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Domingo 17 de septiembre de 2023

  • Joel Soler
  • 17 sept 2023
  • 10 Min. de lectura

Actualizado: 18 sept 2023


Capítulo 201

Conozco a todos los VDLS

“A todos. A los seis, al completo. Rojo y Gris. Todos. Por fin.

Como sigan crípticos incluso en persona, haré como mi tío y me pondré a repartir.”



Hemos quedado bien temprano en un polígono industrial que, por un momento, me ha hecho pensar que estoy ahí para ser ejecutado. En teoría los VDLS son mis amigos, pero, si lo pienso bien, a dos ni los conozco; Otro fue mi enemigo jurado en el trabajo; Otra era una abogada con la que me llevaba fatal y a la que he insultado varias veces; Otro es alguien que me amenazó cuando le dije que hablé con sus padres de lo del robo en el edificio; Y la otra… Bueno, Lydia me ha contado cosas bastante malas de la otra.

Vamos, que, si lo pienso, existe una pequeña posibilidad de que todos hayan conspirado para pegarme una paliza y acabar conmigo. A lo mejor me dejan ahí tirado en el polígono y conectan una bomba a algún sitio cuya explosión abarca todo el lunes y todo el martes, y me salvo de milagro, con ayuda del héroe mazado que me salvó de morir ahogado en el río o algo así. Oye, suena a película horrible, pero cosas más raras se han visto con este calendario.

Hugo es el que me está llevando en coche. Ángel y su perro Pancho, el VDLS honorífico por excelencia, vienen conmigo. Dana está conduciendo otro coche y ella es quien lleva a Estrella.

Los dos coches llegan más o menos a la vez. Al bajar, a los únicos a los que no veo son a Rojo y a Gris.

—¿Dónde están? —pregunto.

—Esperan dentro —dice Dana—. Tienen una especie de base en ese almacén.

Miro con atención la zona en la que estamos. El polígono, la nave… Todo me resulta bastante familiar. ¿Yo no he estado aquí de pequeño? Creo que yo he jugado con Alex por aquí. No estoy nada seguro.

Al entrar en la nave, veo de lejos una zona con siete sillas de esas de plástico malo, las que suelen tener un color blanco sucio o verde asqueroso. Pero, para terminar de confirmar que son una secta que se lo pasa muy bien, solo una de ellas es blanca. Las otras son del color de cada uno de los VDLS. Veo a dos personas que ya están en esa zona. Uno sentado en la silla roja y el otro sentado en la silla gris.

—¿De quién fue la idea de pintar las sillas? —digo.

—Sabía que se burlaría… —dice Dana.

—Estaba clarísimo —dice Hugo.

—Fue idea de Rojo —dice Estrella—. Un día aparecieron pintadas.

Al acercarme, por fin empiezo a ver mejor el aspecto de esas dos personas. Mi primera impresión es que no conozco al que está sentado en la silla roja. Sin embargo… Sí que conozco al que está sentado en la silla gris.

—Así que gris… —digo, acercándome a él—. ¿Lo de que visite más seguido a mi tío era para sacarme información?

Rafael se levanta de la silla gris y se acerca para darme la mano.

—No. Quiero que visites más seguido a tu tío con toda honestidad. Mi posición como VDLS no tiene nada que ver con aquello.

—Estoy flipando… —digo—. Me vais a tener que contar muy bien por qué estáis aquí cada uno.

Después de decir eso, dirijo mi mirada hacia la persona restante. Miro a Rojo. Lo examino a conciencia. De entrada, no puedo decir que lo conozca. Pero es verdad que me resulta algo familiar…

—Encantado, Izan. Por fin nos vemos —dice—. Toma asiento.

—En la silla blanca, ¿no?

—Sí, por favor.

Me siento en la silla, y todos los demás se sientan en las respectivas sillas de su color. Estaría increíble que, de repente, se pongan a recitar algún tipo de lema o discurso inicial para dar pie a la reunión, en serio.

—Antes de empezar —dice Rojo, y por un instante me he ilusionado con que sí que recitasen un lema de apertura—, queremos aclarar que fuimos tan reticentes contigo al principio, primero, porque no podíamos saber de dónde venías ni quién te había reclutado. Después, cuando Lila nos contó un poco más, entendimos el motivo, pero también entendimos que seguía habiendo un problema. Lila, por favor, cuenta tu versión.

—Sí —dice Estrella—. Izan, te recluté por tus energías extrañas y por el calendario, eso ya lo sabías, pero también por otro motivo que fue, precisamente, el que hizo que Rojo fuese muy precavido contigo.

—Algo relacionado con Nora —digo—, o eso es lo que me dijo aquí tu jefe.

—Al ser el ex de Nora, estabas demasiado relacionado con la familia Santalla y Sallares —dice Estrella—, eso nos interesaba, pero…

—Pero Nora podía manipularte —dice Rojo—, y no sabemos hasta qué punto estabas dentro de la familia o hasta qué punto harías lo que Nora te dijera.

—Es comprensible, dado mi historial —digo—. ¿Tanto miedo le tenéis a Nora?

