Capítulo 332
Diamond reparador
“Yo acabé fatal ayer, y Eric acabó muy mal conmigo la última vez.
Asumo que el Diamond reparador no es con él, pero…
Entonces no tengo ni idea de cómo me va a reparar ese sitio.”
—Izan… —dice Saúl, con unas ojeras terribles.
—¿Qué pasa aquí? —digo yo, sobresaltado.
Es por la noche. Acabo de salir de la cafetería. Al trabajo de Ignacio no he ido.
Saúl ha venido a buscarme al trabajo, y parece que lleve cincuenta horas despierto.
—Creo que lo he conseguido —dice—. La predicción de hoy.
—¿Qué? Yo iba a ir ahora al Diamond, a ver si conseguía sentirme bien yo solo.
—Déjate de tonterías… —dice—. Eso ya lo hiciste en el primer intento, y lo estás intentando hacer en casi todos. A veces te llevas a Lydia, a Alex, a Frank, a Oliver, a Anna o incluso, en una ocasión, te llevaste al amigo ese de Eric. Elías, si no me confundo. Pero nada funcionaba. Este es el intento… ¿Cuál es?
—Si no lo sabes tú…
—Llevamos más de cincuenta intentos —dice—. Pero, sobre el intento cuarenta más o menos, decidí que de esta predicción me tenía que encargar yo.
—¿Tú…?
—Sí. En realidad, se me tenía que haber ocurrido a la primera, y no la número cuarenta. Te pido perdón por eso.
—¿Me pides perdón tú a mí? —digo—. Pero si soy yo el que está siendo tan inútil que nunca se cumple la predicción…
—Te pido perdón porque, desde que te conté toda mi historia, te estás encargando personalmente de que se cumplan todas las predicciones a la primera. Pero yo también tengo que trabajar para que eso pase, y eso he hecho.
—Pues… Te escucho. ¿Qué has hecho?
—Ven. Vamos al Diamond Glass ahora mismo.
Corremos hacia el local.
Por el camino, Saúl no me dice nada.
Al llegar allí, vemos que están sentados Eric e Iris en una mesa.
—Espera… —le digo a Saúl—. Eric está ahí. Está con Iris. ¿Tú sabías eso…?
—Claro —dice—. Hemos quedado con ellos.
—¿Qué…?
Nos acercamos a su mesa. Por mucho que Saúl me diga eso, las posibilidades de que alguien no esté entendiendo nada, o de que a Saúl se le haya ido la cabeza del todo, están ahí. Por lo tanto, no tengo ni idea de cómo va a ir esto…
Lo que me imagino es un escenario terrible en el que Eric se levanta y empieza a pegarnos a los dos, o que incluso han llamado a la policía para detenernos. A Saúl por acosador, y a mí por cómplice y por apuntar cosas raras en un calendario.
—Me ha costado más de diez intentos, Izan… —dice Saúl, ya casi llegando a la mesa—. Pero he conseguido que nos quiera escuchar.
—¿De verdad…?
Llegamos por fin a la mesa. Los dos nos miran con expresiones que no son fáciles de leer. Iris está como… ¿Neutral? O, mejor dicho, expectante. Y Eric está tenso. Es una tensión muy seria.
Nos sentamos y saludo a la pareja de una forma torpe y tímida. Iris me devuelve el saludo, pero Eric no.
¿Seguro que Saúl lo ha ablandado? A lo mejor este es otro paso más de sus intentos, y solo ha llegado un poco más lejos. Si es así, será otro Izan el que lo haga. Es tristísimo darte cuenta de que serás un intento más, así que voy a intentar salir bien de esta, si es que yo tengo el control para eso…
—Tu amigo me ha contado muchas cosas —dice Eric, mirándome—. Pero quiero escucharlo de ti.
—¿Qué te ha contado…?
—¿No le has dicho nada? —pregunta Eric, mirando a Saúl.
—No. Quiero que la reacción de Izan sea lo más natural y sincera posible. Creo que lo apreciarás más, porque asumo que sabes lo mucho que se le nota cuando es sincero por ponerse nervioso.
Ah, vale. Ahora tengo esa presión. Definitivamente, Saúl está buscando el mejor camino todavía. Supongo que, en el anterior intento, me lo ha contado todo de camino al local, y yo la cagué por culpa de eso.
—Bueno, lo mejor será que me hagas preguntas… —digo—. Así podré contestarte a todo lo que te interesa. Sin mentiras.
—¿Por qué proteges a Saúl? —pregunta.
—¿Digo la verdad completa? —pregunto, mirando a cada uno de los tres.
Saúl asiente.
—Para eso hemos venido —dice Eric.
