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Viernes 5 de mayo de 2023

Joel Soler

Actualizado: 13 nov 2023


Capítulo 66


Conozco a Espino y ya lo amo

“Por el tono de la frase, me imagino que habla de una mascota,

pero empiezo el día sin tener en mente adoptar a ningún animal.”



—Esto empieza a ser molesto —digo mirando a Lydia con mi mirada más juzgadora—. ¿Tienes un teletransporte de tu trabajo al mío o qué?

Una vez más, Lydia ha venido a buscarme al trabajo. El motivo, de nuevo, es la predicción del día.

—¡Es que quiero ver quién es o qué es Espino!

—¿Mañana me seguirás también para ver a quién le pega Frank el puñetazo?

—No, no. No sea que sin querer me lo pegue a mí, y la liamos.

—Ya voy viendo cuál es tu criterio para elegir qué predicciones te interesan más que otras.

Ella solo cierra los ojos, me muestra una amplia sonrisa que hace relucir su dentadura, y forma el símbolo de la victoria con ambas manos.

Nos dirigimos hacia mi casa y pasamos por la cafetería donde Estrella suele estar los martes. Hoy no contábamos con su presencia, pero sí que me suena que alguna vez dijo que los viernes también se intentaba pasar por ahí.

Estrella está en la entrada junto con Serena, Iris y otra chica. Tienen una cesta con tres gatitos pequeños.

Nos acercamos y saludamos. Lydia se mantiene un poco apartada. Se quiere asomar a mirar a los gatos, pero no quiere acercarse a Estrella.

La situación es que esa chica es la dueña de una gata que parió hace dos meses. Nacieron cinco gatitos, pero solo han conseguido dar un hogar a dos de ellos. Los otros tres, por ahora, no tienen a nadie.

—Esta chica es una clienta fiel de mis sesiones de adivinación —dice Estrella—. Quería ayudarla con esto.

Lydia y yo miramos a los gatos. Nos quedamos encandilados al instante.

—Me puedo perder en sus ojos… —dice Lydia.

—Son mejores que las personas… —digo yo.

—Necesito estrujarlos a los tres durante los próximos setenta y dos años… —dice Lydia.

—Daría mi vida por ellos… —digo yo.

—Se puso re intenso esto —dice Serena—. ¿Se quedarán alguno entonces?

—Iris ya se ha quedado este —dice Estrella, señalando a uno.

—Seguro que para tener una excusa para invitar a Eric a casa y que podáis jugar con él como si fuera vuestro hijo… —dice Lydia.

Iris solo sonríe con mucha tranquilidad y los ojos entrecerrados.

—Yo no puedo pescar a ninguno —dice Serena mientras acaricia a uno de los gatos—, porque soy alérgica.

—¿Pero no los estás acariciando en este mismo momento?

—Me compensa, ¿cachay?

—Entonces, ¿os lo quedaréis alguno de vosotros? —pregunta la dueña de los gatos.

Los miro a los dos. Me encantan, y en mi casa sí puedo tener alguna mascota. No a los dos, ya que sería mucho gasto, pero uno sí.

Aunque me gusten ambos, tengo preferencia por uno, como si ya lo conociera de antes. Como si supiera seguro que ese es mi amigo. Entonces, lo señalo con el dedo.

—Espino. Es el nombre que he decidido. Es mío. Lo quiero.

—¿Espino? —pregunta Serena, entre estornudo y estornudo—. ¿Por algún motivo?

—Buena pregunta… —digo.

—¡Adjudicado! Muchas gracias —dice la dueña de los gatos.

Lydia mira al que falta. En realidad, no sé muy bien lo que pasa a mi alrededor, porque solo tengo ojos para mi Espino. Pero, de lo que me parece notar, Estrella le está intentando ofrecer el gato restante a Lydia.

—¿Qué? —pregunta Lydia—. No me voy a fiar de un gato que me ofreces tú.

—Lydia, no seas así…

Lydia sigue mirando al gato, cada vez con menos resistencia, perdiendo su actitud firme.

—De todas maneras, sigo viviendo con mi madre —dice, ahora con un tono menos seguro—, tendría que consultarlo con ella.

—¿La puedes llamar? —pregunta Estrella.

—No porque tú me lo digas.

—¡Dale! —grita Serena—. Que este gatito necesita un hogar.

Lydia se aparta poco a poco mientras saca su móvil del mini bolso que trae. Le pregunta a su madre por lo del gato. No escucho bien cómo va la conversación, pero todos podemos notar una intensa discusión entre madre e hija. Estrella la mira con pena.

—Todavía sigue igual con su madre, ¿verdad? —pregunta Estrella sin quitar ojo a su ex.

—Bueno, sí… Les va a rachas —digo.

Pasado un rato, Lydia viene con la conclusión.

—Bueno… Me lo quedo.

—¿En serio? —pregunta Serena.

—Sí. Mi madre me ha tratado como si tuviera nueve años, diciéndome cosas como: pero lo tienes que cuidar tú, es tu responsabilidad, yo no voy a preocuparme, ya eres mayorcita, ¿me oyes? —Lydia hace una pausa para respirar hondo—. Pero sí, me lo quedo.

Todas celebran. Yo celebro también, moviendo las patitas de Espino como si él fuese participe de la celebración. Se deja manejar bastante bien, parece tranquilo.

Lydia sujeta en brazos a su gato y lo mira a la cara. Mientras las demás ya están hablando de otras cosas, Lydia está de fondo jugando con su gato. Se la ve feliz. El gato mueve las patas y maúlla, y ella, en respuesta, no puede parar de reír.

Veo que Estrella no le quita ojo a Lydia. La mira con una sonrisa, pero con los ojos tristes.

—Oye… Todavía sientes algo por ella, ¿no? —pregunto.

—¿Qué? Vaya preguntas me haces, Izan… —se calla y sigue mirando a Lydia—. No lo sé… No sé si es eso, o si solo quiero que todo lo malo que pasó entre nosotras desaparezca, y así pueda ser feliz. Pero lo que sí sé es que hacía mucho tiempo que no la veía reír, y creo que lo necesitaba.

No he querido decir nada más, pero su justificación ha alimentado mi teoría. Me gustaría poder ayudarla con lo de borrar lo malo, pero no creo que sea tan fácil.

Por ahora, tengo mucho más en lo que pensar. Y lo primero, es ver qué tengo que comprarle a este gatito.






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