—Consideramos a Nora —dice Rojo— como una de las enemigas de los VDLS. No siempre se lleva bien con sus abuelos, pero es oscura e impredecible. Muchos de aquí sabemos lo peligrosa que puede llegar a ser. Teníamos que estar seguros de que no estabas demasiado conectado a ella. Pero si su abuelo te ha amenazado de muerte… Es muy probable que no tengas ninguna clase de protección ni trato con esa familia, y por eso hemos querido darte la oportunidad.

—Ah, genial… ¿Y ahora qué hacemos?

—Por lo pronto —continúa Rojo—, nos gustaría contarte qué hace cada uno de nosotros aquí, para que entiendas mejor los diferentes motivos que mueven a este grupo. Negro, ¿te gustaría empezar a ti?

—Claro —dice Dana—. Mi historia con este grupo ya la conoces más o menos —dice mirándome a mí—. Ayudo a Frank contra la mafia de Víctor Abad. Salvador Santalla es, por lo que hemos investigado, el jefe de los Abad. Cuando intenté entrar un poco más allá, empezaron a joderme la vida. Mataron a mi hermano… Y lo hicieron pese a que él consiguió esconderse y huir de una forma perfecta. Solo yo sabía lo que había hecho, pero, aún así, se anticiparon a sus movimientos. Mi hermano murió pensando que, a lo mejor, yo podría haberle traicionado. No voy a perdonar a esa familia, y por eso estoy ayudando a la persona que más conoce de ellos —señala a Rojo.

—¿Tú conoces mucho de esa familia? —pregunto, mirando al jefe.

—Bueno, sí… —dice mientras se incorpora un poco en su silla roja de jefe—. He trabajado para él, para Salvador Santalla, en cierta manera. Es un poco complicado. Yo he tenido problemas con las dos ramas de la familia, pero a la que más me terminé acercando es a la de los Santalla y su mafia. Ahora uso todo ese conocimiento para enfrentarme a ellos sin que puedan encontrarme ni hacerme daño. Por eso también es que quise ser tan prudente, Izan. No quería que me encontraran por tu culpa, lo hicieras queriendo o sin querer. Tengo que ir con mil ojos si quiero seguir manteniendo mi posición contra esa mafia…

—Vale, ahora lo entiendo mejor. Pues no es tonto el motivo, no…

—Sigo yo —dice Ángel, dándole una última caricia enérgica y generosa a su perro antes de incorporarse en su silla verde para hablar—. Yo soy el otro que ha tenido problemas con la parte mafiosa de la familia. Te acuerdas de que te dije que tomé muy malas decisiones y que puse incluso en peligro a mis padres, ¿verdad? —yo asiento—. Pues ya sabes contra quién tuve problemas. Trabajé un tiempo para ellos, luego los mandé a la mierda, creyéndome que podía hacerlo… Pero me persiguieron por todas partes y amenazaron a cada una de las personas que conocía. Perdí a muchos amigos porque los alejé de mí para que no me vinculasen con ninguno. Me alejé de mis padres por lo mismo. No pararon hasta que me dejaron medio muerto en la calle, sin posesiones, sin identidad, sin conexiones… Sin nada. Por eso mi vida es la que es, y por eso no puedo volver con mis padres.

—Joder… Suena fatal —digo, aunque me arrepiento de haberlo dicho de esa forma tan frívola, pero es que no sé cómo responder—. Y… ¿Cómo encontraste a los VDLS? —pregunto como si fuera un entrevistador o algo.

—Ya te lo dije. Rojo me encontró, me ofreció ayuda, me regaló un móvil…

—Así es —dice Rojo—. Yo conocía a Ángel de vista, y me acerqué para ver si necesitaba mi ayuda. Cuando yo trabajé para los Santalla, supe que Ángel estuvo conectado a ellos, así que sabía que su ruina pudo haber sido por ese motivo.

—Ah, claro… Tiene sentido —mis aportaciones son ejemplares.

—Creo que mi historia ya te la sabes —dice Hugo—, pero yo soy de los tres que tuvo el problema con la rama Sallares de la familia. Las dos personas que quisieron alejarme de mis hijos fueron mi expareja, la madre de Nora y Oliver… Y también la madre de mi expareja. La abuela. La vieja bruja odiosa… Ella es la que de verdad daba miedo. La que me amenazó con joderme la vida. La que obligó a su propia hija y a sus nietos a negar mi existencia.

—¿La abuela te amenazó? —pregunto—. ¿También es de la mafia?

—Seguro que puede acceder a los privilegios de la mafia —dice Rojo—, pero lo que de verdad es peligroso de esa mujer es… La magia.

—¿La magia? —miro a Estrella por instinto, y ella asiente con la cabeza.

—Es muy posible que sea esa bruja —dice Rojo— la que ha preparado lo de tu calendario predictivo. Esa familia tiene acceso a conjuros de los que conocemos muy poco. Si no averiguamos cuáles son y cómo defendernos de cada uno, no tendremos ninguna posibilidad de solucionar nada. Tu calendario fue la oportunidad de oro para tener más información.

—¿Crees que la abuela de Nora es la que ha hecho este calendario…?