—Pues nada, allá va. El calendario ese que viste en fin de año es un calendario que predice lo que me pasará. Es algo que me envían, no soy yo el que lo escribe. Llevo desde el uno de marzo igual. Y todo esto pasa porque una versión de mí, que no soy yo, escribió todo eso de forma inocente, todavía ni sé por qué. Después, el tiempo se reinició, como en un bucle temporal. El mundo volvió a empezar desde el uno de marzo, pero nadie recordaba nada salvo Saúl. Además, las frases del calendario se cumplen, porque esas letras también han sobrevivido al reinicio del tiempo. Y, si te preguntas qué tiene que ver Saúl con Iris, es porque, en el otro mundo, ellos dos eran pareja, pero la abuela de mi ex lo secuestró y no pudo despedirse de ella. Se quedó traumatizado al ver que la había perdido por culpa de aquella bruja y por culpa del reinicio del tiempo. En el otro mundo, Iris no estaba contigo, pero aquí sí, y eso hizo que Saúl no se comportase de la mejor de las maneras. Pero te puedo asegurar que no quiere hacerle ningún daño y que ya ha asumido que él perdió a la Iris que estaba con él, que es la del otro mundo.
Me callo para ver qué acaba de pasar. He soltado todo sin ningún filtro ni preocupación, y ahora empiezo a preocuparme por la reacción de Eric e Iris al escuchar todo esto así, de golpe.
Nadie me contesta. Solo me miran, con los ojos muy abiertos.
—Puedo seguir, si queréis —digo.
—No. Para, para… —dice Eric, quitándose las gafas y apretando con fuerza entre los ojos—. Es lo que me ha contado Saúl. Bueno, me lo ha contado mucho más despacio. También me ha contado que los días se reinician una y otra vez si tus predicciones no se cumplen. Es algo que ni de broma me creería, si no fuera porque, por lo visto, me ha puesto a prueba en varios reinicios, y ha adivinado cosas que nadie podría haber adivinado. Cosas que solo podría saber si me lee la mente o si es como él dice.
—Lo de leer la mente también lo hemos descartado —dice Iris—. Hemos hecho un juego de papeles donde el resultado era ciego incluso para Eric, y Saúl ha adivinado las cosas que Eric sabía, y las que no.
—Sí, asegurándome de que no era un juego de azar, y que lo harían igual que en la otra repetición —dice Saúl.
—Yo estoy flipando… —dice Eric—. No sé cómo estoy teniendo esta conversación. Se me ha ido la cabeza, ¿verdad?
—Qué va… —digo—. Me crees porque sabes que ha habido muchísimas cosas raras que encajan en el momento en que te cuentan todo esto.
—No sé, no sé… No es tan fácil —dice Eric—. Una parte de mí todavía cree que me estáis mintiendo para que no os denuncie. Pero, si fuera mentira, creo que hubieseis intentado algo mucho más creíble. Además, te quiero creer, por ser tú. Pero… ¡Hostia! Es que cuesta muchísimo.
—Mira estos mensajes —digo—. Aquí puedes ver cómo hablo con otros amigos de las hojas de los calendarios que me iban llegando los últimos días de cada mes. En algunos se puede ver cómo quedo contigo, o que me llamas. En otros ya me decía que me iban a despedir del trabajo, o que me iban a contratar en el otro sitio. Incluso fue el calendario el que me ayudó a hacerme amigo de Hugo.
Eric revisa las imágenes. Al enseñárselas con las conversaciones, donde puede ver las fechas, y también mi agobio conforme iban llegando los calendarios, solo puede o creerme, o pensar que hemos llevado la mentira con una profesionalidad casi criminal.
—¿De quién es esa letra? —dice Iris, revisando el de enero—. La que no es la tuya.
—Ah… Pues no tengo ni idea. Es de alguien que escribió en el calendario en el otro mundo.
Iris mira con detenimiento la letra, y luego desiste.
—¿Pasa algo? —pregunto.
—¿Eh? —dice Iris, saliendo de su ensimismamiento—. No, no… Se me ha hecho conocida, pero no me hagas ningún caso.
—Oye —dice Eric, mirando a Saúl—. Entonces, ¿qué pasa con lo de Iris en el otro mundo? ¿Qué garantías tengo de que nadie hará nada raro con eso?
Saúl mira con tristeza a Iris.
—No sé qué hacer para que confíes en mí. Solo puedo decir que, en tantos reinicios… En este largo, largo año… He aprendido a aceptar lo que me está pasando, y también a aceptar que ella no es la persona de la que me enamoré. Siempre lo supe, pero tenía que creérmelo de verdad.
Iris mira a Saúl, impresionada.
—Yo… Lo siento mucho —dice ella.
Saúl se agobia y empieza a balbucear.
—¡No! No, que… ¿Qué dices? Que no, hombre, que no… Tú no te tienes que disculpar, dis… Joder. No tienes que disculparte por nada.
—Se nota que es tu amigo —dice Eric, mirándome a mí—. Sois super torpes.
—Gracias —digo, con una sonrisa irónica.
—Entonces, a ver que yo me aclare… —dice Eric—. ¿Todo esto terminará el último día de febrero?
—Sí —digo—. Pero no sé cómo. No sé si se reiniciará el mundo otra vez, no sé si podremos seguir adelante, no sé si los que me están haciendo esto habrán conseguido o no lo que quieren… No lo sé.
—Perdona si pregunto tonterías, pero me quiero situar —dice Eric—. Si, por ejemplo, el mundo se reinicia… Yo ya no estaría con Iris, ¿no? Y no habría ninguna garantía de que vuelva con ella.
