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Viernes 4 de agosto de 2023

Joel Soler

Actualizado: 5 ago 2023


Capítulo 157 Se lo cuento a Alex

“Por mí, se lo iba a contar ayer, pero es que no se callaba.

Además, ayer era día de positividad, así que no tenía lugar.”

—Alex, tengo que hablar contigo —le digo durante el desayuno.

—Izan. Izan, Izan… Me estoy desperezando todavía. Por favor, respetemos los rituales mañaneros del otro.

—Vale.

Dejo pasar un rato y, a la mínima que lo veo más o menos activo, vuelvo a la carga.

—Alex, tengo que hablar contigo.

—Por supuesto. Te escucho.

Vaya, eso ha sido consecuente. Es fiel a sus rituales, pero luego está a tope con todo.

Ahora viene la parte difícil. Nunca es fácil arrancar a la hora de explicar lo del calendario.

Ni con Lydia ni con Frank fue fácil. Los VDLS no cuentan, eso fue un caso un poco excepcional, y además no son mis amigos cercanos. Lydia, Frank y Alex son mis mejores amigos. Ahora ya lo sabrán los que lo tienen que saber.

Le pongo el calendario delante.

—¿Qué me traes aquí? —dice, mirando de cerca la hoja, intentando entender—. ¿Un calendario en el que pones lo que crees que pasará cada día? ¿A eso juegas cuando te dejo solo?

—No lo he escrito yo.

—Ah, ¿no? Vaya, me sonaba que tu letra era algo así, aunque no me acuerdo bien tampoco.

—Sí, es mi letra.

Alex deja de mirar el calendario y me mira a mí. Tiene cara de decirme “ni estoy entendiendo la broma, ni pinta que sea muy graciosa”.

—Vale, dime qué pasa con esto.

—Quiero confirmar una cosa, Alex… ¿Esa es tu letra? —señalo con el dedo el “¡Por supuesto!” que hay anexo a la predicción de mañana.

—¿A ver? —lo mira muy de cerca—. … La hostia. Eso es mi letra, sí. La has clavado, Izan.

—No lo he escrito yo.

—¿Y quién lo ha escrito?

—No lo sé.

Alex me mira cada vez más molesto.

—Izan, no lo entiendo. ¿Qué estás haciendo?

—Ahora te lo explico. Pero lo primero que quiero que entiendas es que eso, tanto lo de tu letra como lo de la mía, no lo he escrito yo.

Se levanta y me mira a los ojos.

—Júrame por nuestra amistad que tú no has escrito nada de eso.

—Te juro que no he escrito nada de eso de forma consciente.

—Vale, pues te escucho, porque creo que me quieres contar algo fuerte.

—¿Alguna vez te has encontrado con algo que sea mágico? O sea… ¿Crees en la magia?

—Puf… A ver —dice mientras pone las dos manos en la cabeza y empieza a recorrer la forma de su cabeza hacia atrás—. Una vez me encontré con un chamán raro, pero no me convenció. También me han echado las cartas y las runas. Clavaron algunas cosas, no te voy a mentir. Y escuché que en París había un tipo que hacía terapia de sueños, y se podía meter en tu cabeza cuando dormías o algo así. Muy loco. Nunca lo llegué a visitar, pero me quedé con las ganas.

—Vale… Pues, en pocos días, voy a hacer que creas en ello.

—¿Eres mago, Izan?

—Alex… —digo fingiendo que lloro de pura frustración—. Escúchame, por favor, que esto no es fácil.

—Ya imagino, ya…

—Llevo desde el uno de marzo recibiendo calendarios de este estilo…

Le cuento toda la historia, con pelos y señales. Le enseño los demás calendarios. Le explico lo que me ha pasado, lo que sé, la implicación de Nora, lo de VDLS, las cosas que menos se pueden negar… E incluso que supe con tiempo que alguien moriría el día que se murió nuestro profesor Rafael.

Durante toda la explicación, Alex ha estado en completo silencio. Cuando me callo, noto que su expresión es la de alguien que ha colapsado.

—¿Cómo contesto yo a esto…? —pregunta—. Me has jurado que no es una broma, y creo que es demasiado elaborado y explícito como para pensar que te has vuelto loco o… No sé, que te están haciendo una broma a ti, ¿no?

