top of page

Viernes 23 de junio de 2023

Joel Soler

Actualizado: 13 nov 2023


Capítulo 115

Nora se sincera conmigo

“Ya llevaba unos días tranquilo sin predicciones con Nora.

¿De qué se va a sincerar esta, si ya dice siempre lo que le da la gana?

¿Me confesará que es incluso más mala de lo que parece?”



Al llegar a mi edificio, me encuentro con Nora sentada en un banco que hay justo antes de llegar al portal. Está con los auriculares puestos. Casualidad o no, es el mismo banco en el que pasé un rato con Abril el sábado pasado, mientras Nora nos miraba desde el balcón sin un solo atisbo de sonrisa.

Intento ignorar a Nora, pero no me pasa por alto el hecho de que está llorando.

No me puedo creer que Nora llore… Pensaba que era incapaz de hacer eso, al menos en público. Tengo la teoría de que llora todos los días en privado porque se mira al espejo y odia todo lo que representa, pero que se asegura de no hacerlo en público. Si lo está haciendo ahí… ¿Es porque no puede más? ¿O es un cebo para que yo me acerque? Si es lo segundo, no debo picar bajo ningún concepto. Pero si es lo primero… Necesito entender por qué.

¿Me estoy acercando? Mi cerebro me dice que lo reflexione un poco más, pero mi cuerpo se está acercando a ella. Creo que es mi instinto, que intenta no hacer caso a mi cabeza, por si al final esta gana y dice que volvamos a casa sin preguntarle a Nora si está bien.

No, no puedo. No debo. Si me acerco a ella mientras llora, siento que habré perdido. No me voy a acercar a Nora pase lo que pase.

—¿Nora? ¿Estás bien? —le pregunto. Soy la persona más tonta del planeta.

Ella se quita los auriculares y me mira como si hubiese visto a un ángel descendiendo del cielo. Que alguien me mire así genera un sentimiento tan embriagador en mi corazón, que me asusta que tenga que ser Nora la única persona que me mira de esta forma.

—Izan… Hay una parte de mí que no soporto. Una parte de mí que no consigo abrazar… —dice, intentando frenar el lloro.

—¿No has podido abrazar la luz y la oscuridad al mismo tiempo? ¿Era demasiado grande la oscuridad? —le digo.

—Hay personas que pueden cambiar… —dice—. Pero yo no puedo. Por eso no me queda otra que abrazar todo lo que pueda de mi ser. Pero tienes razón, Izan… Hay oscuridades que son demasiado grandes como para abarcarlas con los brazos.

—¿Y qué oscuridad es la que te ha hecho llorar en público? Tú, que solo llorarías a escondidas…

—¿Sabías que lloro a escondidas…? —me dice, con una voz suave, rota y vulnerable. Me ha acariciado el corazón.

—Bueno, sí… Lo imaginaba. Te conozco mejor de lo que crees…

—Izan… —me abraza con fuerza. Es un abrazo desesperado. Casi nunca se puede ver a Nora tan humana y vulnerable como hoy.

—Pero cuéntamelo… —le digo, sin dejar de corresponder el abrazo.

—Estoy en este banco porque es el sitio donde te vi con la chica de la cinta y las muñequeras el otro día. No me he podido quitar esa imagen de la cabeza.

—¿Qué? Esto es por celos, ¿Nora?

—No es tan simple. No es que no pueda soportar verte con otra, pero… Odio que eso sea porque soy incapaz de dejar de ser como soy. Creo de verdad que tú y yo hubiésemos podido tener algo precioso… Pero soy de esta forma tan horrible. Mira, Izan… Yo sé lo que es tener una relación tóxica de verdad, y lo que quiero es lo que tengo contigo. Pero, para ti… Lo que tú recuerdas de mí, es parecido a lo que yo recuerdo de mi ex. Y, de la misma forma que creo que tú serías mi salvación… Tú crees que la chica del sábado será tu salvación. Y no puedo soportar eso. No puedo soportar ser lo mismo para ti, que lo que mi ex fue para mí.

—Pues no lo seas… —le digo.

—¿Eso quieres? ¿Crees que si dejo de ser de esa manera me mirarás con esos ojos? ¿O me obligarás a cambiar todo lo que soy para luego abandonarme de todas formas? ¿Has pensado bien esa respuesta, Izan?

—No. Yo solo digo… A ver, no sé… Sácame a mí de la ecuación, ¿vale? Si tú no quieres ser así, entonces…

—No te voy a sacar de la ecuación.

—Ya, pero…

Nora pone su dedo en mis labios para que me calle y apoya su cabeza en mi hombro.

—Hay algo más. Hoy es uno de esos viernes… No sé si te acordarás.

