaduras, el dolor, el recuerdo de los gritos de Dana, el recuerdo de la risa de la abuela de Nora… El disparo. Ese disparo. El cadáver de una versión veinte años mayor de mí mismo desplomándose frente a mí.
No puedo aceptar lo que ha pasado. ¿Cómo podría aceptarlo? ¿Cómo me voy a creer que todo ha sido real? No puedo. No puede ser real. No ha pasado. No puedo aceptarlo.

Comments