—Lydia pasó por lo mismo, pero le he demostrado docenas de veces que son predicciones que se cumplen de verdad. Sin bromas, sin locuras y sin trucos. Un calendario mágico predictivo que me envían mes a mes. Eso es lo que es. Y no sé ni por qué.

—O sea, si le pregunto a Lydia, ¿ella me confirmará que es real?

—Sí.

—Guau. Pues no sé. Pues… A ver, no sé. ¿Qué hago? ¿Qué digo? O sea… A ver, déjame ver el calendario de este mes.

Alex revisa la hoja con detenimiento.

—Pero a ver. ¿Por qué sale mi letra ahí?

—No lo sé. Es la primera vez que pasa eso.

—¿En serio? ¿En seis calendarios la primera vez que sale una letra que no es la tuya tiene que ser la mía?

—Será porque tienes mucha presencia —le digo, con ánimos de que por lo menos se sienta halagado.

—Eso por descontado. Pero, a ver… Puf, no sé, déjame ver mejor las predicciones.

Las revisa y empieza a murmurar cosas.

—O sea, claro, mañana te iba a decir que teníamos que salir, eso está claro. Por supuesto, como pone ahí. Sí, eso está claro. Pero a ver… Aquí hay gente que no sé quién es, así que, si no te importa, voy a pasar de largo. Mira, por ejemplo, día nueve, roban en el edificio, eso puede… ¡Epa!

—¿Epa?

—¿Qué es eso que leo en el día diez? Se me había pasado. ¿Alex vs Flora? ¿Quién es Flora y por qué se quiere enfrentar a mí?

—Flora es una niña de nueve años que vive en este edificio. Es amiga mía y es más inteligente que nosotros dos juntos.

—¿Más inteligente que nosotros juntos? Perdona, Izan, pero no sabes toda la sabiduría que he acumulado en mis viajes.

—No será suficiente.

—Eso hiere mi orgullo.

—¿Que te gane una niña de nueve años?

—No. Que mi amigo no confíe en mí. ¡Así que desafío en justo duelo intelectual a esa niña!

—¿Ves? El calendario ya te está convenciendo para hacer lo que dice.

—Hostia. Bueno, a ver, pero lo he dicho porque lo pone aquí. El robo en el edificio, por ejemplo, salvo que lo llevemos a cabo tú o yo, dudo mucho que sea influenciado por el calendario.

—Cierto. Supongo que esa será la prueba que necesitas.

—No. La prueba que necesito ya la tengo. Me lo has jurado, Izan. Además, Lydia está de acuerdo. Me fío de vosotros al cien por ciento.

—¿En serio…?

—Sí. Pero, de todas formas, ya le he mandado un mensaje a Lydia para que me lo confirme, y estaré pendiente de ver cómo se cumplen una por una esas predicciones. No te quitaré ojo hasta que me marche de esta casa. El dieciocho de agosto, por lo que veo.

—Eso parece…

—Es increíble, Izan… La verdad es que no me esperaba para nada que me ibas a enseñar algo tan entretenido. Yo que pensaba que este país ya no tenía nada que ofrecerme… ¡Y vas tú y haces magia! Yo es que alucino. Pero, por favor, necesito verlo. Quiero ver cómo se cumplen, una por una. Y… Vale, sí. Te voy a ayudar a gestionarlo. Lo vamos a llevar entre los dos, ya lo verás. Bueno, igual entre los tres. Voy a hacer que te reconcilies con Lydia, acuérdate de eso.

—No sé si será tan fácil…

—Pero que sepas una cosa, Izan. Mañana vas a salir, sí. Pero es que hoy también.

—¿Hoy también? ¿Dos días de fiesta seguidos? Mi cuerpo no aguanta eso.

—Mañana sí que será de fiesta. Hoy nos vamos con mi hermana Alicia al cine. Insiste mucho en que tenemos que ver Barbie juntos.

—¿Vuestro reencuentro será viendo Barbie?

—Sí, no sé. Yo ya no le llevo la contraria hace tiempo. Dice que tengo que verla porque soy un Ken de la vida o algo así, no sé. Yo estoy abierto a todo.

