Capítulo 38
Paseo por las tiendas
“De compras un día festivo, Lydia me cuenta lo de Estrella, luego me voy a Madrid… Creo que el calendario está pecando de decirme solo lo menos relevante.”
Contando el viaje, creo que será el regalo más caro que he hecho en mi vida.
Detalles del viaje
De Barcelona Sants a Madrid Puerta de Atocha - Almudena Grandes
Ida: 17:25 a 19:55 — AVLO — 55,00€
Vuelta: 21:10 a 23:40 — AVE — 28,45€
Total: 83,45€
Dos horas y media ida y lo mismo a la vuelta. Y mi casa está a casi una hora de Sants. Hoy volveré de madrugada.
Si me la hubiesen mandado a casa, la tendría el lunes y me ahorraría un dineral. Pero el cumpleaños es hoy, y la celebración con mi grupo es mañana. Ya que me será imposible dársela hoy, tendrá que ser mañana.
Hoy, además, voy de tiendas, así que todavía le puedo comprar algo más.
Cuando le cuento a Lydia lo de Madrid, reacciona como cualquier persona reaccionaría.
—¡¿Estás tonto?!
—Ya no hay marcha atrás.
—Estás tonto, te lo juro, Izan. ¿Cómo vas a gastarte todo eso solo para tener el regalo el mismo día?
—Fue un impulso, pero, aunque me doy cuenta de que es una tontería… Es que no me quiero echar atrás. ¿Es muy raro?
—Es muy amor, más bien.
—Cada vez es más difícil negarlo. ¿Tendré una cita con ella después del cumpleaños?
—Izan… —me pone la mano en el hombro—. Yo me encargaré de que así sea, mi buen amigo.
—Me da un poco de miedo eso, pero cuento contigo. Creo.
—Bueno, pasemos a temas más serios…
Lydia y yo estamos paseando por la zona con más comercio de nuestra ciudad. Las calles están abarrotadas por ser festivo. Muchos sitios están cerrados, pero otros saben que hay negocio. Hay mucha temática de Semana Santa y de Pascua. Muchos colores y muchos productos de chocolate. Lo normal es que, cuando hablamos en lugares así, ella se distraiga con cualquier cosa que vea por las tiendas. Hoy, en cambio, está muy enfocada en lo que quiere contar.
—Escucha, Izan… Revisando una y mil veces tu calendario, hay una cosa que no para de rondar por mi cabeza y que no me ha dejado dormir.
—Te escucho.
—Dime… ¿A quién crees que hace referencia esa muerte dolorosa del diecinueve?
—Eso… —ha tocado el tema más complicado, pero es comprensible—. Lo he pensado mucho y no llego a nada concreto, porque se me ocurren muchas personas. Hay mucha gente en mi entorno o de mi pasado que me dolería perder. Incluso he llegado a pensar que me daría más pena de lo que me creo que se mueran mis padres, mi hermano o mi tío Mateo, aunque no lo parezca.
—Izan… Crees que… —Lydia no consigue arrancar con facilidad—. ¿Crees que soy yo la que se morirá?
—¿Qué dices? ¿Por qué tú?
—Lo he pensado mucho. Es una muerte que te afecta durante varios días, así que no creo que sea tu tío Mateo, sinceramente.
—Eso puede incluir a bastantes otras personas. Si quieres te hago una lista.
—No. Escucha. La predicción inmediatamente anterior a la muerte tiene que ver conmigo. Primero me autoinvito, no sabemos por qué motivo, y justo después pasa lo de la muerte.
—No sé si veo la relación.
—¡Que es raro que yo me autoinvite, justo luego pase eso y luego ya no salgo más!
—¿Esos son tus motivos?
—Lo que ocurre te afecta varios días. Puede que te reúnas con nuestros amigos en común del pasado por ese motivo.
—No sabemos si lo de reunirme con ellos tiene que ver con la muerte.
—Ya. Ya veremos. ¡Después es Abril quien te consuela!
—¿Y qué sacamos de eso?
—Estás lento, Izan… Primero, Abril podría conocer a la víctima si es ella la que lidera el proceso de animarte —no tiene por qué, pero la escucho—. Y segundo, es ella la que te anima. Yo no. ¡Yo no te animo porque no estoy!
—Espera, Lydia, calma. Hay muchas predicciones que ni te mencionan pese a que eres la protagonista del día. Fíjate en el día de ayer.
—Pero es que hay más. Creo que moriré porque me matarán. Y por eso el domingo siguiente te pondrás a investigarlo.