—Pues… —digo, pensando bien la respuesta—. Teniendo en cuenta que en el anterior mundo no tuvisteis nada… Y teniendo en cuenta que ninguno recordará nada, y que el calendario tampoco hace alusión a vuestra relación…
—Bueno, alguien sí que recordará todo, ¿no? —dice Eric, y mueve la cabeza para señalar a Saúl, pero sin dejar de mirarme a mí.
—Claro, Saúl sí que se acordará… —digo, y soy consciente de lo que Eric tiene que estar pensando ahora.
—¿No se acordará también la persona que te ha hecho esto? —pregunta Iris.
—Es verdad. Esa persona casi seguro que recuerda todo. No sé si de la misma forma que Saúl, pero tiene que hacerlo.
—Pero no sabemos quién es, ¿no? —dice Eric—. Si esa persona no tuviera nada que ver con Iris o conmigo, entonces Saúl tendría vía libre para aprovechar la experiencia que ha conseguido en este mundo y evitar que Iris y yo empecemos una relación —Eric se gira por fin hacia Saúl—. Usarías tus trucos y tus reinicios para conquistarla y demostrarle lo mucho que la conoces, ¿verdad?
—Eric, para —dice Iris—. Es muy incómodo.
—Tiene razón —dice Saúl, y yo me tapo la boca al escucharlo.
—Aplaudo lo honesto que eres —dice Eric.
—¿Me podrías culpar? —dice Saúl—. Tuvimos una relación preciosa, y si tengo la oportunidad de recuperarla sin hacer daño a nadie, ¿no sería algo normal? ¿No tengo el derecho de intentarlo después de lo que me pasó?
—¿A qué te refieres con no hacer daño a nadie? ¿Qué pasa conmigo? —pregunta Eric.
—Tú no recordarías nada de esto. ¿No lo entiendes? Imagina, por ejemplo, que en otra línea temporal hubieses salido con Anna. Ahora no lo recuerdas. ¿Consideras que Izan te ha hecho daño por tener la historia con Anna?
Eric no contesta. No tiene cómo contestar a eso.
—Yo tendré que opinar también… ¿No? —dice Iris.
—Por eso me jode que Saúl use sus trucos y sus reinicios —dice Eric—. No sería un inicio de relación natural. Te estaría manipulando.
—¡Porque ya no puede ser normal! —grita Saúl—. ¡Para mí ya no existe una forma normal de empezar nada con nadie! Si crees que es algo horrible, que me hace la peor de las personas, te prometo que reflexionaré sobre ello, porque tengo tiempo de sobras para hacerlo… Pero intenta ponerte en mi lugar, por favor…
—Calma… —digo, poniendo una mano en el hombro de Saúl y mirando a Eric—. Creo que será mejor no tirar por ahí.
—No, espera… —dice Saúl—. Eric, escucha. No puedo saber qué haría o qué no haría si el mundo se vuelve a reiniciar, pero sí te puedo decir una cosa…
—A ver, dime —contesta Eric, jugueteando con su copa.
—Te puedo jurar que quiero más que nadie que el mundo deje de reiniciarse. Necesito, y cuando digo que lo necesito es que lo necesito de verdad, para no morirme por perder del todo la cabeza, que el hechizo del calendario deje de existir ahora mismo. Estos últimos meses está siendo más llevaderos porque Izan me está ayudando muchísimo, pero, si se reiniciara todo, y asumiendo que tengo que volver a hacer caso a la guía del calendario, volveríamos a lo mismo… A soportar reinicios infinitos hasta que le pueda contar la verdad a Izan pasado casi todo un año. No puedo volver a pasar por eso. Necesito que pare ya. Así que lo daré todo para ayudar a Izan y que consiga salir de esta. Si lo conseguimos, no habrá reinicios. Vosotros seguiréis juntos, y yo no me pienso meter.
Eric mira a Saúl. Está examinando su expresión. Segundos después, coge su copa y la acerca a Saúl.
—Brindemos por eso, entonces.
Saúl sonríe, aliviado, e imita lo que Eric ha hecho.
Iris y yo nos miramos, sonriendo, también aliviados. Es como si toda la tensión se hubiese ido de golpe. Es la magia del Diamond Glass, siempre lo digo.
Tal y como pone en el calendario, un Diamond reparador.
La noche termina con algunas preguntas más por parte de Eric e Iris, pero sin más situaciones tensas. Solo nos dedicamos a criticar a los S y al ex de Nora. También le explico algunas cosas que vi venir de antes sobre el trabajo, o lo de las notas que recibió Ignacio en su día por parte del ex de Nora.
Eric dice que me quiere apoyar en todo lo posible, y que cuente con él para lo que sea. Iris dice que también.
Es increíble cuánta gente sabe ya esto… Y cuánta gente, poco a poco, cada uno con sus dificultades, termina por querer apoyarme en todo.
En algunas cosas siento que el peligro no termina, pero, en otras, la verdad es que cada vez me siento más seguro y, sobre todo, mejor acompañado.

Comments