—¿Y entonces voy yo también?

—¿Has visto la película?

—No, no he tenido la oportunidad…

—Pues eso, vamos al cine los tres.

—No sé si tengo muchas ganas…

—Cine gratis, Izan. Pago yo.

—¿A qué esperamos, Ken? —le digo con una voz que pretende imitar a la que imagino que tiene Barbie, aunque no tengo ni idea.


Pasan las horas. A lo largo del día, hablamos varias veces de lo del calendario. Bueno, hablo yo. Le cuento cómo ha ido mi vida durante todos estos meses, casi que predicción a predicción.

—Ojalá hubiese estado ahí cuando lo del profesor Rafael…

—Fue de los peores días. Puede que el peor. Todavía me duele cuando lo recuerdo.

—Disfrutaste de él siendo su vecino. Quédate con eso. A mí me hubiese encantado que siguiera aquí para estos días en que voy a vivir delante de la que fue su casa. Según cómo se mire, eres un suertudo, ¿no?

—Sí… Lo sé.


Alex habla más en la parte de junio, con Nora como protagonista.

—Si llego a saber que Nora tendría tanta presencia… No te lo puedes imaginar. Sabe Dios que Nora no saldría viva de mi encuentro con ella.

—Le hubieses dado caña, seguro. Lydia le tenía miedo, y Frank perdía mucho la paciencia. Estoy seguro de que tú sabrías enfrentarte a ella de forma más estoica.

—Ni lo dudes, Izan. Ni lo dudes.


Alex se engancha a mis historias. Lo de los VDLS, lo que ha pasado con Hugo y el trabajo… Cosas como lo del beso de Victoria y la posible implicación de mi padre en eso, que le tiene loco…

—Te juro que como tu padre sea el ex de tu jefa, yo le hago un documental a ese hombre. El Gerardo ese le tuvo que dejar mucha marca a la tal Victoria como para que te quiera besar dos veces solo porque te parezcas a él. ¡Es increíble! A mí esas cosas no me pasan.

—No creo que le pase a mucha gente, la verdad.


Al final, llega la hora de ver Barbie. Alex va con un polo rosa. Yo no tengo ropa rosa, pero Alicia dice que me lo perdona porque fui a ver su obra de teatro. El hecho de que me tengan que perdonar por la ropa que llevo aumenta mis ganas de esconderme en mi habitación y pasar el día en pijama, pero tampoco sería muy diferente a la vida que tendría si no tuviese a gente a mi alrededor que me obliga a salir de casa.

Vemos la película. Alex parece que está a tope. Yo no he podido estar muy concentrado, porque no paro de pensar en cómo Alex podrá intervenir en las siguientes predicciones. Voy repasando día por día. Pienso en si de verdad me ayudará con Lydia, en qué tipo de enfrentamiento tendrá con Flora, en si podrá ayudarme con alguno de los otros temas que están sobre la mesa, como el distanciamiento con Liam, lo de Aurora… Lo de Abril.

Por culpa de este calendario, me cuesta mucho concentrarme en ver películas y series. Cada vez necesito más quitarme de la cabeza todo esto.

Al acabar la película, los dos la están comentando con mucha energía. Hablan mucho de temas sociales, y Alicia, que ya ha visto la película más de una vez, parece que tiene mucho que decir. Después de que hablen ellos solos durante un buen rato, Alex se acerca a mí.

—Tú no tienes mucha pinta de Ken, Izan —dice Alex—. ¿Estás bien?

—Lo que pasa es que Izan es un Allan, está clarísimo —dice Alicia.

Alex se echa a reír y le da la razón.

Yo no me entero de nada. Seguro que Alex me lo acabará explicando.

Cuando volvemos a casa, vemos a alguien en el portal que no esperábamos ver.

—No me lo puedo creer… —dice Alex.

—No me jodas… —digo yo casi al mismo tiempo.

—¿Qué hace ahí Nora?

Nora nos ve de lejos y saluda con la mano con una sonrisa amable y más falsa que… No, no hay nada más falso que eso.