—Vale, empiezo a marearme un poco. Creo que estás uniendo las piezas como te da la gana…
—Y entonces, investigando, encuentras a la culpable de mi muerte.
—No por favor. Creo que sé lo que vas a decir.
—Descubres que es Estrella.
—No por Dios.
—Y antes de que puedas hacer nada para denunciarla a la policía… Ella desaparece.
—Lydia, no eres tú la que se muere.
—¿Por qué no? ¿No te cuadra todo lo que he dicho? —su cara de preocupación se intercambia por una cara más acusadora—. Claro… No te cuadra porque no te crees que tu amiga la bruja me pueda matar.
—No es por eso. Y en todo caso pensaré en ello después de que hoy, sin falta, me cuentes qué te pasa con ella.
—¿Entonces qué es? ¡Si no sabes quién morirá!
—¡Lydia! ¡Es alguien que me importa menos que tú! ¿No ves lo que pone los últimos días del mes? El último viernes y el último sábado son predicciones felices. ¡Es imposible que yo tenga esas predicciones si tú te has muerto! ¡Y mucho menos si solo hace una semana que te has muerto!
Lydia se me queda mirando. Lo intenta contener, pero al final rompe a llorar y me abraza. Pese a ello, sigue sin estar convencida.
—¡Es que no lo sabemos…!
—Que te lo digo yo, Lydia. No hay forma de remontar eso si te pasa algo.
—¡Es la magia de Abril! De Abril el mes no, de tu novia.
—¡Ni con la magia de Abril, en serio!
—Seguro que te anima y te da la mayor de las felicidades, y a mí solo me recuerdas como alguien divertido de tu pasado que ya no está en tu vida.
—¡Pero cómo se puede ser tan exagerada!
—Bueno, ya lo veremos… Yo no pienso bajar la guardia.
—Eso. No la bajes. Y Abril no es mi novia.
—Después de darle una muñequera tan exclusiva y de haber viajado a Madrid solo para conseguirla a tiempo, me cuentas.
Yo me sonrojo y no sé qué contestar.
Después de un paseo por las tiendas y de hablar de algunas predicciones más, por fin hablamos de Estrella.
—Vale, por donde empiezo… A ver, para que te sitúes: entre 2013 y 2016 hablamos poco, ¿verdad?
—Sí. Lo del mercado fue lo que más nos volvió a unir. O un poco antes, cuando corté con Nora.
—Sí. Antes de eso hablábamos menos. Además, fue mi época más fea. No me gustaba nada cómo era. Veo tweets antiguos y no me reconozco. Pues bien, en esa época… Yo salía con Estrella.
—¿Que tú qué?
—Estrella es mi ex.
—¡¿En serio?! Espera, tu ex… Pero entonces, ¿ha sido casualidad que la haya conocido, o ha sido por ser tu amigo?
—No tengo ni idea. Lo pensé, pero, por otro lado, teniendo el calendario que tienes, tampoco me extraña que te hayas encontrado con ella, que es capaz de detectar todas las energías raras y cosas mágicas que puedan existir y que se nos escapen a los demás.
—Vale. La odias porque es tu ex, pero… ¿Qué pasó? Porque lo que me cuentas es muy extremo.
—Son tantos motivos… No sé por dónde comenzar. El primero es que ella finge ser de una manera, pero es de otra. Cuando algo no le sale como quiere, cuando le hacen daño… Se convierte en un monstruo. Grita, amenaza, golpea, rompe todo lo que encuentra…
—¿Estrella? No consigo visualizar eso.
—¡Es muy buena engañando! Además, da miedo, porque sus amenazas te hacen creer que de verdad tiene el poder de matarte o de hundirte la vida si así lo quiere. Y yo no sé por qué se ha acercado a ti, Izan, pero no me quito de la cabeza que es su forma de volver a acercarse a mí de nuevo y hacerme daño. Y saber que tendré que discutir con ella el día quince me da tanta angustia que… No te pude contar nada de esto así como así, por más que me lo pedías. Mi cabeza no funcionaba.
—¿Le tienes miedo porque se supone que sabe hacer magia?
—Es uno de los motivos, sí. Izan, te lo juro, es una bruja de verdad. De hecho, tengo la teoría de que me mantuvo más tiempo en la relación mediante algún tipo de conjuro. Porque yo hacía tiempo que tenía que haber escapado…
—A ver, necesito aclararme… ¿Cómo acabó todo entre vosotras? ¿Qué hizo que se enfadase tanto?