—¿De qué?

—Algunos viernes, Oliver, mi madre y yo tenemos que ir a un sitio. ¿Te suena?

—Ah… Vagamente. ¿A casa de tus abuelos o algo así?

—Sí. Son los viernes que ellos digan, avisando al último momento. Ir ahí me mata. Odio a mi abuelo y tengo miedo tanto de mi abuelo como de mi abuela. Mi madre y Oliver están igual. Todos tenemos miedo de mis abuelos. Pero tenemos que ir de todas formas… Con suerte será una cena rápida y poco más.

—Tiene que ser duro… —a su lado, no debería quejarme cuando mi tío Mateo me obliga a visitarle, o cuando vienen mis padres.

—A las nueve me voy, pero hasta entonces estoy libre, y ya estoy lista… ¿Me querrías hacer compañía hasta entonces?

—¿Qué? —digo. No quiero. No quiero hacerlo—. Vale… Pero que sea corto.

Soy patético.

Damos un paseo. No hablamos mucho en ese rato, pero estoy cómodo en esos silencios, de una forma algo extraña. Creo que a ella le pasa igual.

Nos sentamos en un parque. Ya han pasado casi dos horas desde que empezó el paseo, y se me han pasado volando. Los niños y los no tan niños están jugando con los petardos. Es verdad, estamos en San Juan. No me gustan los petardos, pero creo que adornan esta escena. Para algunos será bonito, para otros será molesto, y para mí… No lo sé.

—Oye, ¿qué escuchabas antes? No sé qué música escuchas. Siempre he pensado que escuchabas cantos demoníacos o algo así.

—Ah, sí… La música de antes. Es una música que escucho cuando intento escuchar a mi corazón. Pero creo que a estas alturas ya no hay manera de acceder ahí.

—Pensaba que solo actuabas escuchando tus emociones, por rotas que estén.

—Bueno, sí… Puede que sí. Me conoces, Izan, y eso me hace muy feliz. Pero… Lo que pasa es que el corazón está tan roto, que no puedo escuchar lo que tenga que decir de verdad. Solo escucho una parte superficial y rota —mientras dice eso, prepara un auricular para dármelo—. ¿Quieres escuchar conmigo?

—Claro…

Me pongo un auricular. Empieza a sonar una canción llamada Listen to your Heart, de Roxette.





Por la cara que pone, esta debe de ser la canción que hace llorar a Nora. La que hace que se intente reconciliar consigo misma, ante la impotencia de no poder conseguirlo hasta donde ella quiere.

Estamos en el parque, viendo como empieza a atardecer y los niños y no tan niños juegan con los petardos. Su cabeza en mi hombro. Estoy en un mundo en el que no soy dueño de mis actos. Yo no puedo escuchar a mi corazón como dice esta canción, pero porque no es tan sencillo entrar ahí. No sé cuándo me habla mi corazón, mi cabeza, mi instinto o vete a saber el qué. Un calendario, una idea que me han plantado, un olor, un recuerdo… Nunca sé lo que me impulsa. Y siento que, si indagase en lo que siento por Nora, no me gustaría nada lo que puedo llegar a encontrar.

Me dejo llevar. Eso sí que lo hago. Precisamente porque no escucho nada de lo que tengo dentro es que puedo dejarme llevar. Si bloqueo todo lo que siento o pienso, entonces puedo vivir este momento del cual me voy a arrepentir, pero que ahora me llena.

—Bueno… Ya mismo es la hora —dice ella.

—¿Ya? —miro el móvil—. ¿Ya son las nueve? Es increíble… Ni me he enterado.

—Sí. No quiero llegar tarde —Nora ve un mensaje en el móvil y empieza a tener prisa—. Vamos, te acompaño hasta el portal.

—¿No tienes que ir directa a casa de tus abuelos?

—Te acompaño al portal —repite, y yo no digo nada más.

Caminamos en silencio. No me puedo quitar de la cabeza esa canción, los petardos o su cabeza en mi hombro.

Cuando llegamos, veo que Oliver la está esperando en el portal. Nora se despide de mí con un abrazo que no puedo corresponder porque estoy paralizado al ver que Oliver nos ha visto. Luego corre hacia él y los dos se van juntos.

Oliver ni me ha saludado. Me ha visto llegar con su hermana de paseo, y se ha horrorizado, estoy seguro de eso. Comprendo que no quiera saludarme, lo comprendo muy bien. Yo tampoco lo hubiera hecho en su lugar.

No me atrevo a mirar a Oliver a la cara. Tampoco me atrevo a mirar a Lydia o a Frank después de esto. No me atrevo ni a mirarme al espejo después de esto…







27 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comments


bottom of page