—Es una posibilidad. No sería extraño para alguien como ella —dice Rojo.

—Gris y yo la conocemos muy bien —dice Estrella—. Nuestros motivos están directamente relacionados con ella. En mi caso… Yo fui su aprendiz durante varios años. En esa época, la maestra Sallares me comía la cabeza y hasta probaba sus investigaciones conmigo. Era una mujer que, en esencia, lo que más le gustaba era experimentar. Cuando la conocí me parecía algo más inofensiva, salvo cuando se emocionaba con un experimento. Pero en los últimos años… Se volvió una persona muy peligrosa. Una persona que me destrozó tanto por dentro que me hizo hacerle daño a mucha gente a la que quería con todo mi corazón…

Oh, no… Lo que pasó entre Lydia y Estrella, ¿también está relacionado con la familia de Nora?

—Y solo faltaría yo —dice Rafael—. No voy a entrar en muchos detalles. Solo tienes que entender que yo he tenido un contacto muy directo con esa mujer. Con la abuela de Nora. Tiene motivos para amarme y también para odiarme. Al final, creo que es el odio lo que más la movía contra mí… Hasta el punto de que, cada vez que ha podido, me ha puesto en situaciones de vida o muerte solo para divertirse.

—¿Has tenido relación con la abuela de Nora? —digo—. Es increíble… ¿Y Salvador no ha hecho nada al respecto?

—No. Es más complicado que eso.

—Además… —dice Rojo—. Ahora que tu calendario ha entrado en el juego, estamos mucho más perdidos con lo que esa gente puede o no puede hacer contra nosotros.

—Y por eso he venido a esta reunión… —digo.

—¿Nos contarás todo lo que necesitemos saber sobre el calendario? —dice Rojo, poniéndose de pie.

Me quedo pensando unos segundos, o esa es la impresión que quiero dar, porque mi cabeza no funciona del todo bien y estoy procesando muy poco a poco todo esto.

—Sí. Sería un capullo si me negara después de todo lo que habéis compartido conmigo.

Hago un repaso con la mirada a cada una de las personas de esta sala. Veo caras de alivio. Me siento bien al ver las reacciones que he provocado.

Explico cada cosa que recuerdo sobre el calendario. Todos me escuchan con muchísima atención. Me pongo un poco nervioso al verlos a los seis juntos asimilando con los ojos tan abiertos cada cosa que digo. Parece que ni quieren pestañear, en serio.

Para empezar, se enfocan mucho en intentar adivinar la identidad de todas las personas que están detrás.

—Que Nora sea una de las responsables no es algo que nos sorprenda… —dice Rojo.

—¿Nadie sabe quién puede ser el ex de Nora? —pregunto.

Ninguno sabe contestar. Algunos niegan, otros intentan pensar, pero nadie sabe nada.

—¿Quién más está involucrado? —pregunta Rojo—. Nora, su ex… ¿Alguien más?

—Para Nora, la persona que lleva todo esto es su ex, pero… También dio a entender que había otro responsable —digo—. Cuando intenté indagar un poco más, solo dijo cosas abstractas como que el culpable soy yo, que me porté muy mal, y cosas así.

—Suena a algo que diría Nora… —dice Rafael—. Entonces hay cosas de su grupo que no sabemos, ¿no?

—Exacto —digo—, pero… Tengo la sensación de que Nora solo era una enviada. De que su ex le dio las instrucciones, y ella solo lo hace por diversión, o por incordiarme, o porque no puede decirle que no a su ex… No lo sé.

—Por eso tenemos que indagar más en su familia —dice Rojo—. Los Sallares son especialistas en estudiar la ciencia detrás de lo que conocemos como magia. Lo he visto con mis propios ojos… Sé que pueden hacerlo.

—Yo también lo he visto —dice Rafael—. Lo sabemos muy bien…

—Nunca hemos conocido nada parecido al calendario —dice Estrella—, pero sí que podemos estar convencidos de que es el tipo de cosas que los Sallares buscarían para engrosar su libro de… Bueno, llamémoslo “hechizos”.

—Mi calendario… —digo—. La abuela de Nora…

Hablamos un poco más sobre el calendario. A partir de ahora, los VDLS también llevarán el seguimiento de cada descubrimiento que haga. Las notas secretas, las pistas crípticas de Nora, las predicciones más extrañas… Cualquier cosa que pueda ser útil.

El objetivo de los VDLS es encontrar cualquier debilidad que podamos usar a favor de los Santalla o los Sallares. Y, si no podemos hacerlo, el objetivo secundario es conocer todo lo posible para defendernos de ellos.

Esa es la realidad de los VDLS. De las víctimas de los S.

Al acabar la reunión, Rojo se acerca a mí para hablar en privado.

—Escucha, Izan… Mañana Dana te recogerá a la hora que nos digas, y volverás aquí para hablar con Gris y conmigo.

Es lo que me dijo por teléfono. Hay cosas que solo saben Rojo, Rafael y Dana. Yo asiento a la petición de Rojo y me despido sin decir nada.

Creo que mañana me enteraré de cosas para las que no estoy preparado… Y, antes o después de eso… Todo explotará.







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