—Vale… ¿Te acuerdas de Jordi?
—Claro que me acuerdo. El motero que nos seguía por la calle y que hizo que te comportases como si fuese tu dueño del que escapaste alguna vez. Es tu otro gran misterio junto con el de Estrella.
—Sí. Jordi y Estrella se conocían de antes.
—Estrella conoce a todo el mundo —añado—. Me enteré hace poco que tenía contactos con la familia de Oliver y Nora.
—Esa es otra. Mi ex y tu ex se conocen. Y que Estrella y Nora puedan ser amigas es algo que me aterra.
—Sí… No le conté nada del calendario a Estrella por ti, pero el segundo motivo que me ayudó a tomar esa decisión fue saber que conocía a la familia de Nora. Eso me hizo ir con algo de cautela.
—Haces bien, Izan. Bueno, lo que te decía: Jordi.
—¡Eso! Continúa.
—Jordi y yo nos hicimos amigos por Estrella. Al principio todo bien entre los tres. Demasiado bien. Algunas veces llegué a pensar que eso se estaba convirtiendo en una relación de tres…
—Espera, espera… ¿No me dijiste que Jordi no era ningún ex?
—No llegó a ser un ex. No es que pasase nada específico entre Jordi y nosotras. Solo digo que, a nivel emocional, y con el tiempo que pasamos juntos… A veces podía parecerlo. Nada más. Pero eso nos generó inseguridad a la una con la otra.
—¿Qué tipo de inseguridad? ¿Celos?
—Diría que sí. Celos, posesividad… Las dos empezamos a creer que la otra se había enamorado de Jordi y que quería cambiar de pareja. En mi caso, por lo menos, no era así. Yo no quería nada con Jordi. Mi duda estaba en si seguir con Estrella o si dejar la relación. Y entonces, Jordi me dijo que Estrella empezó a acosarle. Que unos días hablaba con él como si estuviera enamorada, y otros días lo amenazaba de muerte y le decía que se alejase de mí. Jordi me lo contó y me enseñó conversaciones…
—Espera, espera… ¿Eso cuándo pasó?
—A finales de 2016.
—Pero… Yo corté con Nora el verano de ese mismo año, y recuerdo que tú me animaste muchas veces en esa época. ¿Estabas pasando por todo eso y solo te centrabas en lo mío?
—Eso parece, sí —dice sin mirarme a la cara.
—No sé si verte como una excelente amiga o como una amiga terrible, te lo juro.
—Ya… Para ese entonces yo tenía mucho miedo. Me quería alejar de todo eso. No me gustaba nada de lo que estaba pasando. Cuando Estrella sospechó que yo hablaba mal de ella con Jordi y que estaba pensando en cortar la relación… Empezó a volverse loca. Empezaron las amenazas. La última vez que hablamos, Estrella me dijo una frase horrible… Una frase que no he podido olvidar…
Escucho en silencio. Estoy empezando a tener miedo yo también.
—“Cuando pasen los años, te olvides de mí y te sientas segura… Volveré, me aseguraré de que no me puedas olvidar en tu vida y de que sufras el doble de lo que me has hecho sufrir a mí.”
—¿Qué…? ¿Te dijo eso…?
—Palabra por palabra. Se quedó grabado a fuego.
—No lo entiendo…
—Pero me crees, ¿verdad?
—¡Sí! Sí, claro que sí. Te creo. Pero no puedo evitar pensar que, habiendo pasado tantos años… ¿Tal vez ha cambiado?
—Quién sabe. No tengo nada para pensar ni que sí, ni que no. Pero no puedo olvidar esa frase ni todas las veces que me amenazó y me hizo daño. No puedo, Izan. Lo intento por todos los medios. Hago lo que puedo para no hablar del tema. ¡Intento hacer ver que nunca ha existido! ¡Que nunca he estado con alguien así! Pero no puedo… —está apretando el puño con rabia—. Se hizo amiga de Serena y de Iris, se hace amiga tuya… ¿Lo entiendes? ¿Entiendes por qué reaccioné así cuando te hiciste su amigo? ¿Y entiendes por qué reaccioné mucho peor cuando supe que le ibas a contar toda tu historia con el calendario?
—Sí, lo comprendo…
—Y por si te interesa, mi reacción con Jordi el otro día fue porque, después de todo eso, por intentar alejarme de todo lo que tenía que ver con Estrella, dejé tirado a Jordi también. Dejé de hablar con él, aunque intentó mantener el contacto conmigo. Por eso me siento culpable. Por eso si me dice de ir a cualquier sitio, me veo incapaz de decirle que no. Pero no me siento cómoda delante de él. Me siento una mierda…
—¿Era eso? No sabría qué decirte, Lydia… Jordi me dio mala espina. Se me hace raro que me digas que consideras que la mala entre vosotros seas tú.