—Hola, Alex. Sabía que hoy te vería por aquí, y quería saludarte. Cuánto tiempo, ¿verdad? —dice, y le extiende la mano.

—¿Qué haces? —me mira—. ¿Qué hace? En el calendario no pone nada del estilo “Nora viene a dar por culo” o “Nora sale corriendo por su vida por el miedo que tiene a que Alex se vuelva loco”.

—Bueno, pues eso te quería enseñar —dice Nora—. Es que yo ya sabía que Izan te contaba hoy lo del calendario, pero también sé que te lo habrá contado bastante mal. A veces hay predicciones que se callan cosas muy importantes.

—¿Crees que es importante que vengas aquí al portal a no hacer nada más que dar por culo? Qué pena… —dice Alex.

—Alex, reconócelo… Te volverá loco pensar en el encuentro de hoy.

—Me debes 198 euros —dice Alex.

—¿Qué dices?

—La bici que me destrozaste. Eso es lo que valía. Igual te añado más de todo el transporte público que tuve que pagar después de eso. ¿Puedes pagarlo?

—Oye, Alex… El rosa te sienta fenomenal. Te lo digo en serio.

—Lo sé. Tengo ojos.

—Nora —intervengo yo—. Deja de presentarte en mi casa todo el tiempo. Estoy harto de temer que aparezcas a cada momento. Se supone que tu momento ya había terminado. Que se acababa tu misión en junio y me dejabas en paz.

—Izan… ¿Te has puesto celoso porque solo le he hecho caso a él? Sabes que tú eres mi favorito.

—Vete —digo.

—No quería venir, pero he pensado que, ahora que Alex sabe lo del calendario… Teníamos que reunirnos las personas que lo sabemos.

—Oye, Nora —dice Alex—. ¿No te da un poco de pena?

—¿El qué? Si se puede saber…

—Lo tuyo, claro. No tienes nada que hacer, repasas el calendario de Izan porque basas toda tu vida en él y buscas cualquier excusa estúpida para venir a molestar. Seguro que Izan el pobre lo habrá visto alguna vez como algo místico. Como el destino oscuro que os une. Pero yo lo que veo, lo que se ve hoy, es que te aburres, que estás obsesionada y que necesitas cualquier excusa para que Izan le dé algo de significado a tu vida. Eso es lo que me da pena. ¿A ti no?

Nora no dice nada. Mira a Alex, seria, pero se mantiene callada.

—Bueno, nos vamos —dice Alex—. Mastica bien el odio que estás deseando vomitarme. Ah, y no tengo bicicleta ni nada, así que no sé cómo te piensas vengar esta vez. Pero me debes 198 euros o más, acuérdate.

Subimos al ascensor y Nora no nos quita ojo. Da muchísimo mal rollo.

Las puertas se cierran y la perdemos de vista.

—Uf, por fin… —digo—. ¿Has visto cómo nos miraba?

—Izan, no lo entiendes. No es eso en lo que te tienes que fijar. Tú tienes mitificada a la Lucifera esa, pero ya has visto lo que es. Una persona obsesionada, triste, que no sabe qué hacer y que solo quiere hacer el mal porque así siente que tiene identidad. No es la todopoderosa Nora que tú te crees. Según cómo se mire, da incluso penita. Mírala, no ha sabido ni contestar.

Miro a Alex con cierta admiración. Ni Lydia ni Frank me consiguieron plantear así las cosas, porque los dos perdían muchísimo la compostura con Nora. Yo lo que veía era que Nora nos tenía bailando a todos en la palma de su mano, incluidas personas tan fuertes en mi vida como son Lydia y Frank. Pero en realidad no es tan así… Hoy ha sido mucho más fácil verlo.

—Tengo mucho que enseñarte, Izan. Has hecho bien en contarme lo de tu calendario. Vamos a surfear todas y cada una de las predicciones, ¿vale?

Sonrío, y por poco esa sonrisa no hace que Alex me obligue a bailar ahí mismo en el rellano del tercero. Es como una conexión mental que tiene él: una sonrisa mía precede un baile entre los dos. Me da hasta miedo sonreír, pero no lo he podido evitar.

He hecho muy bien en contarle todo lo del calendario a Alex.







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