—Jordi es un poco raro, pero hay que darle tiempo. He quedado con él para su santo el día veintitrés.
—Ah, es verdad, Sant Jordi.
—Sí. Solo si sigo viva, claro.
—¡Por favor! No eres tú la que se muere. Dices que morirás porque Estrella te podría matar, pero sus amenazas hablaban de sufrir durante años. De acordarte durante toda una larga vida de ella. ¿Por qué iba a querer matarte? Me puedo creer que quiera torturarte mentalmente a lo largo de los años, pero matarte no.
—¡Pero matarme le resultaría más fácil! Tal vez ha cambiado, sí. Tal vez ya no quiere perder su tiempo en torturarme lentamente y prefiere superar lo que tiene en mi contra eliminándome y pudiendo empezar su nueva vida sabiendo que ya no existo. ¿No te parece posible?
—No sé qué decirte, Lydia… Es demasiada información para mí.
—¡Oye! ¡Mucha más información es todo lo de las predicciones de tu calendario mágico, y aquí estoy!
—Bueno, ya, pero te motiva porque es un cúmulo de chismes. En cambio, lo que me cuentas me ha dejado un mal cuerpo…
Lydia no me contesta. Solo mira al suelo.
—¿Lydia?
—Izan… —levanta la cabeza y me mira con los ojos vidriosos—. ¿Qué harás con Estrella ahora? ¿Seguirás hablando con ella…?
—¿Quieres que deje de hacerlo?
—Quiero, de forma egoísta, que dejes de hacerlo. Pero me siento la persona más horrible de la faz de la Tierra.
—Sabes por qué me interesa hablar con ella, ¿no?
—Sí, porque te ha engatusado con sus armas de bruja oscura.
—Lydia…
—Sí… —suelta un suspiro y se pone la mano en la cara con la cabeza agachada—. Crees que te puede ayudar con lo del calendario.
—Mira, haremos una cosa. El día quince es tu pelea con ella.
—Tengo mucho miedo de ese día…
—Hasta ese día la evitaré. Y como en la predicción no pone nada de si me entero de la pelea por ti, o de si la veo de primera mano, creo que hay espacio para que podamos decidir eso. Me aseguraré de estar delante en el momento en que os peleéis. Así te sentirás más segura y, además, yo podré formarme una opinión mejor sobre la situación dependiendo del tipo de discusión que tengáis. ¿Qué te parece?
—Bueno… De entrada, tiene sentido… ¿No?
—Venga, Lydia, aprovecha, que hoy me siento confiado, y eso no se ve todos los días.
—Te ha dado subidón ir hasta Madrid solo por una muñequera, ¿no?
—Debe de ser eso.
El resto de la mañana lo pasamos más enfocados en las tiendas y en temas más alegres. Lydia le ha comprado a Abril la figura de una… ¿Zarigüeya skater? No sé, me ha dicho que es una broma interna que tienen ellas dos. Yo le he comprado una pelota de baloncesto llena de símbolos de fuego, su elemento favorito. Creo que eso junto con la muñequera está bien para una vez. Si le compro más cosas ya se verá raro, ¿no?
Por la tarde, Lydia se va porque ha quedado con Frank, y yo me voy para la estación de Sants rumbo a Madrid.
Me encuentro con el vendedor en Atocha a la hora que dijimos. Me comenta que vive muy cerca de la estación y que no ha supuesto ningún problema para él, que le sorprendió mi historia. De hecho, para que me quedase tranquilo, me ha dicho que ha mirado si se han hecho entregas a Barcelona y alrededores desde que se puso a la venta la muñequera, y todavía nadie la ha comprado ahí porque “los Crimsons pegan mucho más fuerte en el sur”, dice. Eso quiere decir que es casi seguro que Abril no la tiene. El viaje ha merecido la pena del todo.
Mañana se supone que tengo una cita, pero lo único que sé es que tengo el cumpleaños de Abril. Por favor, que nadie se interponga. Mañana celebraremos el cumpleaños todos juntos y después, con todo el valor que me proporciona tener un calendario predictivo… Le pediré que pase la tarde conmigo. ¿Es eso una cita? Pues no lo sé, no lo sabe ni la predicción. Yo solo espero que me diga que sí.
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